Opinión
Había una vez… una Navidad huancavelicana
- ¡Hola, chicos! El otro día me quejaba ante ustedes sobre cómo nos olvidamos de lo principal cuando festejamos Navidad, ¿se acuerdan?
- ¡Sí, abuelo! Fue cuando nos hablaste del primer pesebre, el de San Francisco…
- Me quedé pensando en que hay quienes todavía se esfuerzan mucho en celebrar con sentido, así que le vamos a preguntar a un amigo. Es alguien a quien aprecio mucho, don Jorge Rojas Luna. Vive en una ciudad que se llama Huancavelica, a unos 400 kilómetros de Lima, bien en las montañas. Jorge es un amante de la cultura en general y de las tradiciones de su gente, ¡se esfuerza como ninguno por conocerlas y difundirlas! Así que le pregunté para que nos cuente cómo celebran por allá y nos cuenta algunas cosas.
Primero nos cuenta que su pueblo preserva y ama sus tradiciones. Las fiestas son fiestas en serio, se preparan y se viven con fe religiosa. Primer gol. Cuando abandonamos las tradiciones, se termina perdiendo el sentido de las cosas que hacemos. Y la mayoría de los argentinos lo perdimos. Así nomás. Perú 1, Argentina 0.
Huancavelica es la Capital de un departamento situado en el corazón de los Andes, a más de 3600 metros de altura. Es una zona minera, pero como suele pasar, eso no implica fortunas para a sus pobladores, al contrario, es una zona con fuertes problemas económicos, pero con raíces, lo que sí significa una gran riqueza. Y eso se ve muy vivamente en los dos momentos fuertes del año cristiano: Navidad y Semana Santa. Allá en el medio de los Andes peruanos celebran de la misma forma que se hacía hace cien, doscientos o trescientos años. Jorge me manda estas fotos: miren qué cuidado tienen para los trajes. Cada baile tiene su historia, su arte y un sentido profundo, ¿Y se creen que la música la pasan con grabaciones? No, son orquestas en vivo. Es parte de la fiesta el prepararla: ensayando para que todo sea lindo. Porque lo que se improvisa difícilmente sale bien. Podría marcar otro gol para Perú… porque nosotros sólo somos grandes improvisadores que “atamos con alambre”.
- ¿Qué quiere decir eso, abuelo?
- Que por pereza no nos gusta planificar y hacer las cosas bien y así nos va. Pero volvamos a Huancavelica, cerquita de esa ciudad está Acobamba, a la que llaman “el paraíso de la Navidad”. Jorge nos cuenta que su gente compite para ver quien organiza mejor las celebraciones en honor al Niño Jesús. Y nos pide que veamos las “danza de los negritos”. Se celebran en muchos lados, como las de Marcas. Dicen los que bailan que, pensando en el “Niño del Dulce Nombre”, ni se cansan. Yo sí me canso solo al verlos. Pero todo eso los ayuda a darse cuenta de que la Navidad no es un día más, sino una fiesta en serio, en donde la comunidad se reencuentra, las familias se unen y las fuerzas se renueven para vivir un año más con alegría.
Y fíjense lo que les voy a decir: Huancavelica es el departamento más pobre de Perú, con mayor índice de analfabetismo, pero al mismo tiempo, con ese modo de celebrar nos están diciendo que son “ricos” y “cultos”. Porque las riquezas de un pueblo no se miden con plata y su cultura tampoco. Nosotros que hemos convertido la Navidad en un show de consumo, shoppings y Coca-Cola: nos hemos embrutecido. Perú 2, Argentina 0.
Las fiestas no son solamente “días sin trabajo o sin clases”, no son “vacaciones”, son un momento en el que los hombres se alegran porque pueden mirar más allá de las cosas que hacen todos los días. Pueden mirar entre todos hacia arriba y con esperanza. Por eso, en la historia de todos los pueblos, las principales fiestas son las religiosas.
CARIÑO Y FESTEJOS
Volviendo a la Navidad del Perú, Jorge nos señala de forma especial, una de la que me gustó el nombre: Festividad al niño nativo, al niño dulce y al niño poder de acoria. Acoria es el pueblo. La fiesta es larga y tiene de todo: bailes, concursos de bandas, recitado de coplas en honor a Jesús recién nacido, comidas típicas y, por supuesto, la Misa de Navidad. ¿Se dan cuenta todo el cariño que hay en estos festejos? Miren el cuidado que tienen sus trajes…
Yo les decía que me cansaba solo al verlos bailar. Podemos imaginar que de estas fiestas nuestros queridos hermanos peruanos también saldrán “cansados” físicamente. Pero más importante es que, para ellos, las celebraciones son lo que deben ser: un motivo para contemplar el Misterio y un impulso para vivir mejor.
- Abuelo, ¿podemos ir a ver esas fiestas?
- Uhhh… es difícil, porque nosotros también celebramos en familia… ¡pero sería lindo!
