Hay que pasar el invierno

En la última semana el foco estuvo puesto en el recinto de la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación. Allí los legisladores debatieron en torno al proyecto oficial para eliminar la cuarta categoría del impuesto a las Ganancias, medida que beneficiaría aproximadamente a 800.000 trabajadores de altos ingresos.

En las arenas de la campaña electoral se vio a las espadas de Juntos por el Cambio argumentar en contra de la medida por considerar que su implementación sin un plan para recortar el gasto público terminaría por generar un efecto negativo sobre la economía toda.

De hecho, el diputado y economista Martín Tetaz enfatizó que desfinanciar al Estado sin que como contrapartida se produzca un racionamiento del gasto terminará por acelerar el proceso inflacionario, llevándonos hasta el borde mismo de la hiperinflación.

En medio del cruce de diatribas, Javier Milei, el candidato presidencial de La Libertad Avanza, lista que resultó la más votada en las últimas primarias, primero hizo el acting de dormirse una siesta en su banca y luego defendió el proyecto porque su esencia libertaria lo lleva a respaldar todo intento de eliminar cargas tributarias.

Lo cierto es que el Gobierno decidió impulsar la medida de eliminar Ganancias en la cuarta categoría como una especie de contrapeso a los efectos negativos de la devaluación. Con el mismo objetivo lanzó la devolución del IVA de los productos de la Canasta Básica para mejorar los ingresos de las franjas sociales con mayores necesidades.

En una nota de opinión, el economista Juan Manuel Telechea llevó adelante un análisis del proyecto massista y concluyó que “estamos en condiciones de afirmar que la medida es sumamente regresiva, lo que significa que va a provocar un incremento significativo de la desigualdad en la distribución de los ingresos. Básicamente, lo que hace el fuerte aumento del mínimo no imponible es que unas 800.000 personas ubicadas entre los estratos más altos de la población pasen a ganar en promedio alrededor de $200.000 más (para los ingresos más elevados la mejora es superior a los $400.000), lo que implica -por definición- un incremento en la brecha entre los que más ganan y el resto”.

Economistas de diversas orientaciones ideológicas advirtieron también que el excedente que dispondrá ese segmento de la población con un mayor poder adquisitivo podría derivar hacia la compra de dólares, lo cual le pondría más presión al tipo de cambio y azuzaría el proceso inflacionario. ¿El Gobierno se dio un tiro en el pie?

 

ESTRATEGIAS

El mandato es claro: el equipo económico de Patricia Bullrich ha sido enviado a pregonar el plan en todos los medios. Los expertos desfilan por canales de televisión, emisoras de radio, diarios y sitios web explicando cuáles serán las primeras medidas si la candidata electa presidenta, y cuándo las ejecutará.

Bajo el liderazgo de Carlos Melconian, la estructura comprende un panel de economistas generalistas que tiene como función armonizar y coordinar el trabajo de los equipos sectoriales. Dicen en Juntos por el Cambio que el trabajo es intenso en la búsqueda de una estrategia que les permita llevar los números paulatinamente hacia el equilibrio fiscal.

La nota de tapa del suplemento de Economía de La Prensa refleja un reportaje con Daniel Artana, uno de los generalistas del equipo. El especialista no deja dudas: el 11 de diciembre deben lanzarse las políticas para corregir los precios relativos -tarifas y dólar, entre ellos-, condición necesaria para entonces sí montar un plan de estabilización destinado a sofocar el proceso inflacionario.

Los economistas de JxC ensayan un doble juego: explican su programa económico y, al mismo tiempo, le lanzan dardos envenenados a Javier Milei, con quien disputan los votos del espacio de centro derecha. En esa pulseada le achacan al libertario su perfil teórico, su falta de praxis para administrar el caos actual.

DURA REALIDAD

A un mes de las elecciones presidenciales, Sergio Massa, el ministro-candidato, lanza cada día, cada semana, una nueva medida destinada a emparchar el maltrecho escenario económico. Nada de lo que hace alcanza, y él lo sabe, pero insiste en el afán de mantenerse a flote hasta el momento de sufragar.

