Industricidio
Para prosperar en su negocio, un empresario industrial necesita de instalaciones e infraestructura general, acondicionada para el rubro. Para ello contratará una compañía constructora, con ingeniero, arquitecto y albañiles, los cuales comprarán materiales para llevar adelante su tarea. O bien adquirirá o alquilará el edificio.
El empresario industrial también requerirá de máquinas para fabricar sus productos -bienes de capital que comprará a otro industrial, tal vez importador-, insumos para la elaboración; y tendrá que contratar o armar una red logística para distribuir los productos. También pagará la factura de los servicios utilizados en el proceso productivo.
Además, y por sobre todas las cosas, necesitará empleados -algunos de ellos técnicamente especializados-, que gastarán su sueldo en alimentos, transporte, salud y esparcimiento, entre otras cosas. Así se pone en movimiento la enorme rueda de la economía en cualquier parte del planeta.
Un importador, en cambio, necesitará un galpón para guardar la mercadería fabricada allende los mares -adonde se generó el empleo, beneficiando a otra población-, un elevador sampi y un puñado de personas, no necesariamente especializadas. Quizás tenga distribución, para lo cual comprará algún vehículo o bien rentará el servicio.
Entre una y otra modalidad hay un país de diferencia. No existe en el mundo nación que haya abandonado la pobreza -y en la Argentina el flagelo abarca al 31,6% de la población-, ingresado en un proceso de crecimiento sostenido y, tiempo después, pasado a una fase de desarrollo sin industria y sólo volcado a suplir bienes con productos importados pagados con los dólares que genera la explotación de recursos naturales.
En la hoja de ruta del gobierno libertario la producción no está contemplada. Al menos durante la gestión de Mauricio Macri se coqueteó con la idea del Desarrollismo y hasta había un apellido como Frigerio (Rogelio), muy caro a esta práctica de política económica.
La Argentina de Milei es más simple: apertura para importar y beneficios impositivos para explotar el agro -al que le bajaron las retenciones pero no terminan por quitárselas-, la minería y los hidrocarburos.
Estas tres actividades deberían ser el primer eslabón de una cadena productiva local en la cual se engarcen proveedores de insumos y empresas de servicios, con la consecuente creación de empleo a gran escala. Hoy el fenómeno se restringe a un radio zonal o regional. Sólo existe la fantasía de que, Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones mediante, nos inundarán de dólares a mediano plazo y eso cambiará para siempre la matriz económica de la Argentina. Ver para creer.
LOS AMIGOS
A partir de este escenario cuesta hacer segundas lecturas y entender el estrecho vínculo que ahora la Argentina mantiene con los Estados Unidos. Nada los emparenta en términos de modelo económico. A Washington lo mueven razones geopolíticas, decidido como está a contener el avance chino en Sudamérica y prestarle más atención a su patio trasero, por largo tiempo descuidado. De allí los gestos de fingido cariño.
A Milei, en cambio, lo deslumbra la figura de Donald Trump, que le palmea la espalda y le dice, en un torpe castellano, “mi amigo Javier”. Lo seduce eso y estar alineado con una superpotencia, el reino de la libertad, aunque baste rascar un poco sobre la superficie para advertir que no todo lo que brilla es oro. “Milei supone que de la mano de Estados Unidos la Argentina puede salir de sus crisis. Es la vieja idea argentina de que tenemos que salvarnos de la mano de alguien”, explicó hace días el politólogo Roberto Russell en diálogo con el embajador Jorge Argüello.
El único punto en común entre ambos países es el acuerdo comercial que se instrumentará de manera paulatina y cuyos beneficios para la Argentina no son del todo claros, salvo para el mercado exportador de la carne. En cambio, en el amplio abanico de la política económica son más los puntos que los diferencian que aquellos que los unen.
