Fuerte presencia rusa en Venezuela

La relación entre el régimen dictatorial venezolano de Nicolás Maduro y la Federación Rusa es intensa. Y creciente. Tanto en diversidad, como en intimidad. Como consecuencia, la presencia y actividades rusas en América Latina podría incrementarse rápidamente. 

Para Rusia, ésta es una cuestión con claros perfiles geopolíticos. Se trata nada menos que de acelerar el recupero de la disminuida presencia e influencia externa rusa en el escenario internacional. En este caso, poniendo firmemente un pie más en nuestra región, que obviamente se suma a su larga y profunda presencia en Cuba. 

El instrumento que para esto se privilegia es la enorme empresa petrolera rusa, Rosfnet. Ella, a veces asociada con PdVSA, comercializa activamente el crudo venezolano en todo el mundo e impulsa los nuevos proyectos de desarrollo en el sector energético del país del Caribe. 

Rosfnet sabe naturalmente que Venezuela tiene las reservas petroleras más importantes del mundo, superiores a las de la propia Arabia Saudita. Y que es, asimismo, dueña de la empresa norteamericana "Citgo", que cuenta con una importante refinería en los Estados Unidos y con una activa cadena de estaciones de servicio en ese país. 

Las acciones de "Citgo" están, por lo demás, específicamente prendadas en garantía del financiamiento ruso a Venezuela. Rosfnet ha logrado ser titular del 40% de importantes proyectos de exploración y desarrollo venezolanos, como, por ejemplo, los de Petromonagas y Boquerón.

En el delicado plano militar y de seguridad, Rusia opera en Venezuela a través de la conocida empresa privada militar rusa "Wagner", que actúa como proveedora y como contraparte. Con la asistencia ostensible de la Fuerza Aérea rusa, que facilita la relación poniendo a disposición de "Wagner" sus grandes aviones de transporte, que aterrizan frecuentemente y sin disimulo alguno en el aeropuerto internacional de Caracas.

 "Wagner" trabaja ya en el norte de µfrica, en Medio Oriente y hasta en la conmocionada Ucrania. Y ahora provee parte de la custodia personal de Nicolás Maduro. 

Pero, además, hay ya una bien visible presencia militar rusa en Venezuela, que estaría bajo el mando de un soldado altamente experimentado, el general Vasily Tonkokurov, que tiene en su haber el hecho de haber prestado servicios parecidos en Afganistán, Sudán, Libia y Chechnya. 

Rusia que hiciera posible que, en Siria, sobreviva el régimen dictatorial de Bashar al-Assad, está hoy socorriendo exitosamente a Nicolás Maduro.

A todo lo que se suma la realización de frecuentes maniobras militares conjuntas entre Rusia y Venezuela, en tierra, aire y mar. En el último caso, con buques de guerra pertenecientes a la Flota del Norte rusa, que opera desde el 2008. Y un acuerdo de cooperación en materia nuclear, que apunta, entre otras cosas, a que Venezuela pueda pronto generar electricidad a partir de los reactores nucleares que debiera poder construir con el apoyo tecnológico ruso.

Ambos países comparten, por lo demás, un mismo ostensible enemigo geopolítico común: los Estados Unidos. 

En Venezuela, la relación íntima con Rusia se trata esencialmente de cuidar la supervivencia del régimen de Nicolás Maduro. Es entonces, una importante cuestión de seguridad. Y es, además, la forma de poder evitar que las duras sanciones económicas que le han sido impuestas por los Estados Unidos y la Unión Europea la asfixien. 

Desde Venezuela, Rusia aspira obviamente a poder incrementar su presencia e influencia en toda América del Sur. Confirmando así que no ha renunciado, en modo alguno, a su objetivo geopolítico de tantos años, que es el de transformarse en una potencia que pese en todos los rincones del variado tablero del mundo.

Al aludido apoyo ruso se suma el algo más discreto de China. Ambos países financian a Venezuela sin temor a los incumplimientos que podrán derivarse de la notoria ineptitud de gestión de Nicolás Maduro desde que los préstamos que ponen a disposición de la administración del usurpador Nicolás Maduro se repagan fundamentalmente en especie, esto es con hidrocarburos. Casi sin riesgo, entonces.

Mientras tanto, Cuba está frente a la urgente necesidad de prepararse para un nuevo período de escasez. Y a los tropicales cubanos no les llama nada tener que hacer esfuerzos. Ni sufrir para tratar de aumentar su productividad. 

En un país comunista, como Cuba, todos le roban al Estado, lo que es muy distinto a fortalecerlo. Por ello, los parámetros de los 90 -cuando el llamado "Período Especial" estuviera vigente- vuelven a examinarse. La fea sombra de un momento duro -en el que Cuba perdió nada menos que el 35% de su PBI y sus ciudadanos el 75% de su poder adquisitivo, teniendo además que soportar apagones constantes, de más de 12 horas diarias- ha vuelto a proyectarse. 

Ocurre que Donald Trump, de pronto, ha comenzado a apretar las clavijas, llevando la relación bilateral al que es su peor momento, en décadas. 

Ya escasean los huevos, la harina, el pollo, el aceite, y los medicamentos esenciales. También la nafta. Si, de pronto, el gobierno de Nicolás Maduro cayera, Cuba perdería, se calcula, el 10% de su PBI, muy rápidamente. Venezuela es el primer socio comercial de Cuba, con un intercambio bilateral que supera escasamente los 2.000 millones de dólares.

Lo cierto es que el ritmo de crecimiento económico de Cuba es minúsculo. Fue del 0,5% del PBI en el 2016; del 1,6% del PBI en el 2017; y del 1,2% en el 2018. Decepcionante, entonces.

Y su única exportación es casi un sinónimo de moderna y deleznable esclavitud, desde que consiste en servicios prestados por sus médicos o entrenadores deportivos o maestros expatriados, que por lo demás no siempre están profesionalmente bien formados. Unos 40.000 de ellos ya están trabajando en el exterior, sin sus familias, que quedaron atrás, en la isla, cual rehenes. Reciben una parte de lo que ganan, estando obligados a entregar el resto al inmoral Estado cubano y a sus familias, que son una suerte de prenda humana que asegura que lo harán. Diabólico, por cierto. 
 
* Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.