UNA MIRADA DIFERENTE

¿Fin de fiesta? ¿Fin de época? ¿Seguro?

La esperanza de cambio por el que claman todos peligra ante la corrupción, las prebendas, el Linkedin de la política y la misma sociedad que quiere magia.

Con los bancos privados convertidos en estafetas sumisas del Central, ahora paralizados entre los oportunos feriados y las reglamentaciones monárquicas, las importaciones más elementales prohibidas, las liquidaciones de exportaciones reducidas al mínimo de subsistencia del exportador, el Gobierno parece creer que ha controlado cualquier atisbo de corrida cambiaria-bancaria. 

También parece creer que al allanar una cueva de Alí Babá en el microcentro ha solucionado el problema del dólar paralelo, como cree que con su ilegal manipulación de los mercados de contado con liquidación y bursátil ha eliminado toda posibilidad de escalada del dólar real, no del dólar invisible e inasible llamado oficial. 

Y también parece creer que la inflación está bajando, según dicen el viceministro de Economía, luego del truco de medirla semanalmente. El desabastecimiento no es medido oficialmente, con lo cual se maneja silenciando a los medios para disimular la ausencia de oferta que su no política conlleva.

Dentro de su bagaje de creencias, está convencido de que el cepo cambiario es una alternativa viable de política económica y crecimiento, y que la inflación y el desempleo se combaten con más y más emisión monetaria. 

El oficialismo felizmente ha encontrado al culpable de la suba del dólar y la futura hiperinflación. Se trataría del candidato Javier Milei, que con sus declaraciones sobre el valor del peso y sobre la conveniencia de que éste se deprecie más todavía, en la óptica del títere 1 Alberto Fernández ha dinamitado el plan económico perfecto que venía aplicando el títere 2, el ministro Sergio Massa. Por eso lo denuncia judicialmente por el daño que le ha hecho al país. De paso el títere 2 bis, el candidato Sergio Massa, ha sugerido una prueba de evaluación psicológica para optar por cargos electivos. 

Una farsa

Este breve introito que luce algo irónico es, sin embargo, rigurosamente descriptivo. Es real en cuanto a su capacidad de daño a todos los habitantes, pero es una ensoñación demencial en cuanto todo lo que cree el kirchnerismo es una farsa que vende a sus adeptos y que sus adeptos compran desesperados. Hasta cabría preguntarse -con miedo a la cancelación- si el psicotécnico no debería extenderse a los votantes, a estar por los anticipos de las encuestas, suponiendo que resultasen ciertas. Que un tercio del país insista tantas veces en apoyar a un grupo de desquiciados ladrones no es sólo una expresión de partidismo o fanatismo político, sino un anticipo de disolución. 

El caso Insaurralde y otros en la Provincia de Buenos Aires, pone en evidencia al títere 3 de la historia, Axel Kicillof, que además de haber prestado servicios valiosísimos en los fabulosos negociados con el Club de París, los holdouts, Aerolíneas, Eskenazi et al, ahora es el jefe complaciente y obediente del futuro búnker K en PBA. O al menos jefe del operativo ODESSA. (Con perdón por la cita histórica)

La vergonzosa seudoinvestigación en el caso Chocolate es apenas el comienzo del desfile de trapisondas que salen a la luz para ser encubiertas o cajoneadas rápidamente. Así ocurrirá con las aventuras mediterráneas de su jefe de gabinete y la saga de su dólarmillonario divorcio, así ocurrirá con las carpetas anaranjadas encontradas en la cueva de Alí Babá, convenientemente olvidadas por El croata para exponer a algunos de sus clientes-funcionarios, que ahora harán lo imposible para que el tema se sepulte. Y lo lograrán.

Doctrina CFK

¿Títeres de quién? –Dirá usted. Con esa fragilidad de memoria que suelen tener los pueblos esclavos, ya se ha olvidado que la política de cepo cambiario, explosión del gasto estatal, reparto infinito, nombramientos y acomodo de amigos y amantes, creación de más secretarías, observatorios y entes de la felicidad, déficit, emisión descontrolada, defaults selectivos y aún la solidaridad ciega con la izquierda dictatorial regional y mundial  (incluyendo la claudicación con Irán y los ataques y acusaciones a Israel) es la que ha sido la inamovible doctrina de Cristina Kirchner, y sigue siéndolo vía sus marionetas. 

Eso incluye la corrupción heredada de Néstor Kirchner, democratizada e inclusivamente ampliada durante los gobiernos de su familia, sin excluir a la nefasta Cámpora, que arrastró transversalmente a la oposición muchas veces, y a la justicia, como puede verse en los pocos relevantes casos que llegan a juicio.  

Esa política fue no sólo delirante, sino ignorante, perversa, destructiva y delictiva. Si bien este hecho es conocido, no sería inteligente que en este proceso electoral se sumiese en un piadoso olvido ni a la autora ni a su agrupación. Ni sería acertado creer que su armado de hoy será mejor que ella.  Ni que se saliese a pedir exámenes psiquiátricos de nadie, sin empezar por casa. 

La columna no se siente en condiciones de opinar sobre el equilibrio emocional del líder de LLA, pero él ciertamente no es el responsable del desastre anunciado que ahora estalla. El hecho de que haya mostrado las cartas de lo que será su política “propongo estar mucho peor para tal vez estar mejor” sólo confirma dos hechos que eran públicos y notorios: el peso, la economía y la sociedad están hechos añicos, y por otro lado el candidato y su partido no tienen un plan integral y coherente, más allá de lo que griten sus seguidores. El único crimen de Milei es haber expuesto crudamente su verdadero plan. 

Esto tampoco quiere decir que las demás fuerzas en competencia tengan soluciones mágicas y rápidas, como sueñan los electores. El proceso de sanación luego de tantos años de desvarío populista kirchnerista -más el background de todo el residual peronista fundaciona- requerirá mucho sacrificio, mucha suerte, mucho esfuerzo, mucho tiempo, mucho conocimiento, mucha inteligencia de la ciudadanía y mucho patriotismo (con perdón). No hay demasiados elementos que hagan pensar que la sociedad en un todo tenga esas virtudes, ni que haya aprendido algo de todo el sufrimiento que padece. 

Pandemia sin vacunas

Esta elección de tercios, como le llamó la autora del desastre, ha tenido la virtud, incentivada o no, financiada o no, comprada o no, quién sabe, de lograr separar y alejar a quienes tienen pensamientos de fondo afines. Casi una garantía de que lo que pasa hoy seguirá pasando. La combinación de populismo y corrupción es una pandemia sin vacunas. 

El drama y la resistencia al sinceramiento de las tarifas de servicios se repetirá hasta el infinito en cada medida sobre cualquier tema que un nuevo gobierno tomase. Porque todo tiene el mismo grado de descalabro. Esa tremenda sacudida, en un medio profundamente corrupto, es potencialmente explosiva. Por eso la transición es más importante que el plan meduloso para los próximos 20 años. Esa transición corre el riesgo de ser encarada entre conflictos políticos, de intereses, de ideologías, de mafias, de corrupción, sindicales, sociales, donde cada actor tiene fichas puestas en cada una de esas categorías. 

Y el otro riesgo que se corre y que es posible advertir al analizar detenidamente las boletas de la oposición, es el de que, como en la distópica Animal’s Farm, los chanchitos que gritaban “cuatro patas sí, dos no”, terminen bailando sobre sus extremidades traseras cuando tomen el poder. 

Esta que se avecina no es la verdadera elección. El destino lo decidirán otros. O ya lo decidieron.