Opinión
Había una vez… leales y traidores
- Abuelo, un compañero me dijo que San Martín fue un traidor, que lo había visto en YouTube, ¿es cierto? - ¡No! Es una fea mentira… pero que se repite últimamente en algunos lados. En primer lugar, no hay que hacer demasiado caso a los videítos de YouTube, porque hay de todo y, como pasa siempre, hay más malo que bueno. Y, más en aquellos que se refieren a temas históricos, para los que hay que estudiar en serio, consultar fuentes, documentos… Si la “historia falsificada” es abundante entre los libros, imagínate ahí, en donde cualquiera se cree con méritos para decir lo que se le ocurra. - Él me dijo que había traicionado a España y que estaba a favor de los ingleses.
- Ves lo que te digo… En verdad son dos argumentos insostenibles. Nadie que conozca mínimamente al personaje, podría decir algo así sin vergüenza de saberse mentiroso. Mirá, hace pocos días salió un libro titulado “General San Martín, Arquetipo de la Hispanidad”. Lo escribió un amigo, Antonio Caponnetto, algún día podrás leerlo y ver con todos los detalles que, frente a esas acusaciones (y a otras), San Martín no solamente fue inocente, fue todo lo contrario de lo que culpan. Si querés un día lo charlamos, pero por de pronto, ni vale la pena que nos amarguemos… ¡Hay que mandarlos a estudiar y a otra cosa!
- Pero, ¿por qué quieren ensuciarlo?
- Ah, eso sí que vale la pena analizarlo. Por un lado, lo escandaloso siempre vende más. Especialmente en las redes. Por otro, ¿te acordás de ese refrán que dice “cree el ladrón que todos son de su condición”? Hay también buena parte de eso. Existe un deseo de desconocer la grandeza de los héroes, “bajarlos de sus estatuas”, porque, ante todo, en estas épocas, los héroes molestan. ¡Cómo no va a molestar la integridad de nuestro Gran Capitán en un mundo que sólo sabe mirarse el ombligo! ¡En un país como el nuestro, que está gobernado por traidores desde hace décadas! Y existe también un recurso psicológico frecuente, con el que los hombres suelen criticar a los demás especialmente a través de sus propios defectos.
- No te entiendo…
- Te doy un ejemplo: el chismoso suele ser muy duro con los chismosos. Y los traidores ven traidores por todas partes. Aunque más allá de este disparate que dicen de San Martín, es interesante que miremos el problema en general. ¿Qué es un traidor?
- Alguien que traiciona… miente…
- Claro. Traicionar es “entregar al enemigo”, “faltar a la palabra dada”, fallarle sobre todo a quien no debo, ni puedo hacerlo: a Dios, a la Patria, a la familia, a los amigos. ¿Y por qué lo harían? ¿Por qué se traicionan “fidelidades” debidas? No se traiciona a los enemigos. ¿Por qué será?
- ¿Por ambición?
- Sí, quizás el primer paso sea el del miedo y el último, el peor aún, por corrupción profunda… En el fondo es siempre por orgullo, por egoísmo, egocentrismo, obsesión por el propio yo. Te hablé antes de “mirarse el ombligo”, pero eso que al principio puede tomar el camino superficial de la vanidad, termina, si no se frena en la caída, en el abismo de la maldad. Esa es la corrupción de la que te hablaba… En la traición lo primero que cae es la verdad, y después, enseguida, todo lo bueno.
Acordate de esto: entre los apóstoles de Jesús, Pedro traicionó por debilidad, miedo. Después frenó su caída, se arrepintió. Judas, en cambio, traicionó sobre todo por ambición, quizás sumada a la envidia. Y cayó en la desesperanza absoluta con el mal fin que le conocemos. Pedro fue muy consciente del mal hecho y lo lloró toda su vida, aunque se sabía perdonado. El desesperado traiciona doblemente, porque no cree en el perdón. No mira para arriba, sólo se mira así mismo. Y por supuesto, cree que los culpables son los demás. Y por eso termina siempre mal.
