ACUARELAS PORTEÑAS

Galicismos en tangos

Según se sabe, los primeros tangos tuvieron un origen prostibulario. Se caracterizaban por: a) carecer de letra, o b) tener una letra muy rudimentaria, más bien de propósitos mnemónicos. En este último caso, su contenido solía ser procaz y aludía de manera grosera a las consabidas actividades del burdel.

Tengo ante mis ojos el disco La mala vida, grabado por el Sexteto de la Guardia en fecha ignota (calculo que hacia 1970).

Dos bandoneones, dos violines, una guitarra y una flauta evocan el sonido de los primitivos tangos de lenocinio de fines del siglo XIX y principios del XX. Algunos de sus títulos son Echale Bufach (marca de cierto insecticida) al catre; Queco (= prostíbulo); La budinera (= el culo), y otros que ni siquiera me atrevo a transcribir.

ADECENTADO

Ya hacia 1920 el tango se adecentó y entró sin escándalo en la vida corriente de los argentinos. Entonces los autores de las letras tuvieron también mayores ambiciones poéticas. Unos, con más o menos capacidad literaria, y otros, sin ninguna, lo cierto es que cada cual procuró escribir un pequeño poema meritorio.

Más de cuatro de ellos recurren al tema de la muchacha humilde que, habiendo abandonado el barrio natal, y convertida en mujer de triste o alegre oficio, añora sin embargo su pasado modesto.

Tal fue el infortunio de Estercita. Esta señorita, que fue en un pasado indefinido “la pebeta más linda’e Chiclana”, se vio obligada a olvidar su nombre: “Estercita, / hoy te llaman Milonguita, / flor de noche y de placer, / flor de lujo y cabaret” (Samuel Linnig, Milonguita, 1920).

La noche, el placer y el lujo están asociados a dos palabras francesas, que en dicho tango aparecen con estas grafías: cabaret y champán, ya que en tan rumboso lugar reinan las rubias burbujas.

Del mismo año 1920 es el tango Chiqué, de Ricardo Luis Brignolo: chiqué es vocablo del argot, quizá introducido en Buenos Aires por las prostitutas francesas, y significa “simulación”.

TAMBIEN CADICAMO

Penoso destino el del porteño que, “sin plata y sin fe”, no logra volver a Buenos Aires porque quedó Anclao en París (Enrique Cadícamo, 1931): como no podía ser de otro modo, su ventana “da al bulevar”, y vive en Montmartre, que es un “faubourg sentimental”.

Dicho sea de paso, el factor determinante del anclaje en París es sólo la falta de dinero y no la falta de fe, ya que ésta, si bien mueve montañas, no sirve para atravesar el Atlántico.

Poco antes, en 1927, el mismo Cadícamo había compuesto los dodecasílabos que, en segunda persona, dedica a una exitosa colega de Estercita: Che papusa, oí.

La “papusa” en cuestión es una “Muñeca, muñequita, que hablás con zeta / y que con gracia posta batís miché; / que con tus aspavientos de pandereta / sos la milonguerita de más chiqué; / trajeada de bacana, bailás con corte / y por raro snobismo tomás prissé, / y que en un auto camba, de sur a norte, / paseás como una dama de gran cachet”.

Vemos que todos los versos pares tienen rima (asonante y consonante a la vez) en e; las cuatro palabras se originaron en la douce France: miché (del argot): el que mantiene una querida; chiqué (que ya vimos en Brignolo): simulación; prissé es vocablo inventado; tendría que ser prise (= pulgarada [de cocaína]); cachet: sello, rasgo característico, toque elegante.

Puesto que me propuse en exclusividad referirme a los vocablos de origen francés, dejo librados a la segura comprensión del lector términos tales como posta, batís, bacana, con corte, camba...