Grato reencuentro con la zarzuela

Con un elenco de primera línea, en el Teatro Avenida.


‘Viva la zarzuela’. Con obras de Vives, Moreno Torroba, Bretón, Chapí, Sorozábal, Soutullo y Vert, Alonso, Pérez Soriano y Chueca y Valverde. Dirección general: Jorge Mazzini. Con: Leonardo López Linares, Rocío Arbizu, Fermín Prieto, Reinaldo Samaniego, Alla Avetisyan, Leo Menna (canto); Alexis Frank, Gastón Stazzone, Vico Zapata, Luján Obron, Jessica Rosillo, Giselle Savastano, Mónica Luque (baile); Mari Cruz Utrera (actuación); Gabriel Espósito, (cantaor); Coro y Ballet Clásico Español. El sábado 22, en el teatro Avenida.


 

Epicentro incuestionable desde siempre del arte musical español, canto y danza, el Teatro Avenida tuvo el sábado un reencuentro con sus grandes noches. Porque bajo la conducción general de Jorge Mazzini, hombre de la escena de dilatada y relevante carrera, la producción denominada ‘Viva la zarzuela’ mostró calidad, dinamismo y tensión a lo largo de más de una hora y media, y terminó con el público que colmaba la sala batiendo palmas acompasadamente en el pasodoble ‘Los nardos’, de ‘Las Leandras’, con el que culminó la velada (que se repite una vez por mes).

UN TRIPODE EFICAZ

Espectáculo por cierto alegre, fluido, florido (con algunos fragmentos más reconcentrados: ‘Luisa Fernanda’), su acción transcurrió sobre un escenario desnudo, dotado sólo de practicables laterales y una iluminación preferentemente rosa y vaporosa de fondo. Su éxito, y se lo debe decir, se asentó sustancialmente en tres vectores de positiva y pareja confluencia: la puesta, el baile y los cantantes.

En lo que hace al marco visual, cabe apuntar que un vestuario de excelente factura (Mario Pera Ochoa y Pablo Bonnet) contribuyó a dotar de espléndido colorido al tinglado. Pero además, la pericia de Mazzini quedó una vez más acreditada por el armado impecable de la representación, ajustada en todos sus detalles, reflejo de un dinamismo sin pausas, siempre tensa, genuinamente hispana hasta la médula, contagiosamente entretenida.

DANZA Y VOCES

La labor del Ballet Clásico Español fue, por su lado, de muy alto nivel. Con figuras enérgicas, de categórica y esbelta sincronización, a favor de un diseño coreográfico de respiración raigalmente castiza (Jessica Rosillo, Gastón Stazzone), las castañuelas y el zapateo, el taconeo y el ademán decidido conformaron una entrega de conjunto de agraciada fuerza expresiva (el célebre ‘Intermezzo’ de ‘La leyenda del beso’ mostró asimismo un esquema estilizado).

Integraron el elenco la actriz Mari Cruz Utrera y el cantaor Gabriel Espósito (las inigualables soleares de ‘La verbena de la Paloma’), además del comediante peninsular Paco Ortega Ramos (Don Hilarión), todos de muy eficiente cometido. En cuanto al plano vocal, y dejando aclarado que los cantantes integraron adecuadamente sus voces a una banda sonora, cabe afirmar que todos ellos se manejaron con esmerada corrección, sin perjuicio de dificultades de fraseo y matices propias de la técnica de amplificación utilizada. Podemos decir, de todos modos, que el barítono Leonardo López Linares lució registro entero y rotundo, la soprano Rocío Arbizu, fina y segura línea, y el tenor Fermín Prieto, atrayente timbre y vibración. Su colega Reinaldo Samaniego junto a Alla Avetisyan y Leo Menna completaron el reparto con metal parejo y emisión franca.

Una reflexión final: compuesta por bellísimas y conocidas páginas del repertorio lírico ibérico, quedó claro en esta jornada que ya no es posible seguir llamando (tal vez por comodidad) “género chico” a la zarzuela. Con la misma clasificación peyorativa deberíamos inferiorizar entonces a esa verdadera obra maestra que es ‘El murciélago’ o a tantas y tan valiosas otras operetas. La zarzuela constituye en definitiva una de las expresiones más bonitas y viscerales del arte español, de las esencias telúricas más genuinas de un pueblo y de una nación.

Calificación: Muy bueno