Donald Trump ganó su primera presidencia luego de prometerle a los obreros del Cinturón de Oxido –otrora operarios de las compañías automotrices ubicadas en el nordeste y medioeste de los Estados Unidos-, que obligaría a las empresas a volver a producir en suelo norteamericano; Javier Milei facilitó la importación de vehículos. Donald Trump le otorgó al agro un subsidio por u$s 12.000 millones para hacerlo más competitivo; Javier Milei bajó las retenciones, pero no las quita, pese a su promesa inicial. Donald Trump impuso un severo aumento de aranceles a los países con los cuales Estados Unidos mantiene déficit comercial; Javier Milei tiene como objetivo que la Argentina sea “la economía más libre del mundo”.
Lo maravilloso de la amistad es que, a veces, se impone y consolida pese a irreconciliables diferencias.
ALERTA ROJA
El modelo económico libertario hace rato que encendió las luces de alarma en la industria local. Dos años de gestión aperturista ya dejan cicatrices sobre el entramado productivo. La última encuesta realizada por la Unión Industrial Argentina (UIA) sobre 700 empresas arrojó los siguientes resultados:
* El Monitor de Desempeño Industrial (MDI), que sirve como indicador adelantado de la actividad del sector, se ubicó en 43,8 puntos. En comparación con el mismo mes del año pasado muestra una caída de 5,2 p.p.
* El 21% de las empresas redujo su dotación de personal, y también se observa un aumento en el uso de medidas como la reducción de turnos y las suspensiones frente a la caída de la producción.
* La demanda interna se consolidó como la principal preocupación (40%). En las ventas internas, el 47,4% reportó bajas y sólo el 21% subas.
* El 47,5% de las empresas reconoce tener dificultades para cumplir con al menos una de sus obligaciones básicas, lo que expone un escenario crítico en la cadena de pagos.
* En el último trimestre los rechazos de cheques crecieron entre un 30% y un 40%.
* Las mayores dificultades se concentran en el pago de impuestos (29,3%) y proveedores (26,7%).
Pese a todo, los empresarios industriales no son pesimistas. Las expectativas para el próximo año mostraron una mejora: creció la proporción de empresas que prevé una evolución más favorable de la situación económica propia, del sector y del país, aclara el documento.
DESAJUSTES
Algo no suena bien en el motor de la Argentina. Podría decirse que existe un severo desajuste de política económica entre la lógica del equilibrio fiscal que ensaya la Nación y el gasto público elevado que mantienen algunas provincias. Esta semana se libró otro round en una pelea que parece no tendrá punto final.
El combate principal está dado en la provincia de Buenos Aires. Las decisiones que toma el gobernador Axel Kicillof moverían a risa si no fuera porque son reales. En su afán por contrastar con la motosierra libertaria, el mandatario decidió crear el Incaa bonaerense para financiar el desarrollo del cine local. Esas ocurrencias, y la carencia total de austeridad, lo llevaron a presentar un proyecto de presupuesto 2026 con una demanda de endeudamiento por u$s 3.000 millones, que ya fue aprobado.
Sin embargo, en la Casa Rosada no se quedan de brazos cruzados. El martes el jefe de Gabinete, Manuel Adorni, dio a conocer los proyectos a ser debatidos por el Congreso de la Nación en sesiones extraordinarias. Uno de ellos afirma: “Para completar el refuerzo institucional del Estado nacional al equilibrio fiscal, el Consejo propone al Presidente y a gobernadores reforzar públicamente el compromiso de no pedir autorizaciones de endeudamiento si una provincia tiene déficit primario, excepto por supuesto para los rollovers de deuda o un riesgo crediticio superior al de la Nación".
Se plantea además que las jurisdicciones que no cumplan con los objetivos queden excluidas del reparto de Aportes del Tesoro Nacional (ATN). Al que le quepa el sayo, que se lo ponga.
Si el país fuera una orquesta, desafinaría. La Nación toca la melodía del recorte, las provincias y municipios ensayan el arpegio de la expansión. Se ilustra la idea con un ejemplo: la dotación de la administración pública nacional se redujo un 17% contra diciembre de 2023, momento de la asunción de Javier Milei.
El Municipio de Pilar, en cambio, instrumentó la Tasa de Protección Ambiental, que llega al 2% de la facturación de los comercios, para financiar el gasto público.
Están los músicos y los instrumentos. Sólo falta que ejecuten la misma partitura.