Y fijate que ninguna de las características típicas de los traidores se acerca en lo más mínimo al temple sanmartiniano. El traidor suele ser manipulador, buscando satisfacer sus propios intereses sin importar el daño que cause a otros. Utiliza el engaño y la mentira para lograr sus objetivos. No siente remordimientos por el daño provocado y se justifica con razones que muchas veces son válidas solo para él. Eso hace que no le importe nada de los demás mientras no les sirvan a sus propósitos: no le importa nada ni el sufrimiento ajeno, ni su alegría Si los llega a mencionar, solo es para engañar. Para él, como decíamos, no existe la lealtad. Solamente mira su objetivo personal. Generalmente son personas de psicología débil, enfermizas, inseguros, que para ocultarlo necesitan controlar todo y ponerse siempre en el primer lugar, pero como al mismo tiempo suelen ser cobardes y desconfiados de todos, muchas veces se sienten perseguidos y eso alimenta su odio hacia todo lo que sea bueno y verdadero. O mejor dicho hacia todas las personas que viven con valore verdaderos.
¿Vos te acordás esa famosa frase del General San Martín (que en realidad no es una idea original de él, sino que refleja su sana filosofía): “Serás lo que debas ser…? - … si no, eres nada” – completó con seguridad. - ¡10 puntos! Cuando no “somos lo que debemos ser”, empezamos por traicionarnos a nosotros mismos y terminamos traicionando a todo lo demás, aun creyendo que obramos en nuestro beneficio. El egoísmo, por eso, siempre es la puerta de entrada de la traición. Y la traición, la del infierno en esta tierra anticipando el de más allá. Somos “lo que debemos ser” cuando sabemos, como lo sabía San Martín, que tenemos una misión para cumplir en esta vida. Que, aunque esa misión parezca a veces imposible, es la que da sentido a nuestras vidas. Que siempre esa misión está más allá de las ventajas personales y exige “sacrificios”, pero que esos sacrificios son, como lo dice la palabra, “hacer algo sagrado”. Que cuando más alta sea la misión, mayor cantidad de críticas se van a recibir. Pero también, debemos tener claro que el premio es siempre glorioso y eterno. San Martín fue todo lo opuesto a un traidor: fue austero, leal a sus principios, a la verdad, al bien, a la felicidad de su gente. “Fue lo que estaba llamado a ser” y así alcanzó la gloria, como espero que hagas vos…
- ¿Y el cuento que me ibas a contar?
- Uy, los traidores me distrajeron. Prometido para la próxima.
- Ves lo que te digo… En verdad son dos argumentos insostenibles. Nadie que conozca mínimamente al personaje, podría decir algo así sin vergüenza de saberse mentiroso. Mirá, hace pocos días salió un libro titulado “General San Martín, Arquetipo de la Hispanidad”. Lo escribió un amigo, Antonio Caponnetto, algún día podrás leerlo y ver con todos los detalles que, frente a esas acusaciones (y a otras), San Martín no solamente fue inocente, fue todo lo contrario de lo que culpan. Si querés un día lo charlamos, pero por de pronto, ni vale la pena que nos amarguemos… ¡Hay que mandarlos a estudiar y a otra cosa!
- Pero, ¿por qué quieren ensuciarlo?
- Ah, eso sí que vale la pena analizarlo. Por un lado, lo escandaloso siempre vende más. Especialmente en las redes. Por otro, ¿te acordás de ese refrán que dice “cree el ladrón que todos son de su condición”? Hay también buena parte de eso. Existe un deseo de desconocer la grandeza de los héroes, “bajarlos de sus estatuas”, porque, ante todo, en estas épocas, los héroes molestan. ¡Cómo no va a molestar la integridad de nuestro Gran Capitán en un mundo que sólo sabe mirarse el ombligo! ¡En un país como el nuestro, que está gobernado por traidores desde hace décadas! Y existe también un recurso psicológico frecuente, con el que los hombres suelen criticar a los demás especialmente a través de sus propios defectos.
- No te entiendo…
- Te doy un ejemplo: el chismoso suele ser muy duro con los chismosos. Y los traidores ven traidores por todas partes. Aunque más allá de este disparate que dicen de San Martín, es interesante que miremos el problema en general. ¿Qué es un traidor?
