Había una vez… un arco en el cielo
Me preguntaba uno de los nietos por qué la ciudad de Buenos Aires estaba llena de banderas con los colores del arcoíris. En ese momento, le contesté cualquier cosa sacándolo del tema. Me consolé pensando en que, en realidad, había menos que otros años y que la moda de lo “woke” como dicen ahora, estaba desapareciendo. Y es cierto, porque todo lo que va contra la naturaleza está destinado al fracaso. Pero también era cierto que estamos todavía asediados por las ideologías y ésta es de las peores.
El querido Chesterton supo que llegaría el día en que tendríamos que desenvainar las espadas para defender que las hojas son verdes. Y bien, ese día ya pasó y parece que no luchamos.
Cuando “no” le contestaba a mi nieto, me empezaron a aparecer imágenes violentas en la memoria. Como cuando un día, en Plaza de Mayo, nos llovían sobre la Catedral inmundicias arrojadas por “pacíficos” manifestantes “del orgullo”, elegantemente disfrazados de “Batmanes”, “Robines” “Mujer@s maravilles” que insultaban a todos y especialmente a la Iglesia, por supuesto: “basura y dictadura”.
Lo mismo pasaba a lo largo y ancho del país. Me acordaba de los chicos tucumanos escupidos mientras rezando defendían su Catedral. Los violentos aguantaban en silencio, los pretendidos defensores de la libertad insultaban, quemaban… Y lo mismo en Salta, San Luis, Mar del Plata… Trato de olvidarlo, porque me duele el recordar que la mayoría del país miraba para otro lado, los medios callaban o tergiversaban, y todo como si nada… Pero lleno de colores… Y me acuerdo de esos pocos chicos solos, sin ni siquiera pastores, que aguantaban. Escupidos. Vejados.
VICTIMAS MANIPULADAS
Pero no piensen que creo que la culpa de fondo es de aquellos manifestantes multicolores, no… Ellos también son víctimas. Peores víctimas. Manipulados. Que repiten las mismas cosas por todos lados. Que un día llorarán sus errores al darse cuenta. ¡Ojalá puedan acunar a sus niños…!
Y, cuando “no” le contestaba a mi nieto también me acordaba del “arcoíris” que iluminaba un vitral de la capilla de mi colegio. Porque el “arcoíris” es el símbolo de la alianza entre Dios y los hombres. Y apareció allá en tiempos de Noé, después del diluvio, para dar vuelta de página a una historia que se había desbandado… Me acordaba de que había una vez un arcoíris que hablaba de arrepentimiento, humildad y perdón. No de orgullo. Y Junio era el mes de la Bandera Celeste y Blanca, del Sagrado Corazón, no del orgullo. Y el verde era vida, no muerte.
Me venían a la memoria esos desaparecidos pañuelitos que habían elegido un color que no les pertenecía: porque el verde es esperanza. Y lo sumaba a la lista de las cosas que nos habían robado. Nos robaron la palabra amor, la palabra misericordia, hasta la palabra justicia… La palabra madre y la palabra padre, por no hablar de la verdad, bondad y belleza... o la paz. Nos robaron la Patria, la educación, las universidades, nos robaron el arte…
Y me acordé de todos los Lucios, los Loanes sacrificados en los oscuros altares del egoísmo, del lucro. Y aunque me los imagino ahora felices, jugando con cientos de miles de niños que ya no nacerán, sé que, sin ellos, nos estamos convirtiendo en un país de viejos. De viejos amargos y orgullosos, sedientos de placeres que se escapan. 0,4 % es lo que el último censo reveló como dato objetivo. 0,4 % es la cantidad de argentinos que se declaran LGTByalgomás. “0,4 %”. Pero, cuando en estos días a los colegios nos llegan libros para dictar “ESI” (Educación Sexual Integral), el 100 % de las historias que nos muestran son LGTBQyalgomás. 100 %, no miento. “100 %.”
EDICIONES LUJOSAS
Se acaban de distribuir en nuestras escuelas 1.100.000 de libros con ediciones lujosas. 100 % ideología, 0 % realidad, 0 % ciencia, 0 % moral. Pero eso no se lo voy a decir a mis nietos. Y trataré de que nunca se enteren, ni miren las perversiones que les proponen para “jugar” desde jardín de infantes y puedan elegir cómo vivir su opción de sexualidad desde los 2 años. Con muchos arcoíris y caritas “felices”.
Como ya se ve en otros países, hay un camino trazado para normalizar la pedofilia… pero a nadie le importa. Más muertos para oscuros altares. Más Lucios… más Loanes, más alegría fingida, pintarrajeada de colores. Más manipulación. Más angustia. Más orgullo, cuando lo que necesitamos es más humildad. ¡Ojalá mis nietos encuentren maestras valientes que los defiendan!
Después de una de esas marchas leí en una pared de Buenos Aires un graffiti que decía: “como fetos”… ¿Qué le pasaría por la cabeza al que lo escribió? Seguro que ni pensaba en lo que hacía, que se dejaba llevar por esa marea negra… Y vuelvo a decir: la culpa no es de ese 0,4 % de argentinos. Ellos también son “víctimas” de tanta confusión.
Alguno podrá creerme paranoico o “conspiracionista”, pero el río suena… Yo no sé si hay una gran mano negra o solamente es una moda pasajera, sí sé que estaríamos mucho si se volcasen esos esfuerzos en realidades urgentes como la lucha contra la desnutrición, el analfabetismo, la trata, por la vivienda, por el cuidado de los ancianos, etc.,etc.
“A ESCONDIDAS”
Los argentinos votamos con el bolsillo, mirando “el hoy” y asqueados con el que se va, pero no vemos que lo más grave siempre viene “de yapa”, sin que se mencione nunca en las propagandas electorales.
Así entró el aborto (pedofobia), la ideologización de la educación, así entrará la legalización de la eutanasia (la práctica ya está), así la pedofilia… Así todas las políticas antinaturales, antifamiliares, antinatalistas… Importadas, eso sí, y a escondidas de la gente, para que cuando nos demos cuenta, ya sean ley. Como si la ley importase. ¡Quizás un nuevo escándalo de la Wanda de turno siga distrayendo la atención de los habitantes de una patria que se cae a pedazos! Es funcional.
Hasta los pueda mover a pensar que las mascotas son mejores que los hijos. ¡Molestan menos, cuestan menos y no cuestionan! Quizás mañana ya no se puedan pagar las jubilaciones, porque ni los perritos, ni los gatitos aportan. Y allí se darán cuenta de que el pasto era verde y el verde “era” vida. Y de que el arcoíris es un regalo de Dios para que no nos olvidemos de lo importante.
Quizás, también, entonces sea tarde para luchar, pero estará alboreando el día en que la belleza de un arco en el cielo anuncie lo que estamos esperando: que la tormenta pasó.