Oración de la serenidad: “Dios concédeme la serenidad para aceptar las cosas que puedo cambiar… valor para aceptar aquellas que no puedo y sabiduría para aceptar la diferencia…”. Debemos recordar esto todos los días y además recitarlo con nuestros pacientes. Nos consuela al ver tanta destrucción, pero también nos da fuerzas cuando vemos rehabilitaciones que son verdaderas resurrecciones (resurrección es que “el alma vuelve al cuerpo”) como la que vamos a narrar de Sebastián.
Hay días que vemos escenas de “cementerio a cielo abierto” por el deterioro evidente que se observa. Incluso los más experimentados nos afectamos mucho al ver el triunfo de la autodestrucción, ya que algunos eran profesionales con varios títulos universitarios.
“Doctor, no pude parar”, escucho decir. Noches eternas sin días y aparecen avejentados, demolidos y sin fe. Familias destruidas, abandonados los hijos. Depresión por doquier.
Otros se resisten a ver y niegan lo evidente de su desborde suicida. Esto durará unos días hasta cuando se encuentran con un equipo que, sin juzgar, les muestra lo negado y los ayuda a sobrellevar traumas de años que quisieron “zurcir” con químicos mientras que estos solo se “zurcen” con palabras y a veces atravesando un desierto en donde no se ve salida hasta que aparece ¡un oasis! que es el encuentro con el sí mismo a través de un diálogo enriquecedor con un terapeuta y un grupo.
A veces para llegar a la Tierra prometida hay que atravesar un desierto; pero debe ser en compañía. El tratamiento es un acompañamiento terapéutico sistemático.
Otros llegan casi ciegos con curvas de glucemia no tratadas que llevaron a este estado siendo jóvenes. El ‘crack’ (droga destructiva y letal) era el ‘oro’ que prometía omnipotencia en la Tierra, pero a su vez con la casi muerte asegurada. La ceguera fue el ¿premio? o una enfermedad crónica con la insulina como compañera de vida para no desbalancear el metabolismo.
Un paciente me sorprendió cuando me dijo que no recordaba nada de su vida desde que empezó a consumir a los 12 años y ahora tiene 21. Mente en blanco. Tardo tres meses en contármelo, luego lloró, me abrazó y me dijo: “Gracias”. Ahí empezó su rehabilitación. Quien puede decir gracias, perdón y permiso ya entra en el camino de la humildad, bases de un cambio.
Todos estos daños, mostrados anteriormente van acompañados de una “anosognosia”, o sea con una alteración cerebral que los lleva a la perdida de la lectura de sí mismo y tener una introspección con un sano juicio de realidad y a la vez la perdida de empatía en donde la desconexión lleva a la “sordera” al otro y por ende al choque frontal con una realidad que los lleva a enfrentarse con una pared de cemento.
Enfermedad que es crónica, progresiva y terminal cuando ya se instala e hipoteca zonas cerebrales claves en la cognición la memoria, la atención, el aprendizaje con daños cognitivos y con alteraciones metabólicas que pueden llevar a la diabetes por ejemplo. Y en los distintos sistemas orgánicos.
“EL SOL SIEMPRE ESTA…”
El hecho de que sea una enfermedad crónica no quiere decir que no tenga tratamiento ni tampoco que pueda existir una rehabilitación. Al contrario, dado un cambio de un sistema de vida, estilos de conducta, personas, lugares y situaciones que no se deben ya más frecuentar; todo esto configurara una rehabilitación posible.
Hace días recibo el llamado de un paciente que trate hace años (más de diez) y me refiere que va a ser director de la Agencia de Adicciones de su provincia Santa Fe. Con permiso de él redacto esto: es Sebastián Mascherano. Ejemplo de vida. Cambió todo sus hábitos y se dedicó a dar conferencias a jóvenes y familias. Llegó a dar 700 y publicó su experiencia de rehabilitación con nosotros en un libro.
Lo invitamos al programa de radio que Gradiva tiene en radio Amadeus y que se replica en Radio Tribuna de Nueva York para una red de radios latinas con A. Muney, el Doctor E. Stein y O. Lettieri todas las semanas. Todo lo que voy a describir lo hago con su permiso porque puede ayudar a muchos a salir del infierno en la Tierra que se han fabricado.
Allá, por el 2012, se me acerca un adulto joven para iniciar un tratamiento en sus 35 años. Vencido y derrotado por el consumo y por noches eternas. Su abstinencia es grande y desde su Santa Fe natal vive lo que ya era el inicio de una provincia narco. Me asombro desde los primeros días el llanto de su hijo que deseaba tener un padre. Me conmovió y creo que a él también. Todavía recuerdo a su hijo llorando mientras dibujaba en mi escritorio una familia. Esto lo impactó a Sebastián que contaba con el apoyo de toda su familia y con visitas de su hermano cuando venia de Europa donde jugaba al fútbol. Se integró rápidamente a los grupos y tuvimos largas sesiones de terapia y reuniones familiares. Como se dice habitualmente “había tocado fondo”.
