Fast forward
En diciembre comienza el verdadero gobierno de Javier Milei. La frase, nacida al calor del resultado electoral del pasado domingo, fue acuñada por los acólitos de La Libertad Avanza. Tal vez tengan razón.
A partir del 10 de diciembre el oficialismo sumará en el Congreso un total de 107 diputados y 24 senadores. Aunque no tendrá la mayoría necesaria para promover y aprobar sin negociar sus proyectos, habrá ganado una escala que le permitirá impulsar sus planes con mayor optimismo. De hecho, el número le servirá para mantener en pie los vetos presidenciales a las leyes sancionadas por la oposición. No es poco.
Una semana después de las elecciones ya se han agotado todas las vertientes argumentales que explican el triunfo de las huestes libertarias. Quedan resumidas, a riesgo de ser simplista, a la idea del hartazgo hacia el kirchnerismo.
El triunfo en la provincia de Buenos Aires sacó del breve ostracismo a referentes K que fungen como piantavotos. El desfile victorioso prometiendo un nuevo retorno disparó sobre la masa de votantes una reacción adversa.
Los votos son prestados, advirtió Miguel Boggiano en la noche del domingo. La declaración es acertada. La bronca hacia el kirchnerismo no obra como un pase de magia que vuelve a todos consumados liberales. De allí el desafío de hacer las cosas bien para no perder un respaldo que resultó clave y puede ser efímero.
HACIA ADELANTE
Sobre el escritorio de cuerina violeta esperan las carpetas con los proyectos disruptivos que intentarán cambiar la matriz económica argentina de una vez y para siempre. Una de ellas es la reforma laboral.
Se pierde en las brumas del tiempo el reclamo sobre la necesidad de cambiar la anquilosada maquinaria de las leyes del trabajo. Lo encarnan los liberales desde el plano ideológico, pero también los empresarios, en su más puro pragmatismo.
La trama es compleja. El Gobierno ya ha mostrado su voluntad de reformular los convenios sectoriales, tal como ocurrió en su momento con los petroleros que operan en Vaca Muerta. El obstáculo principal radica en la centralización que padece el esquema, lo que obligará a realizar otro tipo de abordaje.
De acuerdo a datos del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) el 64% de los asalariados privados registrados bajo convenio se rige por convenios colectivos de actividad firmados por solo 17 sindicatos centrales; otro 32% de los trabajadores se rige por 595 convenios colectivos firmados a nivel de rama, región u ocupación; sólo el 4% opera por un convenio colectivo de empresa.
“Estos datos muestran que el sistema de negociación colectiva está extremadamente centralizado -explica el economista Jorge Colina-. La regla son convenios colectivos arcaicos firmados por cúpulas. Bajo estas condiciones, delegar en la negociación colectiva la modernización laboral es garantía de fracaso”.
Cada vez que surge el tema, las fuerzas opositoras agitan el fantasma de la precarización laboral. Lo hacen como si hoy en día los argentinos vivieran en el paraíso del empleo en blanco, bien remunerado y con aportes jubilatorios. Ese oasis tiene pocos habitantes.
Lo cierto es que en buena parte del país son los gobiernos provinciales los que generan empleo de subsistencia; otros pedalean cada vez más rápido para sumar algunos pesos en el reparto de pedidos; y los nuevos trabajos nacen bajo el paraguas del monotributo o, directamente, en el desamparo de la ilegalidad.
Es verdad también que los tiempos han cambiado y los jóvenes que se integran o intentan integrarse al mercado laboral lo hacen con objetivos muy distintos al que tenían sus abuelos. La normativa actual los comprende y protege pero, tal vez, no los interpreta.
El último informe de la consultora Great Place To Work revela datos significativos:
* Mientras varias generaciones anteriores asociaban el éxito con estabilidad o jerarquía, los jóvenes de hoy lo relacionan con autenticidad, propósito y libertad para elegir.
* Los jóvenes buscan ser parte de un proyecto con impacto. En ese sentido, no les resulta indispensable pertenecer a una empresa específica sino pertenecer o formar parte de una causa.
* El bienestar es otro de los ejes para este grupo etario, que entiende que la productividad es fruto del equilibrio, no del agotamiento, como posiblemente se pensaba décadas atrás.
