“Hay que evitar involucrarse en la pelea entre Estados Unidos y China”

En la nueva edición de la Guerra Fría, Argentina no debería tomar partido abiertamente, sugiere el embajador César Mayoral. El riesgo comercial de pelearse con Pekín y el beneficio de tener a Washington como aliado.

De pronto la Argentina del fin del mundo, el país quebrado y de pobreza desbordante, la economía con inflación récord, pasa entre las cuerdas y se sube al ring para participar de una pelea que no es la suya.

El gobierno libertario de Javier Milei ha decidido reorientar la política exterior y alinearse junto a Washington, tomando claro partido por uno de los bandos en la puja geopolítica que Estados Unidos sostiene con China.

El cambio de rumbo no sería un problema si no fuera porque en las últimas décadas Pekín se ha transformado en el principal comprador de granos -principalmente porotos de soja- y de carne de la Argentina. ¿Cuáles serían las consecuencias de provocar al Gigante Asiático?

Los datos del Indec muestran la paulatina mutación, tanto que China descendió al quinto lugar como destino de las exportaciones argentinas en el mes de marzo, detrás de Brasil -principal socio comercial-, Unión Europea, Estados Unidos y Chile. Todas las ventas a estos clientes subieron, salvo las chinas, que cayeron 3,5%.

La relación con China no se restringe sólo a un intercambio comercial donde priman los productos agropecuarios, sino que también es clave en el sector financiero, donde el Banco Central local y el Banco Popular chino mantienen un swap de monedas que le han permitido a la Argentina no gastar dólares al momento de cancelar compromisos comerciales bilaterales.

CAMBIO DE RUMBO

“Es obvio que el presidente Milei hace todos los esfuerzos desde que tomó el poder, incluso desde antes, para querer imponer un nuevo rumbo, un nuevo destino a la política exterior de la Argentina. En el sentido de que dijo y dejó plasmado que su alineación internacional es fundamentalmente con los Estados Unidos y con Israel. Ese fue su slogan de campaña”, explica el embajador César Mayoral, quien estuvo al frente de la Embajada Argentina en China entre 2008 y 2011, durante el gobierno de Cristina Fernández.

“Hay hechos, además de palabras, que de alguna manera manifiestan esa voluntad. De alguna forma todo lo que dijo no lo hizo. Es decir, no cambió la embajada de Tel Aviv a Jerusalem; no echó a las 50.000 personas que dijo que iba a despedir -recalca-. Es decir que hay muchas cosas que siguen siendo parte de su estrategia electoral o de poder. En política exterior eso sienta riesgos porque los que escuchan afuera no votan, no deciden las cosas en función de hacia dónde va el país sino hacia dónde va el mundo. Nosotros tenemos una pequeña historia popular, en la gente, de juzgar la política exterior como si fueran cosas que pasan en la política interior. Y no es así. En la política exterior cuando uno dice que va a atacar, el otro país cree que uno va a atacar. Milei sigue teniendo la estrategia de decir cosas que después no hace, o asusta o trata de mantener la iniciativa, como se dice ahora. La política se hace todos los días y se gobierna en función de un objetivo. Y ese objetivo para que se consolide y sea posible tiene que ser sustentable, y para ser sustentable tiene que tener el apoyo popular y también de los factores de poder. No se puede hacer una política exterior si no hay cierto guiño de la Iglesia, los sindicatos y los empresarios”.

VISITAS Y SEÑALES

-¿La visita de la general Laura Richardson, jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, es una señal de este acercamiento?

-Creo que va por ese lado. Además hay un interés de los Estados Unidos que es muy claro. Todo el mundo habla de que esta señora lo fue a ver a Milei, y Milei cometió el acto poco serio de ir a verla a Ushuaia. Un presidente no debe trasladarse a otra ciudad si viene un visitante, y mucho menos si ese visitante no es su par. Ese es un tema de él. Como todas las cosas que hace, tienen un fondo electoral o de apoyo popular y cree que viajar a Ushuaia y ver a la general le va a fortalecer el apoyo. Algunas personas pensarán que eso está bien, pero esas personas desconocen el conjunto de hechos que un presidente tiene que hacer para ser respetado por otro presidente.

-¿Qué gana y qué pierde la Argentina con un mayor acercamiento a los Estados Unidos?

