Hubo experimentos en la historia de la psicología que abrieron puertas para el diálogo sobre los comportamientos humanos en contextos sociales; en una atmósfera controlada han podido desmitificar, corroborar creencias populares o ponerlas en duda, este es el caso del experimento llamado “La difusión de la responsabilidad” realizado en 1968.
KITTY
El motivo que llevó a los psicólogos sociales John Darley y Bibb Latané a la idea de realizar esta investigación fue el relato periodístico de la truculenta muerte de Kitty Genovese acontecido en en Nueva York, en 1964. Según los diarios de la época, la joven de 28 años fue asesinada a puñaladas y violada en plena calle mientras 38 personas presenciaban el hecho. Sin embargo, nadie lo denunció ni pidió ayuda.
Una investigación posterior indicó que el relato mediático no era exactamente como fue descripto: no eran 38 personas, sino muchas menos, sí hubo quienes llamaron a la policía, incluso una vecina corrió hasta el lugar y acompañó a Kitty.
El caso que fue tapa del New York Times llevó al análisis de variados aspectos: desde el egoísmo en las grandes ciudades, los prejuicios frente a la violencia doméstica, la narrativa amarillista de los medios y la necesidad de las masas de encontrar respuestas simples y cerradas. La cuestión es que verazmente relatado o no, inspiró al espíritu investigador de los psicólogos sociales.
EL EXPERIMENTO
El objetivo de la investigación planteada en la Universidad de Nueva York, fue estudiar con método científico qué variables intervienen para que personas comunes sean testigos de situaciones de evidente emergencia y no presten su ayuda. Como hipótesis plantearon que “la difusión de la responsabilidad disuade a los testigos para ayudar”, es decir que cuando son muchos los posibles ayudantes, dan por supuesto que otro lo hará.
El experimento consistió en pedir a un grupo de estudiantes que participaran de un debate sobre sus dificultades para integrarse a la vida universitaria (el tema no era relevante). Cada uno se ubicaba en cabinas separadas, intercomunicadas entre sí, y hablarían a su turno. En realidad, solo uno era el sujeto investigado y el resto eran grabaciones. En un momento desde una de las cabinas se escucha un pedido de ayuda. Fuera de las cabinas los investigadores anotaban el tiempo en que el investigado iba a pedir ayuda para la supuesta víctima.
Se realizó la prueba con diferente cantidad de participantes, la conclusión a la que llegaron fue que “cuando sólo está presente un testigo en una emergencia, toda ayuda debe venir de él. (…) Cualquier presión por intervenir se centra únicamente en él. Sin embargo, cuando hay varios observadores se divide entre todos. Esto da como resultado que nadie ayuda.”
¿Y NOSOTROS?
Sin llegar a los extremos trágicos como el de Kitty, basta con salir a la calle y observar con detenimiento a nuestro alrededor, para encontrar varios ejemplos en los que podemos involucrarnos y no siempre lo hacemos ¿por qué? Reflexionar sobre esto quizás nos ayude a mejorar.
Hace muchos años decíamos que esa actitud de ignorar a las personas que se encuentran durmiendo en la calle como ocurría en otros países, acá nunca iba a suceder. También es cierto, por esos años ni hubiéramos imaginado llegar al siglo XXI con este nivel de pobreza.
Hoy, además del contacto personal, tenemos varias herramientas comunicacionales que pueden ser útiles para ayudar a otros o también para solucionar falencias de la ciudad, en los que si bien no está comprometida directamente la vida de otros, podría estarlo: como semáforos que no funcionan, postes de tendidos de cables con peligro de caerse, veredas rotas, etc. Ejercer una ciudadanía activa es también comprometerse con los demás, es tomar conciencia de que formamos parte de un entramado social que podemos ayudar a mejorar. Y depende de cada uno.
Esto nos recuerda al famoso cuento de Todo el Mundo, Nadie, Alguien y Cualquiera: “Había una vez cuatro amigos llamados Todo el Mundo, Alguien, Nadie y Cualquiera. Siempre que había un trabajo que hacer, Todo el Mundo estaba seguro de que Alguien lo haría. Cualquiera podría haberlo hecho, pero Nadie lo hizo. Alguien se puso nervioso y dijo que Todo el Mundo tenía el deber de hacerlo. Al final, Todo el Mundo culpó a Alguien porque Nadie hizo lo que Cualquiera podría haber hecho”.
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