Roberto Elissalde, columnista de La Prensa, distinguido en la Legislatura porteña

Homenaje al hombre que “ama entrañablemente a la historia”


Una brisa de delicada nostalgia soplaba en el salón Ciudad de Montevideo de la Legislatura porteña. Añoranza por la Gran Argentina, culta, promisoria para todos los hombres de buena voluntad que habitaban su territorio. Nostalgia sí, pero también esperanza.

Como pocas veces, el salón tapizado con severa madera estuvo repleto. En la tarde noche (primaveral) del martes, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires subsanó una omisión propia de la ignorancia. El historiador, periodista y escritor Roberto Elissalde recibió el diploma como lo acredita como Personalidad Destacada en el ámbito de la Cultura. El motor eficiente de la distinción fue la legisladora Carolina Estebarena, del bloque Vamos Juntos.

Fue un acto de estricta justicia. Como bien sabe el lector de este diario, Elissalde es un tenaz investigador, un virtuoso en el arte de narrar historias, un embajador de nuestra cultura, un amoroso rescatista de hombres, mujeres, hábitos y objetos del pasado nacional. “Se dice que todo proviene de lo que se recibe en la niñez. A mí me enseñaron a querer a la Patria”, destacó el homenajeado en su discurso de agradecimiento.

LOS ELOGIOS

Además de inspirar respeto profesional, Roberto es una persona querida en el medio. Como se mencionó más arriba, el salón Montevideo se llenó. Fue necesario traer más sillas. Hubo que esperar en una cola de más media cuadra para ingresar a la Legislatura, circunstancia absolutamente inusual para un acto de esta naturaleza.

Entre los presentes se destacaban los embajadores de El Salvador, Costa Rica e Irlanda. Los máximos responsables de los Institutos Sanmartiniano, Belgraniano y Browniano; y la directora del Museo Mitre. Destacados colegas como María Saénz Quesada y Miguel Angel Di Marco.

Justamente, el ex presidente de la Academia Nacional de la Historia de la República Argentina fue uno de los tres notables que hicieron uso de la palabra después de la entrega del diploma.

Di Marco definió al homenajeado “como un hombre sabio que ama entrañablemente a la historia”. Recordó una amistad de más de medio siglo.
Momentos antes, Jorge Di Nucci, titular de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación, desgranó los saberes de su amigo: “Lecturas constantes, devoción por la investigación, conocimiento profundo de la sociedad patricia, trato directo con los protagonistas de los hechos, y -sobre todo- gran habilidad para transmitir ideas y conocimientos. Elissalde es un erudito que aprendió a comunicar”.

El tercer orador fue Fernando Sánchez Zinny, figura destacada del diario La Nación durante décadas. Recalcó la generosidad de Elissalde y su vitalidad: “Es un hombre que vive en la emoción de sus relatos”.

“Se trata de una persona -arriesgó- que es más que un periodista y un historiador, es un intelectual, que medita sobre el pasado, pero con la precisión de un genealogista”.

En su discurso, Elissalde evocó a sus maestros que hoy no están entre nosotros, con sabrosas anécdotas (otra de sus especialidades). Advirtió a la legisladora Estebarena que, en caso de recibirlo, rechazaría la distinción de vecino ilustre. Una humorada claro. “Recuerdo que una personalidad muy notoria fue designado vecino ilustre y enseguida fue averiguar si eso significaba algún tipo de beneficio impositivo. Le dijeron que no, que sólo tenía a su disposición un salón en la Legislatura para velarlo cuando llegue el momento. Efectivamente, ahí lo velaron. Esa personalidad se llamaba Alberto Castillo”.

Elissalde cerró sus alocución con una cita de su amiga Saéz Quesada: ”Afortunadamente, un historiador nunca se jubila”.

FOTO: GUSTAVO CARABAJAL