Grato recital de tinte barroco

Recital de Jakub Jósef Orlinski e Il Pomo d'Oro (dir.: Maxim Emelyanychev). Sinfonías y arias de óperas de Francesco Cavalli, Giovanni Antonio Boretti, Giovanni Battista Bononcini, Francesco Bartolomeo Conti, Luca Antonio Predieri, Georg Friedrich Haendel, Johann Adolf Hasse, Nicola Matteis y Giuseppe María Orlandini. El lunes 8, en el teatro Colón.

El lunes y ante una sala bien poblada, el Colón ofreció una nueva velada correspondiente a su ciclo de Grandes Intérpretes. En la ocasión hizo su debut en nuestro medio un cantante de moda en el hemisferio Norte, el contratenor Jakub Józef Orlinski (31), y la sesión, consagrada por entero al barroco, con páginas incluso de autores poco conocidos en el mundo actual, con sus más y sus menos resultó agradable, aunque por razones obvias un tanto monocorde.­

­

VOZ ANTINATURAL­

Conviene aclarar, para centrar adecuadamente la cuestión, que si bien los números de que se trata estaban concebidos para cantantes castrados, el registro de estos intérpretes (algunos de larga celebridad) no era el de los contratenores (o impropiamente falsetistas, porque su mecanismo de impostación es netamente distinto). Porque como bien lo señaló hace ya un buen tiempo Dominique Fernandez (`Plaisir a l'italienne'), el metal propio de los castrati, tanto en volumen, en acentuaciones, en timbre y penetración correspondía a una voz natural, propia del género masculino al que pertenecían, por supuesto, con la aberración quirúrgica que ya sabemos (es por ello que su suntuosa, potente y sexualizada llegada envolvía tanto a la audiencia femenina).­

Novedad de hace algunas décadas, los contratenores, en cambio, son dueños de un registro artificial, colocado como ``voz de cabeza'', con apoyos (y aún sin apoyos) completamente distintos de los que pertenecen a la técnica vocal tradicional (que usaban los castrados). En esta dirección, y como es evidente, su discurso encuentra límites por la rigidez y circunscripción de la emisión, cuadrada, encarrilada de una sola manera, lo que afecta la realización de inflexiones, la sensibilidad del fraseo, la emocionalidad expresiva. Es que al no tratarse del retintín normal de la persona humana, despojado de su inasible riqueza, es como si se levantara una cortina que impidiera acceder a la plenitud de sus reverberaciones, sus armónicos, el alma de su cuerpo y vocalidad.­

­

CONTEXTO DELICADO­

En este marco, cabe apuntar que el artista varsoviano lució en todo momento una línea de acabado buen gusto, ornamentaciones de exquisita limpieza y un manejo de su órgano vocal de menores rigores que sus colegas. Ello le permitió manejarse con medias voces y cierta fluidez, y abordar el repertorio seleccionado (reproducción casi tal cual de `Facce d'amore', de 2019/2020, disco de arias barrocas distinguido con un International Opera Awards) con impecable estilo, comodidad y soltura, en el contexto de tesituras distanciadas de los extremos grave y sobreagudo. Su engarce colorístico, desde otro ángulo, fue siempre delicado y bonito.­

Sin embargo, y aparte de un volumen no precisamente caudaloso (de todas maneras la voz corre bien), y de su simpático histrionismo, ya en la segunda parte la afinación de Orlinski se tornó relativa, y el estiramiento de las notas en mezzoforte y forte condujo a una caladura (o descubierto tonal) casi permanente. Esto sin perjuicio de alguna dicotomía en la línea de sutura del pasaje bajo.­

El recital contó con el positivo acompañamiento del conjunto instrumental Il Pomo d'Oro, conducido con particular vibración y acertados claroscuros por su titular, el maestro ruso Maxim Emelyanychev (34). Con instrumentos de época, el grupo estuvo integrado esta vez sólo por siete músicos, quizás para no cubrir la sonoridad del contratenor; su plantel normal va de quince a diecisiete miembros.­

­

Calificación: Bueno­