Había una vez…escuelas católicas

- Abuelo, ¿quién creés que va a ser el próximo Papa? Todo el mundo habla de eso…
- Sí, y no sabés cómo me harta…
- ¿Por qué?
- Por la cantidad de tonterías que hay oír. En verdad trato de ni mirar los noticieros. Dan cátedra tipos que ni saben hacerse la señal de la cruz... Teorizan como en la cancha, buscando candidatos, blá, blá blá… Insoportable. Y peor es en los grandes medios: una mediocridad absoluta. Ah… ¡qué fastidio me dan los “vaticanistas” argentinos! ¡Qué burros presuntuosos! Cuando sólo nos tocaría callar… y si creyeran, rezar ante el misterio.
- ¿Qué misterio?
- Misterioso es lo que está oculto ante nuestros ojos. Casi todo lo que se refiere a Dios es Misterio, aunque mucho nos ha revelado. Es un misterio también el mundo que vendrá, el que les tocará vivir a ustedes. Todo puede pasar, todo ya ha pasado. Hoy vivimos una crisis religiosa terrible que acompaña a una crisis global peor. En nuestra pobre Argentina nunca hubo tan poca gente que se declare católica: apenas el 60 % y, en la práctica, la cifra real debe ser peor. Ahora todos hablan, sin saber, del futuro Papa, pero no les importa que estemos cubiertos por una tormenta oscura de ignorancia. Sin embargo, sabemos que todo está ordenado a un Bien, y, como desconocemos ese camino, le ponemos la etiqueta de “misterio”. Confiamos con Esperanza. Aunque no nos sea fácil…
- Entonces, además de rezar, ¿qué podemos hacer?
- Ja, alejarse de la confusión que reina, no ver los noticieros de TV, ni oír las radios…
- Abuelo, ¡ya nadie hace esas cosas…!
- Bueno, tenés razón, pero ojo con internet: hay de todo, más malo que bueno… Porque estamos en el medio de una batalla y debemos cuidarnos entre todos para no desertar.
Justo me agarrás leyendo una declaración de un par de obispos irlandeses sobre las escuelas católicas. Ellos están todavía peor que nosotros. Quizás porque cayeron desde más alto. Una gran nación católica, ya no. Triste historia de un pueblo que supo ser mártir. Y creo que aciertan en el diagnóstico. Que nos toca también a nosotros, porque una de las raíces de todo este mal está en la “mala” educación católica, pobre, incoherente, desencarnada… La “no católica” hoy también es mala, pero nosotros somos más culpables, porque caímos también desde más alto y tenemos más historia. Perdoná que te hable de estas cosas, pero me preocupa mucho el futuro que les estamos dejando.
Toda mi vida se la dediqué a la educación y hoy, ya viejo, no puedo dejar de pensar en que, cuando Jesús dijo: que “todo árbol bueno da frutos buenos y el árbol malo da frutos malos”, concluyó de manera terminante “todo árbol que no da buen fruto es cortado y arrojado al fuego”. Y nuestras escuelas no han dado demasiados frutos buenos. Buena parte de nuestros dirigentes salieron de allí, de escuelas o universidades católicas, y no marcaron la diferencia. Muchos “son” cómplices del aborto (el peor crimen de nuestra historia), muchos del robo, de la corrupción. Y se ve que no les pudimos enseñar nada…
- Bueno… no es tu culpa… – me consoló; los nietos siempre son buenos, aunque saqueen nuestros chocolates.
- Se verá en el día del Juicio… No quiero aburrirte más. Sólo concluyo con un ejemplo. Hace pocos años un rector “iluminado” de una universidad católica (hoy muy famoso), decidió que para no seguir perdiendo alumnos debían reducir a unas pocas clases “y sin bochar”, toda la enseñanza de la Teología y de la Filosofía de sus carreras. El resultado práctico fue pésimo: perdieron más alumnos, se perdió el sentido de esa universidad y se estafó de allí en más a los estudiantes dándoles un sello falso. Y algo parecido pasó en otros lugares. El fruto de la descristianización de los estudios es obvio: católicos mal preparados, ignorantes de su Fe, indiferentes. Malos frutos en general. Cuando uno no conoce su Fe, ni la vive, ni la siente; y después no solamente no la puede defender de los ataques y termina, en el fondo, siendo un chanta de la Fe. Una especialidad de la casa…
- ¿Y qué tenían que ver los irlandeses?
- Ay, esta cabeza… Están preocupados porque sus escuelas no son lo que debieran ser, como tampoco las nuestras. Por de pronto, han perdido identidad y misión. Uno de esos obispos se lamentaba del alto número de docentes que enseñaban en sus escuelas y se declaraban no creyentes. ¡Es una gran incoherencia! El otro decía: “Debemos asegurarnos de que las escuelas católicas sigan siendo católicas, sin complejos”. Que sea algo que se asuma vitalmente, valientemente. Con coherencia. Por eso, y ahora sí termino, tenemos que saber en qué creemos, estudiar, conocer y dar testimonio de lo que es “en serio y sin versos” la Verdad cristiana. Calasanz, La Salle, Don Bosco y todos los grandes educadores cristianos sabían bien qué enseñar y cómo combatir los errores de su tiempo. Parece, en cambio, que ahora todo da lo mismo... Una escuela cristiana está llamada a ser “sal de la tierra”, no granola de colores.
- Y todo esto porque te pregunté por el próximo Papa…
- ¡No! Porque me hiciste acordar de la cantidad de burros y chantas que andan sueltos diciendo pavadas.
- ¿Y el “ubuntu” prometido?
- Ya llegará y quizás nos salve. Pero se los quiero contar a todos.