- Alguien que traiciona… miente…
- Claro. Traicionar es “entregar al enemigo”, “faltar a la palabra dada”, fallarle sobre todo a quien no debo, ni puedo hacerlo: a Dios, a la Patria, a la familia, a los amigos. ¿Y por qué lo harían? ¿Por qué se traicionan “fidelidades” debidas? No se traiciona a los enemigos. ¿Por qué será?
- ¿Por ambición?
- Sí, quizás el primer paso sea el del miedo y el último, el peor aún, por corrupción profunda… En el fondo es siempre por orgullo, por egoísmo, egocentrismo, obsesión por el propio yo. Te hablé antes de “mirarse el ombligo”, pero eso que al principio puede tomar el camino superficial de la vanidad, termina, si no se frena en la caída, en el abismo de la maldad. Esa es la corrupción de la que te hablaba… En la traición lo primero que cae es la verdad, y después, enseguida, todo lo bueno.
Acordate de esto: entre los apóstoles de Jesús, Pedro traicionó por debilidad, miedo. Después frenó su caída, se arrepintió. Judas, en cambio, traicionó sobre todo por ambición, quizás sumada a la envidia. Y cayó en la desesperanza absoluta con el mal fin que le conocemos. Pedro fue muy consciente del mal hecho y lo lloró toda su vida, aunque se sabía perdonado. El desesperado traiciona doblemente, porque no cree en el perdón. No mira para arriba, sólo se mira así mismo. Y por supuesto, cree que los culpables son los demás. Y por eso termina siempre mal.
Y fijate que ninguna de las características típicas de los traidores se acerca en lo más mínimo al temple sanmartiniano. El traidor suele ser manipulador, buscando satisfacer sus propios intereses sin importar el daño que cause a otros. Utiliza el engaño y la mentira para lograr sus objetivos. No siente remordimientos por el daño provocado y se justifica con razones que muchas veces son válidas solo para él. Eso hace que no le importe nada de los demás mientras no les sirvan a sus propósitos: no le importa nada ni el sufrimiento ajeno, ni su alegría Si los llega a mencionar, solo es para engañar. Para él, como decíamos, no existe la lealtad. Solamente mira su objetivo personal. Generalmente son personas de psicología débil, enfermizas, inseguros, que para ocultarlo necesitan controlar todo y ponerse siempre en el primer lugar, pero como al mismo tiempo suelen ser cobardes y desconfiados de todos, muchas veces se sienten perseguidos y eso alimenta su odio hacia todo lo que sea bueno y verdadero. O mejor dicho hacia todas las personas que viven con valore verdaderos.
¿Vos te acordás esa famosa frase del General San Martín (que en realidad no es una idea original de él, sino que refleja su sana filosofía): “Serás lo que debas ser…? - … si no, eres nada” – completó con seguridad. - ¡10 puntos! Cuando no “somos lo que debemos ser”, empezamos por traicionarnos a nosotros mismos y terminamos traicionando a todo lo demás, aun creyendo que obramos en nuestro beneficio. El egoísmo, por eso, siempre es la puerta de entrada de la traición. Y la traición, la del infierno en esta tierra anticipando el de más allá. Somos “lo que debemos ser” cuando sabemos, como lo sabía San Martín, que tenemos una misión para cumplir en esta vida. Que, aunque esa misión parezca a veces imposible, es la que da sentido a nuestras vidas. Que siempre esa misión está más allá de las ventajas personales y exige “sacrificios”, pero que esos sacrificios son, como lo dice la palabra, “hacer algo sagrado”. Que cuando más alta sea la misión, mayor cantidad de críticas se van a recibir. Pero también, debemos tener claro que el premio es siempre glorioso y eterno. San Martín fue todo lo opuesto a un traidor: fue austero, leal a sus principios, a la verdad, al bien, a la felicidad de su gente. “Fue lo que estaba llamado a ser” y así alcanzó la gloria, como espero que hagas vos…
- ¿Y el cuento que me ibas a contar?
- Uy, los traidores me distrajeron. Prometido para la próxima.