Final de perlas para un ciclo de lujo

Festival Argerich: Concierto de cierre con ‘Las bodas’, de Igor Stravinsky; Sinfonía N° 4 en Re menor, op.120, de Robert Schumann, y La fantasía coral en Do menor, op. 80, de Ludwig van Beethoven. Dirección: Charles Dutoit. Con: Orquesta Estable del Colón y solistas. El domingo 30 de julio en el teatro Colón.

Con un teatro repleto de un público expectante, que llenaba sus localidades, tuvo lugar el concierto de clausura del Festival Argerich, que en su desarrollo de ocho jornadas, con esta, constituyó un valioso aporte a la temporada en transcurso.

Para el caso, la que comentamos aportó desde el comienzo una expresión trascendente en la producción de Igor Stravinsky como es ‘Las bodas’ (‘Les noces’), que el afamado compositor produjo como una cantata-ballet con libreto propio, basado en letras alusivas al tema tomadas de canciones recopiladas de P.V. Kireevski, estrenada en París en 1923 por los Ballet Rusos, aunque la composición tiene su historia y había comenzado ya una década antes.

El autor la concibió para orquesta y cuatro solistas, cuatro pianolas (instrumento de moda por entonces) sustituidas luego por pianos, siempre en su búsqueda instrumental variada, pero todo quedó finalmente con los cuatro solistas, coro mixto, dos grupos de percusión y los cuatro pianos.

El Colón produjo esta versión con nobleza y calidad manifiesta, con la dirección impecable de Charles Dutoit, los cuatro solistas vocales con preparación y lucimiento, la soprano Jaquelina Livieri -con parte muy exigente-, la mezzo Margarita Barrientos, el tenor Santiago Martínez y el bajo Hernán Iturralde, estando los cuatro pianos impecablemente a cargo de Martha Argerich, Iván Rukauskas, Alan Kwiek y Marcelo Ayub, puestos en paralelo los teclados y confrontados, dos a dos, en el escenario.

También estimable la labor del Grupo Vocal de Difusión, dirigido por Mariano Moruja, y el desempeño de la Orquesta Estable. Una pieza que no llega a media hora de duración y que generó una viva y justa reacción, con su atrapante presencia y lenguaje stravinskyano.

 

SIEMPRE BEETHOVEN

Entrados a la segunda parte de la velada, la Sinfonía N° 4 en Re menor, op.120, de Robert Schumann, sirvió diríamos de preparación para el final apoteósico que se estaba esperando. Porque el cierre del ciclo incluía la magnífica Fantasía para piano, solistas, coro y orquesta en Do menor, op.80, de Beethoven, obra singular del gran músico, cuyo estreno data de 1808 en el célebre Theatre an der Wien de la ciudad del Danubio. Allí hizo su presentación en un programa gigante de nueve piezas, que algunos biógrafos señalan como su última aparición pública como solista.

Y en la versión que comentamos, con una duración que tiene la obra de unos veinte minutos, ya empezó con notorio lucimiento cuando Argerich abordó la virtuosista introducción de veintiséis compases, para arrancar luego Dutoit con la versión musical y coral completa, con textos cuyo origen real se desconoce en parte, aunque hay atribuciones diversas.

Los cuatro solistas convocados, las sopranos Laura Pisani, y Florencia Burgardt, la mezzosoprano Maria Luisa Merino, los tenores Dario Schmunck e Ivan Maier y el bajo Fernando Radó, intervinieron con una participación eficiente y lucida, con el Coro Estable del Colón dirigido por Miguel Martínez con su habitual solvencia.

La apoteosis siguió a este final. Los aplausos, los saludos, las flores, y los infaltables pedidos de encore a la pianista, que luego de negarse y volverse hacia adentro, del brazo con Dutoit volvió a la banqueta del piano y satisfizo con un gran favorito suyo como es Schumann, evocando las escenas infantiles, op.15 nº1. Todo concluyó en un final feliz y un ciclo de lujo para nuestro medio.

Calificación: Excelente