Dice en la entrevista radial: “…me enseñaron a hablar”, “tuve la oportunidad de conocerme y que me curaba por la boca”; “descubrirme, mirarme al espejo”. “Basta de anestesiarme y me alejé de personas, lugares y situaciones que me pudieran llevar al consumo y me acercaban a una recaída”.
“Trataré en Santa Fe -decía- de reforzar los vínculos familiares porque la prevención empieza en la familia sabiendo que cada vez hay menos familia, pero la escuela , el barrio, los grupos culturales, deportivos, religiosos tendrán que dar su aporte”. Hoy en Santa Fe -seguía diciendo- desde los 10 u 11 años están consumiendo y hay que “destapar esa olla”.
“Yo levanté secretos, abandoné la noche, volví a ser aquel jugador de fútbol de Rosario Central que se frustró por el consumo”. Un año y medio le llevó zurcir traumas, develar secretos y se acercó fundamentalmente al sí mismo olvidado en noches eternamente autodestructivas.
En esas 700 conferencias que dio por todo el país recordó un valor básico de nuestra Institución que es el servicio: “todo lo que da vuelve doblemente”. Nuestros valores son seis:
1. Aceptación de la enfermedad (lo tenés que hacer solo porque de vos depende, pero no lo podés hacer solo).
2. Humildad.
3. Transparencia.
4. Perseverancia.
5. Reconciliación (el valor central de perdonarnos).
6. Servicio.
La renuncia al consumo y a todo lo que lo rodea corta transversalmente este conjunto de valores. El alta para un adicto -nos sigue diciendo- “no la tenemos nunca; depende de nuestros cuidados y esto se enseña”. Encontré en el centro de rehabilitación una “segunda familia” desde los terapeutas hasta las cocineras.
LEMA DE LA RECUPERACION
Por último, recuerda el lema que es parte de la iniciación de cada grupo: “Hoy estamos aquí porque no hay ningún lugar donde escondernos de nosotros mismos; hasta que una persona no pueda compartir sus secretos estos no le darán descanso; temerosos de ser conocido no podrá conocerse a sí mismo ni a los demás y estará solo; donde podremos conocernos mejor que en nuestros puntos comunes” .
Aquí juntos, una persona persona puede manifestarse claramente a sí misma no como el gigante de sus sueños ni como el enano de sus miedos sino como un hombre parte de un todo con una contribución para ofrecer; sobre esta base podremos enriquecernos y crecer, no con la muerte sino vivos para nosotros mismos y los demás. Hoy estamos aquí porque no hay ningún lugar para escondernos de nosotros mismos. Sebastián Mascherano recuerda que se puede. Hay salida.
Hay días que vemos escenas de “cementerio a cielo abierto” por el deterioro evidente que se observa. Incluso los más experimentados nos afectamos mucho al ver el triunfo de la autodestrucción, ya que algunos eran profesionales con varios títulos universitarios.
“Doctor, no pude parar”, escucho decir. Noches eternas sin días y aparecen avejentados, demolidos y sin fe. Familias destruidas, abandonados los hijos. Depresión por doquier.
Otros se resisten a ver y niegan lo evidente de su desborde suicida. Esto durará unos días hasta cuando se encuentran con un equipo que, sin juzgar, les muestra lo negado y los ayuda a sobrellevar traumas de años que quisieron “zurcir” con químicos mientras que estos solo se “zurcen” con palabras y a veces atravesando un desierto en donde no se ve salida hasta que aparece ¡un oasis! que es el encuentro con el sí mismo a través de un diálogo enriquecedor con un terapeuta y un grupo.
A veces para llegar a la Tierra prometida hay que atravesar un desierto; pero debe ser en compañía. El tratamiento es un acompañamiento terapéutico sistemático.
Otros llegan casi ciegos con curvas de glucemia no tratadas que llevaron a este estado siendo jóvenes. El ‘crack’ (droga destructiva y letal) era el ‘oro’ que prometía omnipotencia en la Tierra, pero a su vez con la casi muerte asegurada. La ceguera fue el ¿premio? o una enfermedad crónica con la insulina como compañera de vida para no desbalancear el metabolismo.
Un paciente me sorprendió cuando me dijo que no recordaba nada de su vida desde que empezó a consumir a los 12 años y ahora tiene 21. Mente en blanco. Tardo tres meses en contármelo, luego lloró, me abrazó y me dijo: “Gracias”. Ahí empezó su rehabilitación. Quien puede decir gracias, perdón y permiso ya entra en el camino de la humildad, bases de un cambio.
Todos estos daños, mostrados anteriormente van acompañados de una “anosognosia”, o sea con una alteración cerebral que los lleva a la perdida de la lectura de sí mismo y tener una introspección con un sano juicio de realidad y a la vez la perdida de empatía en donde la desconexión lleva a la “sordera” al otro y por ende al choque frontal con una realidad que los lleva a enfrentarse con una pared de cemento.