Por lo pronto, el esfuerzo que realiza parece quijotesco. Su poder de convencimiento ha sido puesto a prueba como nunca antes en su carrera política. Su mensaje edulcorado choca una y otra vez contra los datos de la realidad que muestran una economía lánguida.

Durante la última semana el Indec disparó una ráfaga de datos negativos que milagrosamente no hicieron mella en la ilusión de Massa. La actividad económica se derrumbó en el último trimestre un 4,9% interanual, los precios mayoristas escalaron en agosto un 18,7%, y el desempleo se redujo al 6,2%, pero los únicos puestos de trabajo que nacen son hijos del Monotributo, mientras que el empleo informal alcanza el 36,8%.

El documento oficial habla de once aglomerados urbanos que han logrado el pleno empleo, es decir que ostentan una desocupación no mayor al 4%. Sin embargo, pese a esta envidiable situación los datos de pobreza crecen en esos distritos porque los salarios que se pagan, muchos de ellos estatales, no alcanzan a cubrir los gastos básicos.

La realidad es dura para los argentinos. Mientras tanto, el otrora presidente Alberto Fernández alertó ante las Naciones Unidas, como si fuera un canciller, sobre el ataque sufrido por Armenia a manos de Azerbaiyán; advirtió sobre la situación en Guatemala y reclamó ante la Asamblea General el fin de los bloqueos a Cuba y Venezuela.

El dólar blue inició su parábola descendente en la semana, aunque se sabe que el fenómeno es pasajero. Los economistas que no comulgan con el Gobierno alertan que en caso de que Massa no ingrese a un hipotético balotaje, se producirá otra devaluación antes de que termine octubre.

"El sector privado espera que toda la emisión monetaria que actualmente realiza el Gobierno explote en una gran devaluación tras las elecciones, que llevará la inflación a superar el 200% en el arranque de 2024, independientemente de quién gane las elecciones", alertó Ramiro Castiñeira.

La alta inflación, los salarios que no logran ganarle a los precios, los ingresos informales que se cuentan en moneditas, provocaron ya que se agravara la tendencia de la caída del consumo, pese a que los números todavía dan en positivo.

La Cámara Argentina de Comercio y Servicios alertó que

"la pérdida de dinamismo vista en los últimos meses continuaría acentuándose". Por ahora el consumo se mantiene en terreno positivo porque aquellos que tienen pesos en el bolsillo salen corriendo a comprar bienes durables antes de que sea demasiado tarde.

PERDISTE

Casi todos han perdido algo o mucho chapoteando en estos barros. Pero los jubilados siguen siendo los primeros en la fila a la hora de contar víctimas. Según un documento elaborado por la Fundación Libertad y Progreso, hasta julio de 2023 se acumulaban 12 meses consecutivos de caída en el valor real de este rubro del gasto primario.

Si tomamos sólo desde diciembre de 2019, la caída acumulada es del 22,7%. Incluso si sumamos los refuerzos discrecionales y transitorios, que no afectan el haber mínimo, el ingreso para un jubilado en la mínima llega a $124.459, lo que representa una caída del 15,7% desde 2015.

“Con esto, el haber mínimo se ubica 5% por debajo de la Canasta Básica para un adulto equivalente medida por Indec en agosto ($92.131,70). Desde diciembre de 2019, el haber mínimo acumula un incremento del 522%, claramente por debajo del aumento de la Canasta Básica Total (631%), del IPC general (621%), del rubro de Alimentos y Bebidas (692%), también del rubro de Medicamentos (591%). Y muy por debajo del tipo de cambio (898%)”.

El panorama económico es malo y las cifras del intercambio comercial, un rojo de u$s 1.100 millones en agosto, muestran que habrá que remarla para volver a terreno positivo. Este año, en los 8 meses transitados durante 2023, las exportaciones del complejo sojero se desplomaron un 61%.

Pero en 2024 pueden empezar a soplar buenos vientos. Durante el primer semestre se sentirá el latigazo de las medidas correctivas, advierten los economistas. Ya en el segundo podría venir alguna caricia, y en el 2025 la situación mejoraría de manera palpable. Sólo hay que pasar el invierno.