Herederos de Martín Miguel de Güemes en el Combate de Manchalá

Por Mariano Castelli *

El Ejecutivo Nacional y la ciudadanía en general deben dejar atrás las antinomias y discursos en contrario y honrar a los heroicos salteños del Ejército Argentino que hace 49 años, en pleno gobierno constitucional, realizaban tareas de mantenimiento en una escuela rural de la localidad de Manchalá, en Tucumán.

Allí se desató un violento combate entre fuerzas extremistas que incluían extranjeros, contra fuerzas legales. El ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) resolvió la destrucción del Puesto Comando Táctico de la Vta Brigada en Famaillá, mediante un ataque con características de incursión para matar oficiales y obtener armamento, empeñando para ello a su ‘Compañía de Monte, reforzada con las subunidades ‘Decididos de Córdoba’, ‘Combate de San Lorenzo’ (de Santa Fe) y ‘Héroes de Trelew’ (de Buenos Aires).

LA GUERRILLA

El 27 de Mayo de 1975 la guerrilla ocupó la Finca Sortheix, acantonándose en ella 143 guerrilleros, filmando además, una película de propaganda. Ese mismo día, en Famaillá, la Policía detuvo personas que poseían croquis de las instalaciones militares desplegadas.

Un peón retenido por los guerrilleros, pudo escapar y se presentó al comisario de la ciudad que dispuso destacar fuerzas policiales y de Gendarmería Nacional, pero “cayeron en el vacío” debido a que las fuerzas del ERP ya habían desocupado la finca durante la mañana del 28 de Mayo e iniciado la marcha para atacar su objetivo.

Ese mismo día, dos fracciones de la entonces Compañía de Ingenieros de Montaña 5 con asiento en la ciudad de Salta perteneciente a la Vta Brigada, se encontraban realizando tareas de apoyo a la comunidad en las escuelas de Manchalá y Balderrama.

La columna guerrillera de transporte (camionetas y camiones), avanzó por la ruta y se topó a las 17.30 horas con un Unimog 416 perteneciente a uno de los grupos de soldados ubicados en la Escuela de Manchalá.

La ‘Compañía de Monte’ se detuvo y los soldados vieron a un solo guerrillero que iba en el estribo de un vehículo uniformado, pero con alpargatas. Aunque desprevenidos, este último detalle los alertó. Los guerrilleros intimaron rendición, pero un soldado abrió fuego, obligando a la guerrilla a tomar cubierta. Los soldados corrieron a tomar posiciones dentro y fuera de la Escuela de Manchalá.

Con bajas en las fracciones guerrilleras, los atacantes se reorganizaron para rodear la Escuela y produjeron bajas entre la tropa del ejército.
La defensa era conducida por un suboficial de manera brillante. Agotándose la munición, se trató de romper el cerco con la evasión de un U-416 pero fue imposible.

A un kilómetro en línea recta, se encontraba otro Grupo de Ingenieros de Montaña trabajando en otra escuela, la de Balderrama. Allí, uno de los suboficiales requirió tres voluntarios, y junto a otro suboficial marchó al combate para reforzar la defensa. Al llegar fueron barridos por el fuego guerrillero y detenidos a 150 metros de la escuela, con bajas.

La defensa de la posición del Ejército en la escuela apreció erróneamente que, ante esta aproximación, se sumaban refuerzos de magnitud.
Antes de las 19, se agregó al combate otro camión con un suboficial y un soldado conductor. Ya habían descargado materiales de construcción y herramientas en la escuela vecina de Yacuchina, pues recorrían las distintas escuelas de la zona entregando logística y requiriendo materiales para el otro día.

La llegada de este vehículo evitó que una fracción guerrillera rodeara la Escuela de Manchalá por un flanco. Este refuerzo del ejército se parapetó en una zanja a la vera del camino y resistieron.

La defensa de la posición tenia éxito, de tal manera que al intimar nuevamente la rendición por parte del ERP, se propuso a los soldados, sin éxito, que entregaran a sus jefes a cambio de sus vidas.

Mientras tanto, desde Balderrama se había dado la alerta al comando de la Vta Brigada en Famaillá, donde se reunió una sección de 15 hombres para concurrir a pelear. Esta fuerza, muy pequeña debido a que el Puesto Comando Táctico de la brigada estaba circunstancialmente desprotegido por haberse ordenado a la seguridad concurrir a otros lugares, acrecienta el hecho - en historia contra fáctica- que si los guerrilleros hubieran alcanzado su objetivo, habrían casi con seguridad obtenido el éxito, debido a una relación de fuerzas superior y la sorpresa de la acción.

La aproximación nocturna con luces encendidas de este agrupamiento improvisado de tropas produjo un efecto disuasivo en los extremistas, quienes creyeron que el contraataque eran de mayor magnitud. La ‘Compañía de Monte’ guerrillera (reforzada) se replegó en dirección a la ruta 301, dispersándose en distintos grupos. Tras tres días de permanecer ocultos en distintas bases reducidas en el monte, el remanente de la fuerza guerrillera se dirigió al campamento de ‘El Tiro’.

Cuando llegaron los refuerzos, ya de noche y sin luz de luna, el silencio en Manchalá era absoluto y los defensores estaban esperando el asalto final de los guerrilleros sin saber que ya se habían retirado ante la imposibilidad de tener asegurada la victoria.

Cabe destacar que en la confusión propia del combate por los movimientos de los guerrilleros y el arribo de tropas del Ejército Argentino al lugar, el suboficial de ingenieros que venía en la columna de refuerzo y que no sabía la situación imperante, se adelantó y como forma de reconocer a tropas amigas y diferenciarlas de las adversarias, inició el canto de las estrofas de una marcha militar, la ‘Canción del Ingeniero’ (“Ingenieros, audaces guerreros ……”), respondiendo los defensores con estribillos subsiguientes y así se improvisó una señal de reconocimiento, hasta que se estableció mutuo contacto en la misma posición defensiva de la Escuela de Manchalá.

Pese a las graves heridas recibidas en algunos de sus miembros, los defensores no tuvieron muertos. De esta acción la consecuencia más grave para el ERP fueron las pérdidas de sus jefes, las logísticas y la comprobación de que los “soldados combatían”, y bien (a contrario sensu de lo que decía la propaganda), pues había determinación y valor, como salteños y argentinos.

El 20 de diciembre de 1975, en la ciudad de Salta, se realizó una formación para el ascenso a Dragoneantes a los 6 conscriptos heridos en el Combate de Manchalá y entregar a uno de ellos el premio ‘Virtud Militar’.

La heroica conducción de la defensa por parte del suboficial que lideró al grupo de soldados salteños le valió la condecoración ‘La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate’, y a dos soldados se les otorgaron las condecoraciones ‘La Nación Argentina al Herido en Combate’.

Hace años que estos heroicos guerreros están en el ostracismo y no son ni reconocidos ni indemnizados. Gobiernos anteriores se niegan a condecorarlos oficialmente, hacerles una mención de honor en el Parlamento, u otorgarles alguna compensación económica como si la tuvieron sus enemigos de aquel entonces, con espurias razones, rayanas en lo canallesco, como que “no se hace” porque fue en el marco de la ‘Operación Independencia’.

Que todo Salta se levante para homenajear a estos verdaderos herederos del General Güemes. Es hora de que en libertad, de pensamiento y acción, se haga la reparación necesaria a estos salteños, hoy fuentes de inspiración, porque lo dieron todo por el país.

*  Magister en Defensa Nacional