- Y, ¿cómo terminó el partido?
- Perdimos. Pero aprendiendo siempre ganamos…
- ¡Sí, abuelo! Fue cuando nos hablaste del primer pesebre, el de San Francisco…
- Me quedé pensando en que hay quienes todavía se esfuerzan mucho en celebrar con sentido, así que le vamos a preguntar a un amigo. Es alguien a quien aprecio mucho, don Jorge Rojas Luna. Vive en una ciudad que se llama Huancavelica, a unos 400 kilómetros de Lima, bien en las montañas. Jorge es un amante de la cultura en general y de las tradiciones de su gente, ¡se esfuerza como ninguno por conocerlas y difundirlas! Así que le pregunté para que nos cuente cómo celebran por allá y nos cuenta algunas cosas.
Primero nos cuenta que su pueblo preserva y ama sus tradiciones. Las fiestas son fiestas en serio, se preparan y se viven con fe religiosa. Primer gol. Cuando abandonamos las tradiciones, se termina perdiendo el sentido de las cosas que hacemos. Y la mayoría de los argentinos lo perdimos. Así nomás. Perú 1, Argentina 0.
Huancavelica es la Capital de un departamento situado en el corazón de los Andes, a más de 3600 metros de altura. Es una zona minera, pero como suele pasar, eso no implica fortunas para a sus pobladores, al contrario, es una zona con fuertes problemas económicos, pero con raíces, lo que sí significa una gran riqueza. Y eso se ve muy vivamente en los dos momentos fuertes del año cristiano: Navidad y Semana Santa. Allá en el medio de los Andes peruanos celebran de la misma forma que se hacía hace cien, doscientos o trescientos años. Jorge me manda estas fotos: miren qué cuidado tienen para los trajes. Cada baile tiene su historia, su arte y un sentido profundo, ¿Y se creen que la música la pasan con grabaciones? No, son orquestas en vivo. Es parte de la fiesta el prepararla: ensayando para que todo sea lindo. Porque lo que se improvisa difícilmente sale bien. Podría marcar otro gol para Perú… porque nosotros sólo somos grandes improvisadores que “atamos con alambre”.
- ¿Qué quiere decir eso, abuelo?
- Que por pereza no nos gusta planificar y hacer las cosas bien y así nos va. Pero volvamos a Huancavelica, cerquita de esa ciudad está Acobamba, a la que llaman “el paraíso de la Navidad”. Jorge nos cuenta que su gente compite para ver quien organiza mejor las celebraciones en honor al Niño Jesús. Y nos pide que veamos las “danza de los negritos”. Se celebran en muchos lados, como las de Marcas. Dicen los que bailan que, pensando en el “Niño del Dulce Nombre”, ni se cansan. Yo sí me canso solo al verlos. Pero todo eso los ayuda a darse cuenta de que la Navidad no es un día más, sino una fiesta en serio, en donde la comunidad se reencuentra, las familias se unen y las fuerzas se renueven para vivir un año más con alegría.
Y fíjense lo que les voy a decir: Huancavelica es el departamento más pobre de Perú, con mayor índice de analfabetismo, pero al mismo tiempo, con ese modo de celebrar nos están diciendo que son “ricos” y “cultos”. Porque las riquezas de un pueblo no se miden con plata y su cultura tampoco. Nosotros que hemos convertido la Navidad en un show de consumo, shoppings y Coca-Cola: nos hemos embrutecido. Perú 2, Argentina 0.
Las fiestas no son solamente “días sin trabajo o sin clases”, no son “vacaciones”, son un momento en el que los hombres se alegran porque pueden mirar más allá de las cosas que hacen todos los días. Pueden mirar entre todos hacia arriba y con esperanza. Por eso, en la historia de todos los pueblos, las principales fiestas son las religiosas.
CARIÑO Y FESTEJOS
Volviendo a la Navidad del Perú, Jorge nos señala de forma especial, una de la que me gustó el nombre: Festividad al niño nativo, al niño dulce y al niño poder de acoria. Acoria es el pueblo. La fiesta es larga y tiene de todo: bailes, concursos de bandas, recitado de coplas en honor a Jesús recién nacido, comidas típicas y, por supuesto, la Misa de Navidad. ¿Se dan cuenta todo el cariño que hay en estos festejos? Miren el cuidado que tienen sus trajes…
Yo les decía que me cansaba solo al verlos bailar. Podemos imaginar que de estas fiestas nuestros queridos hermanos peruanos también saldrán “cansados” físicamente. Pero más importante es que, para ellos, las celebraciones son lo que deben ser: un motivo para contemplar el Misterio y un impulso para vivir mejor.
- Abuelo, ¿podemos ir a ver esas fiestas?
- Uhhh… es difícil, porque nosotros también celebramos en familia… ¡pero sería lindo!
- Y, ¿cómo terminó el partido?
- Perdimos. Pero aprendiendo siempre ganamos…