Hay ruido de pelota... vasca

 

“Se juega mucho en el interior… Antes era un deporte muy popular. Ahora también, ojo, pero hubo etapas, en los años 60 y 70, que era común que nuestro deporte apareciera en la tapa de la revista El Grafico, por ejemplo. Después se perdió un poco esa masividad. Y habrá que hacer alguna autocrítica desde la parte dirigencial por no haber aprovechado aquellas olas. Pero sí, te puedo decir que es muy popular”, le cuenta Esteban Zarabozo, director técnico nacional del equipo de pelota vasca, a La Prensa.

“Hay un montón de gente que lo practica. Más de lo que parece, te diría. En el interior se juega a full. Mirá, hay competencias, por lo menos, en 19 provincias. Tiene mucha tradición”, agrega, mientras hace cálculos. Zarabozo es uno de los hombres que más conoce el deporte en el país. Una disciplina que cuenta con 17 especialidades pero que, en Argentina, la que más seduce y mayor tradición tiene y en la que somos casi invencibles, es en pelota paleta (trinquete), que se inventó… acá, en Burzaco, provincia de Buenos Aires.

Hoy en día, entre 15 y 16 mil jugadores disfrutan el deporte, distribuidos en alrededor de 700 clubes que están afiliados a las distintas federaciones provinciales y lo ofrecen a lo largo y ancho del país. La mayoría de los torneos son organizados por amor al arte. Y de allí salen los jugadores que llegan a competir en el plano internacional con singular éxito, como acaba de suceder en los Juegos Panamericanos de Santiago, Chile. Aunque también existen algunos campeonatos que son exhibiciones. Y allí no faltan (importantes) apuestas… “Eso es más informal”, confirma el experimentado aunque joven entrenador de 42 años. “Lo que intentamos los formadores es no incentivar tanto ese camino. Mi puesto es en el ambiente formal”, explica.

Los Juegos Olímpicos (la pelota vasca por ahora no es parte de la gran cita mundial) o los Panamericanos (acá sí aparece y Argentina es potencia) siempre le dan visibilidad a una enorme masa de jugadores anónimos quienes, durante años, se esmeran para llegar a ser parte de esas verdaderas gestas deportivas que suelen quedar grabadas a fuego en los protagonistas. Y también en los hinchas. Y en el público en general que, a veces, descubre disciplinas gracias a triunfos como los que obtuvo la delegación albiceleste una semana atrás.

Esteban Zarabozo es el entrenador del equipo nacional de pelota vasca.

Las medallas cosechadas obraron, como suele suceder, de pantalla para que los ojos de muchos vean una buena posibilidad y puedan pensar en desarrollarse en un deporte que ni siquiera sabían que existía. Pero que… ¡es furor en Argentina! Y que se practica desde hace más de cien años. Somos muy buenos en pelota vasca. Y somo la elite de la especialidad trinquete (o pelota paleta) pero también damos pelea en las otras modalidades.

Si bien el deporte, como su nombre lo indica, encuentra sus orígenes en el norte de España y suroeste de Francia y posee sus raíces en el País Vasco, La Rioja y Navarra, también llegó a nuestras tierras y muchos rincones del mundo hace cientos de años. Hay pelotaris (así se denomina a quienes practican el deporte) en Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Costa Rica, Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Puerto Rico, Filipinas, Grecia, Guatemala, Países Bajos, India, Italia, México, Paraguay, Perú, República Dominicana, Suecia, Uruguay y Venezuela. Es decir, se trata de un deporte masivo a nivel mundial.

La Federación Internacional de Pelota Vasca (FIPV) es la entidad que regula el deporte a nivel planetario. Y en estos pagos la Confederación Argentina de Pelota es la que rige los destinos de la actividad a nivel nacional que, en los Panamericanos de Santiago que acaban de terminar (ahora se están desarrollando los Parapanamericanos), arrojaron una gran cosecha. Argentina sumó dos medallas de oro (trinquete masculino -Facundo Andreasen y Alfredo Villegas- y femenino -María Lis García y Cynthia Pinto); dos de plata (paleta de goma individual masculino -Federico Fernández- y femenino -Sabrina Andrade-) y dos de bronce (frontball femenino -Micaela Cortez- y frontenis masculino -Lorenzo Cardozo y Emiliano García-) en las distintas especialidades.

Se calcula que alrededor del 10 por ciento de la población argentina es descendiente de vascos y que, aproximadamente, 15 mil apellidos con ese origen pueblan nuestro territorio. ¿La razón? Guerras carlistas (contiendas civiles que mancharon de sangre España en el sigo XIX) y la era del franquismo contribuyeron a la llegada de hombres y mujeres desde aquellas regiones, atraídos porque en nuestras pampas podían explotar sus costumbres en producción de materia prima: agricultura, ganadería, caza y pesca.

Facundo Andreasen y Alfredo Villegas festejan con las medallas doradas obtenidas en el Panamericano de Santiago.

Según indican los libros de historia acerca de este deporte, la paleta argentina se creó en 1905, gracias al vasco francés Gabriel Martiren, a quien le decían Sardina. El hombre fue tambero y pelotari vasco francés, pero terminó nacionalizándose argentino e inventó, en Burzaco, el juego de pelota paleta, también conocida como pelota o paleta argentina. Se trata de una variante más de la pelota vasca, a la que antes solo se golpeaba con la palma de la mano (una de las maneras en que aún hoy se sigue compitiendo y fue una de las pruebas en los últimos Panamericanos).

Martiren introdujo la pelota vasca en su pueblo y organizó partidos con sus compatriotas y tamberos de la zona que se iban entusiasmando con la disciplina. Lo extraño es que Martiren no tenía grandes condiciones: era mal jugador. Y entonces se le ocurrió fabricar instrumentos, modificar un poco la forma de jugar, con la esperanza de poder ganarles a sus rivales. Comenzó por utilizar un hueso de vaca para golpear la pelota… Y después lo remplazó por una paleta de madera, con la misma forma y hecha con cajones de cerveza.

Mientras que para la pelota pensó en utilizar las de tenis que iban siendo desechadas. Estas pelotas originales, con el tiempo, se transformaron en unas de color negro, conocidas como negritas. Una vez que tuvo las paletas y las pelotas preparadas, Martiren desafió a sus peones del tambo y ¡les empezó a ganar!

Sardina quiso expandir su juego y derrotar a todos aquellos que previamente le habían ganado a pelota mano. Entonces comprobó que su invento hacía el deporte más dinámico. Instaló una cancha en el fondo de la casa de un amigo y allí se jugó el primer partido de pelota paleta.

La variante de la pelota vasca que inventó Martiren empezó a ganar adeptos en la sociedad argentina. Revolucionó el deporte. Nació la modalidad local del juego en Buenos Aires y hoy es una de las disciplinas en las que más se destacan nuestros deportistas en las grandes citas. Todo gracias a esfuerzos personales y familiares que se explican solo desde la pasión, como acaba de pasar en Chile con la increíble y exitosa delegación albiceleste de pelota vasca. Desde entonces “una sola vez perdimos con México en pelota paleta. Fue en 2019, por el título mundial. Después ganamos siempre”, confirma Zarabozo.