Hermanos frente a un abismo

El director Francisco Paparella conversó con La Prensa sobre su película 'Tres hermanos', que participa de la Competencia Internacional en el Festival de Cine de Mar del Plata.

­En el marco de la 37º edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata tuvo su premier mundial dentro de la Competencia Internacional 'Tres hermanos', segundo largometraje de Francisco Paparella, una historia en torno a tres hermanos que viven en la Patagonia y que no encuentran una forma de poder expresar aquello que sienten. Marcados por la impotencia, recurren a la brutalidad y al impulso desenfrenado para canalizar sus miedos y angustias. Un relato descarnado muy bien logrado desde lo narrativo y lo técnico (la película fue filmada en pandemia y en pleno invierno patagónico).

En dialogo con La Prensa, Paparella se muestra entusiasmado por las buenas repercusiones luego de la primera proyección en cines con público.

-Su anterior película ('Zanjas') y esta transcurren en locaciones similares, cerca del río. Ambas forman parte de una trilogía. ¿Qué ideas le interesa representar y cuál es el hilo conductor de estas películas y la que vendrá?

-Viví toda mi infancia y juventud en el sur, al lado de un río hermoso que aún recuerdo. Me gusta pensar el cauce del río como la vida misma, nunca es el mismo y eso me atrae. La idea de esta trilogía del río tiene su influencia en los ríos que atraviesan toda la Patagonia y que alimentan diferentes pueblos y lugares. Me interesa narrar desde ese lugar. Principalmente tenía una idea de cómo iba a ser la primera película; la segunda fue extendiéndose y ahora estoy desarrollando otros proyectos que tienen relación directa con eso porque siento mucha conexión con la naturaleza en general.

-Estos hermanos no pueden expresarse con facilidad. ¿Cómo pensó los personajes? ¿Se inspiró en personas y problemas reales?

-Si bien hay una inspiración en gente del lugar, también hay mucha ficción. Sin duda hay cosas que traigo, situaciones que me han pasado; por ejemplo, recuerdo estar yendo a jugar al fútbol con un amigo de la escuela, me estaba llevando él, y para el auto, se baja en medio de una plaza y se agarra a trompadas con un tipo con total impunidad. Se vuelve a subir al auto medio sacado y me dice: 'ese tarado bailó con mi novia'. Obviamente, no volví a jugar al fútbol con él (risas). Otra situación llamativa fue cuando un chico de una familia amiga, de cinco hermanos, me contó sobre su cáncer de testículo. Yo no tenía tanta confianza con él y sin embargo me lo confió y me sorprendió. Creo que eso tiene que ver un poco con lo que yo llamo el síndrome del poeta, que sucede, por ejemplo, en las cárceles con el tipo que sabe escribir cartas y escucha a los presos, o en los barcos. La gente se acerca a esas personas para que traduzca sus emociones y la entiendan.

-¿Cómo trabajó, por un lado la hermandad y por otro las individualidades de estos tres personajes?

-Para mí son como un bloque ellos, y debía transmitir esta idea de monstruo de tres cabezas que cuida las puertas del infierno. Comparten el cuerpo y después cada una de las cabezas funciona por separado. Por eso tenía que distanciarlas entre sí. Porque además los actores se mimetizan mucho, si uno los ve juntos tienen aspectos muy parecidos. Por eso era necesario diferenciarlos y que cada uno tenga climas particulares dentro de la película. Eso se trabajó a través de los encuadres, de la posición dentro del cuadro, de la altura de la cámara y el trabajo sonoro, para identificar a cada uno con un tono particular.

Paparella opina que su película puede pensarse como el ingreso a un abismo, el descenso a los infiernos, lo salvaje como forma de expresar aquello que para estos hermanos resulta difícil comunicar con palabras. Todavía no tiene fecha de estreno comercial en nuestro país, aunque será durante los primeros meses del próximo año.