-Yo creo que los Estados Unidos también quieren que la Argentina haga lo que está haciendo Milei. No es que con estos movimientos solamente se beneficia la Argentina. Estados Unidos, en un continente que tiene bastantes problemas, que está dividido, con fuerzas absolutamente encontradas, que cualquier chispazo trae un problema como fue el de Ecuador y México, o el del Esequibo entre Venezuela y Guyana, le interesa tener con los grandes países de la región, México, Brasil y Argentina, relaciones apacibles. No tener conflictos. Ese es el sector del poder estadounidense que conserva una tradición. Ahora, hay otro sector del poder con la posibilidad de que Trump gane las elecciones, entonces nos encontramos con otra realidad. De alguna manera Milei fue imprudente ya que después de haber recibido al secretario de Estado, Antony Blinken, el canciller americano, al otro día viajó a una convención conservadora del ex Tea Party, se sacó una foto con Trump y habló maravillas de él. Eso tiene sus costos, no es gratis.

-¿Se sale de sus funciones formales y desbarranca por el lado ideológico?

-Ideológico para nosotros. En el mundo nadie hace política exterior por ideología. Solamente los que no saben creen que Putin actúa así porque es comunista. Lo que está por delante de todo proyecto de política exterior serio es el interés nacional. Por interés nacional se entiende tener relaciones con los otros 192 países y las organizaciones internacionales, relaciones que a uno lo beneficien. No sólo al presidente sino al país, al futuro. La política exterior tiene que tener un elemento de futuro. Por eso hay que equilibrar los movimientos. En eso veo mucha imprudencia.

-Esto a veces es muy claro en algunos países, el hecho de tener una política de Estado. ¿En Argentina andamos a los volantazos de acuerdo a la gestión de turno?

-Depende también de a quién se quiere agradar. ¿Cuál es la ventaja de tener una relación carnal con los Estados Unidos? Una ventaja, especulando, podría ser que cuando pedimos un crédito en el Fondo Monetario, Washington no se oponga. No digo que lo va a facilitar, pero que al menos no se oponga. Pero es un tema muy corto. Y los demás también juegan, y acá es donde juega China.

-¿Cómo juega China en este triángulo?

-Creo que Milei está cometiendo un error muy grande que es meternos en una probable nueva Guerra Fría. Y si nos mete en una Guerra Fría, nos está metiendo ya de un lado. Si existe ese conflicto que cada vez avanza más, no hay que ser dependiente de China ni tener problemas con Estados Unidos por China. Pero tampoco tenerlos por Estados Unidos. En lo posible hay que evitar que la confrontación que ellos tienen nos involucre. Hay que tener el tino de esperar para ver cuál es la coyuntura, los hechos, y ahí jugar. No se puede jugar con los ojos cerrados para un lado, porque después no se puede volver.

COMERCIO EXTERIOR

-¿Deberíamos preocuparnos teniendo en cuenta el fuerte vínculo comercial que tiene Argentina con China?

-No solamente eso sino que hacemos cosas que provocan. Se puede tener un vínculo fuerte con China y no provocar a los Estados Unidos, y viceversa. Hay algunos, sobre todo del lado estadounidense, que quieren que tengamos ese conflicto. Han armado una teoría de la conspiración con la base de Neuquén como si nosotros hubiéramos regalado un territorio a espías chinos. Esto lo hacen con el objetivo de generar un problema entre nuestro país y China. No es para beneficiar a la Argentina. Creo que nadie tiene miedo de que desde ese punto en la Patagonia China se quede con algo. Lo que quieren es agradar a los Estados Unidos poniéndose en una posición extrema y rechazando lo acordado con los chinos.

-Una de las primeras medidas del Gobierno fue rechazar el ingreso a los Brics. ¿Qué lectura hace de esto?

-Eso está también ligado a lo de China. Lo rechazaron para quedar bien con los Estados Unidos. Creo que en el mundo actual hubiera sido positivo estar en ese bloque. Los Brics son un pedazo grande del poder mundial. Está China, Brasil, India y Rusia. Son cuatro países poderosos. Del otro lado está Estados Unidos, que es el mayor poder mundial y con el cual hay que tener una buena relación y tratar de sacarle la mayor cantidad de ventajas desde el punto de vista cultural y científico. Pero del otro lado están los cuatro, en un mundo donde ya empezaron otra vez los conflictos serios. Rusia no invadió Ucrania antes porque no podía. Ahora se dio cuenta de que después de haber perdido la guerra de Afganistán, de haber salido corriendo de allí, Estados Unidos no está en condiciones de reaccionar. Tiene un poder menor al que tenía. Rusia invadió porque sabía que Estados Unidos no tenía la menor posibilidad de ir allá con soldados y defender a Ucrania. Puede haber un discurso pero las armas que van no son las que necesita Ucrania, son mucho menos. Estados Unidos dice que va a ir pero no va.

