Gardel en la pantalla grande: a 90 años del legado inmortal

En 2025 se cumplen, 90 años del estreno de dos películas que marcaron un hito en la historia del cine argentino y latinoamericano: El día que me quieras y Tango Bar.

Por Walter Santoro (*)

En el marco del Año Gardeliano, declarado en homenaje a la gesta de estos dos artistas que supieron transformar el tango en una emoción global, resulta imprescindible volver sobre aquellos días de 1935, cuando desde los estudios de la Paramount en Nueva York, Gardel filmó sus dos obras más entrañables y dramáticas. Estas obras no solo consolidaron su figura internacional, sino que anticiparon —sin saberlo— su despedida definitiva del cine y de la vida y, sin saberlo, comenzó a construir su leyenda.

EL DIA QUE ME QUIERAS
En el 90 aniversario de la filmación de El día que me quieras, la película más íntima y conmovedora de Carlos Gardel, volvemos sobre los pasos del Zorzal en los estudios de la Paramount de Nueva York.
Fue allí, entre enero y febrero de 1935, donde Gardel alcanzó la cumbre de su arte cinematográfico. Su voz, su rostro y su emoción quedaron grabados no solo en celuloide, sino en la memoria popular.

GARDEL EN PLENITUD
En 1935, Carlos Gardel ya no era simplemente el cantor del Abasto. Era una figura internacional, con contratos discográficos en RCA Víctor, grabaciones en tres idiomas y la atención de la Paramount Pictures.
Pero más allá del negocio, Gardel buscaba una obra que lo representara por completo: como artista, como actor, como argentino.
Ese deseo tomó forma en El día que me quieras, escrita por Alfredo Le Pera y dirigida por John Reinhardt. La dupla creativa había afilado su química, y la producción estaba pensada "a medida" del cantor. “Mis libretos deben ser como un traje: hechos para mí”, decía Gardel. Le Pera, siempre agudo, le respondía: “Entonces buscate un sastre”.
Gardel leyó por primera vez el libreto en su departamento del Middletowne. Al terminarlo, exclamó:
“Macanudo, viejo. Esto merece una celebración. ¡Vamos al Santa Lucía!”. Allí pidió su plato favorito: spaghetti al ajo y hongos "a la Don Gabrielle".

UN REQUIEM CRIOLLO
Uno de los momentos más dramáticos del film es cuando el personaje de Gardel, Julio Argüelles, pierde a su esposa. La escena está acompañada por el tango “Sus ojos se cerraron”, cuya interpretación —según quienes estuvieron presentes— dejó al estudio en silencio absoluto.
Gardel ensayó durante días, buscando la entonación perfecta. Decía: “¿Cómo empiezo? ¿Con dolor contenido? ¿Con un grito amargo?”
Después de varios intentos fallidos y noches de estudio en su departamento, encontró el tono exacto un domingo por la mañana, descansado y lúcido. El rodaje se realizó con una orquesta oculta fuera de cámara, para no romper la atmósfera.
La toma fue sublime. Al terminar, Gardel cayó exhausto en su silla. Terig Tucci lo abrazó. Él, con voz entrecortada, solo dijo: “¡Macanudo, Tucci, macanudo!”.
Fue, dicen, su interpretación más perfecta.

ENTRE RISAS Y COMPLICIDAD
La filmación también tuvo momentos cómicos. En la escena en que Gardel lleva en brazos a Rosita Moreno al atravesar el umbral de su casa, tropezó y ambos cayeron al suelo. El equipo corrió a socorrerlos, pero los encontró riendo a carcajadas.
Esa noche, entre copas, Le Pera bromeaba: “Esa chica no pesa nada. ¡Cómo pudiste caer!”
Gardel, desafiante, respondió: “No fue el peso. Tropecé, simplemente. ¡Apuesto diez a uno a que puedo cargar a cuatro de ustedes!”
Todos huyeron para evitar ser levantados.

LA EMOCION DE PIAZOLLA
Gardel invitó a participar del rodaje a un joven bandoneonista de 14 años: Astor Piazzolla, quien aparece brevemente como canillita. En la comida de despedida, Piazzolla tocó el tango “Arrabal amargo” junto a Gardel. Años después diría: “Fue mi primer tango. Y lo toqué con Gardel. Nunca lo olvidaré”.

UN LEGADO NACIDO DEL ESFUERZO
El rodaje duró menos de tres semanas. La producción no tuvo grandes presupuestos, pero cada escena fue pensada con obsesión por la calidad. Gardel corregía las letras, sugería movimientos, cuidaba su vestuario. Nada quedaba librado al azar.
El reparto incluyó a Rosita Moreno, Tito Lusiardo, Manuel Peluffo, entre otros. El argumento, dividido en dos partes, mostraba al Gardel más humano: padre, esposo, artista y heredero de un linaje que intenta reconciliarse con su historia.

ESTRENO Y CONSAGRACION
Gardel escribió a su madre: “Esta película mía se ha estrenado en el cine Broadway de Buenos Aires con un enorme éxito, superior a Cuesta abajo. Es muy sentimental. La gente llorará. Yo estoy hecho un gran actor dramático”.
Y tenía razón. El éxito fue inmediato. La película fue proyectada en toda América Latina y España. El día que me quieras se convirtió en una obra de culto. Su tema principal, junto a Volver, Soledad y Golondrinas, grabados para RCA Víctor, fueron éxitos rotundos.
Noventa años después, las películas del 35 no son un recuerdo. Son legado. Son emoción aún fresca. Son la voz de Gardel que sigue diciéndonos, desde cada plano, quiénes fuimos, quiénes somos y lo que podemos ser. Como dijo en una de sus últimas cartas: “En esta película la gente llorará, es muy sentimental y yo estoy hecho un gran actor dramático. Va a ser el éxito más grande que he tenido.”
Y lo fue. Y lo sigue siendo.

(*) Presidente fundación internacional Carlos Gardel