Ideas de una época agitada
Tacuara y el nacionalismo
Escritos inéditos de Alberto Ezcurra Uriburu
Por Ignacio Martín Cloppet
Katejon. 306 páginas
“Tener sentido del humor es un buen signo de salud mental. Porque el humor, del que brotan la sana ironía, la risa fresca, la alegre carcajada, implica la percepción de lo absurdo, de lo contradictorio, de lo desproporcionado, de lo deforme. Y es condición imprescindible para esta percepción el ser dueño de un intelecto sano, capaz de contemplar y comprender al ser en su armonía y en el resplandor de su belleza. Por eso el humor es un privilegio del pensamiento realista”. Así se expresaba, en un artículo allá por 1981, el padre Alberto Ignacio Ezcurra Uriburu, quien supo ganarse un importante lugar en la historia del nacionalismo argentino.
Ignacio Martín Cloppet, historiador y sobrino de Ezcurra Uriburu -a quien acompañó en su lecho de muerte-, presenta en esta investigación una valiosa pieza documental que permite abordar sin intermediarios el pensamiento de quien ejerciera la jefatura del Movimiento Nacionalista Tacuara (MNT) entre los años 1957 y 1963.
Precedida por una breve pero documentada biografía de Ezcurra Uriburu (1937-1993), Cloppet reúne -por primera vez en un libro- un conjunto de 48 escritos del intelectual católico de diferentes períodos de su vida. Los mismos, muchos de ellos inéditos, abarcan desde su jefatura al frente del MNT, su período de seminarista y, en tercer lugar, ya como sacerdote.
Resulta de sumo interés adentrarse en los escritos que dan por tierra con las acusaciones que solía recibir de ser nazi y antisemita. Piezas únicas que reflejan no solo su pensamiento sino la época agitada que le tocó vivir y en la cual dejó una marca que es hoy reconocida y admirada por sus seguidores y discípulos.
“Ezcurra Uriburu fue un soldado de Cristo y de la Patria. Sería un error grave considerarlo únicamente como el nacionalista cabal que fue, Y desaprovechar el sacerdote con un perfil teológico clarividente e incisivo. No pueden separarse”, destaca Cloppet.
Con la lectura de sus textos aflora que el político y el sacerdote fueron esencialmente la misma persona: arquetipo de su tiempo y el nuestro.
“Siendo sacerdote -explica Cloppet- mitigó algunos modos de su discurso, pero nunca abdicó de sus ideas ni las aggiornó a las modas intelectuales. No tengo dudas de que fue el mejor de su tiempo, arquetipo de su generación. Se caracterizó por ser un Jefe con mayúsculas”.
En estas páginas, como asegura su autor, el lector encontrará un verdadero corpus de doctrina nacionalista y católica en la pluma de "una inteligencia intuitiva y un pensamiento penetrante de un incansable luchador por la verdad".