-¿Tiene Milei el afán que tenía Menem de ser un protagonista en el escenario internacional apoyando ciertas causas?

-Las diferencias son grandes. Menem tenía un buen canciller que era Guido Di Tella, después de haber tenido a Domingo Cavallo un año. La canciller actual no es una experta en relaciones exteriores, no tuvo nunca un puesto en una embajada o un organismo. Es una economista. Es un elemento diferente. Menem había ganado una interna en el Partido Justicialista, con lo cual nadie podía enfrentarlo. Había votado 1 millón de personas en esa interna contra Antonio Cafiero. Estaba legitimado políticamente. Externamente lo que Di Tella dijo con poca suerte, lo de las relaciones carnales, es lo que decía Menem. Porque a Menem nadie le creía, pensaban que iba a recuperar las Malvinas a sangre y fuego. Entonces la Cancillería tuvo que hacer un esfuerzo bastante grande para cambiar la imagen de la Argentina y mandó barcos a Irak, fue a la Cumbre de No Alineados pero tuvo una exposición baja. Fue aliado Extra OTAN. Hubo hechos concretos de alineamiento. En cambio, acá todo es verbal y local. Es decir, reciben a muchas personalidades de afuera pero no se sabe de qué hablan porque no se informa. Se habla de hacer una base en Tierra del Fuego con Estados Unidos, pero no se sabe. Todo eso tiene que salir por ley. Lo que es raro es que el presidente crea que puede hacer cosas que no puede hacer.

-¿Cómo cree que se está tratando el tema Malvinas?

-A la gente que apoya a Milei, el conservadurismo argentino, no quiere tener ningún problema con Malvinas. Es un objetivo político que está en la Constitución y junta un sentimiento nacional muy fuerte. Entonces ningún jefe de Estado puede despreciarlo porque pierde muchos votos. Yo estuve en Naciones Unidas y participé varias veces en el Comité de Descolonización. Sirve para que vayan diputados y se saquen fotos; y sirve para que los kelpers digan que no tienen nada que ver con nosotros, que quieren ser independientes. Es un tema difícil de mover, pero alguna vez se va a mover y para eso hay que estar preparado. El Gobierno de Milei no le presta atención porque tiene otras prioridades como tener una relación estrecha con los Estados Unidos. Pero Estados Unidos no va a tomar partido por la Argentina en el caso Malvinas.

-¿La compra de los aviones caza F-16 es parte también de este acercamiento con Washington? Algunos especialistas remarcan que deberíamos haberle comprado los aparatos a Rusia o China para no depender de un aliado de Gran Bretaña.

-Había una negociación con China pero creo que se lo compraron para ayudar a Dinamarca a vender esa chatarra que era de Estados Unidos. Segundo porque parece que pertenecemos al bloque occidental en un momento en el que está apoyando a Ucrania en el conflicto con Rusia. Tercero, la posibilidad de tener armas de ese tipo para enfrentar a los ingleses no tiene peso. La Argentina estaba muchísimo mejor armada en 1982 cuando tomó las islas que hoy. Las Fuerzas Armadas no tienen buenos sueldos, no hacen ejercicios navales, no hay práctica. Este último aumento salarial para las fuerzas le sirve a Milei para que estén con él en el caso de que se produzca algún conflicto interno.

“Milei no se anima con Lula”

Aunque la ideología no debería primar en el terreno de las relaciones internacionales, metió la cola en el vínculo que sostienen la Argentina y Brasil. Desde el comienzo hubo un chisporroteo entre Javier Milei y Lula Da Silva, al punto de que el mandatario brasileño no asistió a la ceremonia de asunción del libertario. El problema en este entuerto es que el vecino país es nuestro principal socio comercial, una pieza clave para el comercio exterior.

-¿Qué ocurrirá con el Mercosur? Hay tensión con Lula.

-Ahí Milei no se anima. El poder económico argentino sabe que pelearse con Brasil comercialmente es caer en un aislamiento muy grande en un momento en que la economía argentina necesita crecer. Lo que necesita la industria nacional es poder exportar. ¿Y a quién le podemos exportar? A Latinoamérica en general y a Brasil en particular. Ahí hay un conflicto ideológico y una confusión creyendo que Lula no es amigo de Estados Unidos. Lula puso a Brasil en la esfera mundial y es una potencia comercial, pero no come vidrio. Es cierto que el PT tiene un ala izquierda a la que no le disgustaría tener de vez en cuanto algún chisporroteo con los Estados Unidos. Eso es la política, pero la realidad económica es que Brasil tiene una excelente relación con los Estados Unidos. Claro que tiene una mejor relación comercial con India, China y Rusia.