Había una vez…un tirano
- ¿Quieren oír una historia? – yo sé que los nietos siempre dicen que sí, así que me aprovecho…
- ¡Pero que termine bien! – dijo una de las chicas aficionadas al “happy end”.
- A la larga, todo termina bien, lo que pasa es que no siempre lo vemos...
- Eso no es cierto, abuelo. Hay cosas que terminan mal y no tienen solución -dijo un “fatalista”.
- Nosotros creemos en un Dios que hizo todas las cosas bien. Como él es omnipotente, todo “es” para el bien de su obra -le aseguré-. Miren, se los voy a probar con la historia de quien fuera uno de los peores gobernantes de todos los tiempos: Nerón.
Pero el que la historia termine bien, no significa que termine bien para él, aclaro, porque Nerón, como todos los hombres, fue libre… y eligió el mal. Pero de sus locuras salieron algunos bienes: “no hay mal que por bien no venga” dice un dicho. Y tratemos de probarlo.
Nerón es sin duda uno de los personajes más siniestros de la Historia Universal. Estamos en el siglo I después de Cristo. Hace un tiempo les había contado la historia de otro emperador, medio pariente suyo: Tiberio, el resentido. Éste no andaba lejos. Lo más triste es que cuando uno estudia su “entorno”, lo que ve es todo lo mismo: ambiciones, asesinatos, traiciones... todo. Sobrino de Calígula, otro emperador re-loco, su padre fue asesino y su famosa madre, Agripina, fue peor: mató al emperador Claudio para que su hijo asumiese el poder e hizo mil porquerías más. Es toda una serie continua de cosas horrorosas.
Lo nombraron emperador muy jovencito, duró cerca de 15 años y tenía poco más de 30 cuando termina de la peor manera, después de matar a su madre, a su hermano, a sus mujeres y amigos. Era un paranoico que no confiaba en nadie (en el fondo porque no quería a nadie).
- ¿Y eso qué es?
- Un desconfiado de todos. Creía que todos conspiraban contra él, así que terminaba asesinándolos. Los historiadores romanos hablan pestes de su gobierno, y eso a pesar de que en un tiempo tuvo como consejero a un sabio de su época, Séneca. Un gran escritor y pensador que se ve que mucho no lo pudo aconsejar… Lo obligó a que se suicide. Todo es terrible en la vida de este hombre. Justamente un paranoico es el hombre menos adecuado que existe para gobernar, y más, si como en este caso es cruel y sin moral.
- ¿Los romanos eran todos así?
- No, justamente lo que hizo grande a Roma fue lo contrario, sus virtudes, pero con Nerón se llegó a lo más bajo. Se cuenta que, como quería reconstruir la ciudad de Roma, la mandó a incendiar. Disfrutó mirando el incendio desde su palacio y cantando… Después les echó la culpa a los cristianos y desató la primera gran persecución. Entre muchos otros murieron dos santos claves de nuestra historia. San Pedro y San Pablo. Uno crucificado boca abajo (porque no se consideraba digno de morir como Nuestro Señor) y el otro, como era ciudadano romano, decapitado. A muchos otros los mandó a matar arrojándolos a fieras como leones y tigres o los crucificaba…
- Y, de toda esta fea historia, ¿qué podemos sacar de bueno?
- Un tema importante es el testimonio de los mártires. Aclaro, porque se suele usar mal esta palabra y hoy los argentinos izquierdosos llaman mártires a quienes no les corresponde: estrictamente son aquellos que fueron asesinados a causa de la Fe. Volviendo a aquellos, un autor testigo de las persecuciones dijo: “La sangre de los mártires es la semilla de los cristianos”. Y fue lo que pasó: Roma se hizo cristiana en pocos años al ver el testimonio de coherencia de los que vivían la Fe cristiana y morían por ella. El cristianismo fue muchas veces perseguido, pero siempre resurgió con fuerzas renovadas. Es un dato de la Historia, pero también es lo que la Esperanza nos anticipa.
Otra es una enseñanza sobre las personas. Una historia trágica nos enfrenta siempre con el gran interrogante, ¿la vida tiene sentido? Nerón fue, lejos, el hombre más poderoso de su tiempo. ¿De qué le sirvió? De nada. Sus terribles acciones nos enseñan que el camino del mal termina siempre en la desgracia. Cuando ya lo habían depuesto y un nuevo emperador marchaba hacia Roma, se lo describe desesperado buscando a alguien que lo pudiese ayudar. Y todos los que antes lo soportaban y aplaudían, le daban la espalda. El que cambiaba de amigos y mujeres según su capricho, quedó solo. El que, siendo emperador despreciaba a todos, al caer no tuvo ni un perro que le ladre. Ver eso, debería enseñarnos… pero igual pequeños nerones fueron renaciendo a lo largo de los siglos. Y todos han terminado mal. El poder debe ser una atracción tan terrible como destructiva, por eso el que manda debe ser siempre humilde y servicial, debe amar a su gente y a su tierra.
Por último y por un premio para todos los que sepan contestar: los argentinos debemos recordar siempre que tenemos la gloria de tener un héroe sin tacha que cumplió esas condiciones, ¿quién es?
- ¡¡¡San Martín!!! – y sí, mis nietos saben cómo hacerme feliz…