Identidades reducidas a un código

Una historia de las contraseñas

Por Martin Paul Eve

Ediciones Godot. 136 páginas

Este libro surgió de la comprobación de que existía un vacío en el ámbito académico: un estudio en profundidad sobre las contraseñas, esos códigos secretos que se han extendido en la era digital en tan grande proporción que bien podría decirse que hoy se han incorporado a nuestras vidas cotidianas. Martin Paul Eve (nacido en 1986) observó que los trabajos sobre el tema se limitaban a ser meras guías prácticas para programadores acerca de cómo implementar o derrotar sistemas de autenticación, mientras dejaban de lado el contexto histórico del uso de las contraseñas y las reflexiones filosóficas.

Eve retrocede hasta la Roma y la Grecia antiguas donde se descubrieron los principios básicos que subyacen a los sistemas de autenticación, como el "santo y seña" que compartían los soldados en épocas en las que todavía el corto alcance de las armas permitía estar a una distancia visual.

Desde allí, el autor emprende un rápido repaso por las múltiples formas que adoptaron las contraseñas a lo largo de la historia, desde la esteganografía hasta la moderna criptografía, pasando por la conocida historia de la máquina Enigma.

Luego de una muy interesante excursión por la literatura para ver el modo en que se presentaron estos mecanismos de autenticación desde Hamlet hasta el "ábrete sésamo" del cuento "Alí Babá y los cuarenta ladrones", y desde Aladino hasta Harry Potter, la reflexión de Eve va ganando en hondura.

El recorrido que propone demuestra cómo en las épocas previas las contraseñas se relacionaban con los modos en que el conocimiento compartido podía servir como intermediario de la identidad. Después, lo importante pasó a ser proteger el acceso al espacio material (disco duro), y con la creciente vulneración de claves se pasó a la idea de vincular la identidad al cuerpo de las personas con la introducción de la biometría.

Pero aquí, una vez más, Eve recuerda la falibilidad de estos sistemas y apela en su argumentación a dos películas que ya abordaron el tema desde la ficción: Sentencia previa y El demoledor, donde el personaje de Wesley Snipes hace uso de un horripilante pase biométrico por préstamo (un ojo mutilado a un guardiacárcel para escapar).

El libro de Eve trata en resumidas cuentas sobre cómo "lo que sabemos" se convirtió en "quienes somos", o sobre el modo en el que las cambiantes tecnologías de las contraseñas han moldeado culturalmente las ideas sobre la identidad.

En ese marco, las preguntas que plantea sobre la biometría conducen al tramo más valioso del ensayo: la reflexión filosófica sobre qué es, en última instancia, la identidad de una persona, lo que hay detrás de la retórica del “robo de identidad” (un discurso que sólo es posible en un mundo donde la “identidad” de la persona se entiende como la suma de sus funciones en la sociedad), y la necesidad de considerar a las contraseñas como peligrosas tecnologías de poder.

En opinión del autor, lo que viene a demostrar tanto la matemática como la biometría, es la dificultad para reconocer el núcleo de la persona, que no está en ninguna parte de su cuerpo, ni siquiera es su cerebro, sino que radica en el alma, por mucho que haya avanzado la secularización. Un insospechado punto de llegada, rebosante de sentido común, para tan azaroso viaje por el mundo digital.