Enfermedad que es crónica, progresiva y terminal cuando ya se instala e hipoteca zonas cerebrales claves en la cognición la memoria, la atención, el aprendizaje con daños cognitivos y con alteraciones metabólicas que pueden llevar a la diabetes por ejemplo. Y en los distintos sistemas orgánicos.
“EL SOL SIEMPRE ESTA…”
El hecho de que sea una enfermedad crónica no quiere decir que no tenga tratamiento ni tampoco que pueda existir una rehabilitación. Al contrario, dado un cambio de un sistema de vida, estilos de conducta, personas, lugares y situaciones que no se deben ya más frecuentar; todo esto configurara una rehabilitación posible.
Hace días recibo el llamado de un paciente que trate hace años (más de diez) y me refiere que va a ser director de la Agencia de Adicciones de su provincia Santa Fe. Con permiso de él redacto esto: es Sebastián Mascherano. Ejemplo de vida. Cambió todo sus hábitos y se dedicó a dar conferencias a jóvenes y familias. Llegó a dar 700 y publicó su experiencia de rehabilitación con nosotros en un libro.
Lo invitamos al programa de radio que Gradiva tiene en radio Amadeus y que se replica en Radio Tribuna de Nueva York para una red de radios latinas con A. Muney, el Doctor E. Stein y O. Lettieri todas las semanas. Todo lo que voy a describir lo hago con su permiso porque puede ayudar a muchos a salir del infierno en la Tierra que se han fabricado.
Allá, por el 2012, se me acerca un adulto joven para iniciar un tratamiento en sus 35 años. Vencido y derrotado por el consumo y por noches eternas. Su abstinencia es grande y desde su Santa Fe natal vive lo que ya era el inicio de una provincia narco. Me asombro desde los primeros días el llanto de su hijo que deseaba tener un padre. Me conmovió y creo que a él también. Todavía recuerdo a su hijo llorando mientras dibujaba en mi escritorio una familia. Esto lo impactó a Sebastián que contaba con el apoyo de toda su familia y con visitas de su hermano cuando venia de Europa donde jugaba al fútbol. Se integró rápidamente a los grupos y tuvimos largas sesiones de terapia y reuniones familiares. Como se dice habitualmente “había tocado fondo”.
Dice en la entrevista radial: “…me enseñaron a hablar”, “tuve la oportunidad de conocerme y que me curaba por la boca”; “descubrirme, mirarme al espejo”. “Basta de anestesiarme y me alejé de personas, lugares y situaciones que me pudieran llevar al consumo y me acercaban a una recaída”.
“Trataré en Santa Fe -decía- de reforzar los vínculos familiares porque la prevención empieza en la familia sabiendo que cada vez hay menos familia, pero la escuela , el barrio, los grupos culturales, deportivos, religiosos tendrán que dar su aporte”. Hoy en Santa Fe -seguía diciendo- desde los 10 u 11 años están consumiendo y hay que “destapar esa olla”.
“Yo levanté secretos, abandoné la noche, volví a ser aquel jugador de fútbol de Rosario Central que se frustró por el consumo”. Un año y medio le llevó zurcir traumas, develar secretos y se acercó fundamentalmente al sí mismo olvidado en noches eternamente autodestructivas.
En esas 700 conferencias que dio por todo el país recordó un valor básico de nuestra Institución que es el servicio: “todo lo que da vuelve doblemente”. Nuestros valores son seis:
1. Aceptación de la enfermedad (lo tenés que hacer solo porque de vos depende, pero no lo podés hacer solo).
2. Humildad.
3. Transparencia.
4. Perseverancia.
5. Reconciliación (el valor central de perdonarnos).
6. Servicio.
La renuncia al consumo y a todo lo que lo rodea corta transversalmente este conjunto de valores. El alta para un adicto -nos sigue diciendo- “no la tenemos nunca; depende de nuestros cuidados y esto se enseña”. Encontré en el centro de rehabilitación una “segunda familia” desde los terapeutas hasta las cocineras.
LEMA DE LA RECUPERACION
Por último, recuerda el lema que es parte de la iniciación de cada grupo: “Hoy estamos aquí porque no hay ningún lugar donde escondernos de nosotros mismos; hasta que una persona no pueda compartir sus secretos estos no le darán descanso; temerosos de ser conocido no podrá conocerse a sí mismo ni a los demás y estará solo; donde podremos conocernos mejor que en nuestros puntos comunes” .
Aquí juntos, una persona persona puede manifestarse claramente a sí misma no como el gigante de sus sueños ni como el enano de sus miedos sino como un hombre parte de un todo con una contribución para ofrecer; sobre esta base podremos enriquecernos y crecer, no con la muerte sino vivos para nosotros mismos y los demás. Hoy estamos aquí porque no hay ningún lugar para escondernos de nosotros mismos. Sebastián Mascherano recuerda que se puede. Hay salida.