* El desarrollo, a su vez, es el punto neurálgico de la permanencia en una empresa: aprender es la palabra clave para los jóvenes y generalmente deciden quedarse según las perspectivas de crecimiento/capacitación que vean.
MAS CAMBIOS
El Gobierno tiene el dedo listo para apretar la tecla del Fast forward. Avanzará lo más rápido posible en la aprobación de las dichosas reformas estructurales. Entre ellas se alista la modificación del esquema impositivo, que los empresarios consideran un lastre para la dinámica de la actividad económica.
En la esencia libertaria un impuesto -su nombre ya lo dice todo- es un robo al libre albedrío de los individuos, un meter la mano en el bolsillo de la gente aunque ese dinero se destine a financiar escuelas, hospitales, policías y la estructura vial.
Para muestra basta un botón. Hace un puñado de días el diputado nacional Bertie Benegas Lynch se opuso en la Cámara a la ampliación del financiamiento del deporte olímpico de alto rendimiento. Sus razones son filosóficas:
“Creo que los deportistas -como quienes hacen cine, teatro, los artesanos, los emprendedores- todos nos cambian la vida y nos aportan cosas. También lo hacen los vidrieros, los carpinteros y quienes hacen otras actividades. Entonces, todos se dedican a vender bienes y servicios que otros pagan involuntariamente. Tenemos que dejar de ser una sociedad que funciona como un círculo, donde metemos la mano en el bolsillo del otro y le pedimos al gobierno que robe por nosotros para nuestros proyectos, aun siendo los más nobles, como es el caso del deporte”.
La estructura federal del país, sin embargo, se constituye en un obstáculo en la dinámica de podar tributos. Las provincias y los municipios cuentan con gravámenes como Ingresos Brutos y sellos, entre otros, que en efecto cascada se derraman sobre la actividad productiva. Quitarlos o reducirlos implicará para la Nación apelar al arte de la negociación y el diálogo. Y éste no siempre ha sido su fuerte.
En las gateras también está la reforma del sistema jubilatorio, hoy plagado de hombres y mujeres que obtuvieron el beneficio mediante el atajo de la moratoria. Las moratorias previsionales jubilaron a 4,5 millones de personas. Así es como actualmente hay 3 millones de jubilaciones otorgadas con los aportes que manda la ley y 4,5 millones sin aportes o con aportes insuficientes.
Aquí también el Gobierno podría aplicar la estrategia quirúrgica de desarmar convenios sectoriales, lo que implicará tocar órganos sensibles y azuzar la reacción en las calles.
Lo cierto es que el esquema actual demanda tres trabajadores activos por cada pasivo, mientras que en la actualidad la relación es 1,5 aportante por cada jubilado. Urge entonces crear empleo en blanco. Y, como en un círculo borgeano, en el gobierno vuelven entonces al primer casillero: hagamos la reforma laboral.
LA VIDA REAL
Más allá del análisis político de los especialistas, del debate de café, de la discusión en los programas televisivos, se recorta lo que podríamos llamar la vida real. Es verdad que el voto violeta estuvo motorizado por el odio al kirchnerismo. La pregunta es: ¿No existe, sin embargo, ningún acierto económico que reconocerle?
El politólogo Mariano Tilli viajó para votar en su ciudad, Azul. Por la noche cenó con amigos. Luego escribió: “No son gorilas. Tampoco mileistas. Laburan. Algunos tienen campos, otros trabajan en sectores relacionados con el campo como transporte, venta de autos, veterinarios, ingenieros agrónomos y peones. No tienen tiempo de mirar a Majul ni Duro de domar. Su vínculo con la política es muy lateral”.
Ellos le explicaron porqué votaron a Milei: “Cumplió, hizo manejable la inflación, decían. Y eso generó una cosa que yo subestimaba: mayor previsibilidad. Una familia hoy puede saber si se va o no de vacaciones. Que el dólar esté bajo artificialmente no es un tema si podes ir una semana a Brasil. O a Las Toninas. No importa. Pueden planificar. Desde comprarte una pava eléctrica en 12 cuotas fijas o pagarle el viaje de egresados a tu hijo. O comprar unos pocos dólares para ahorrar”.
“Me decían que esa previsibilidad se vio jaqueada por las elecciones. Hace 4 meses se paró todo. Y mucha gente presintió que se podía poner en riesgo esa posibilidad de planificar. Otra vez el dólar podía volar o se podían terminar las cuotas sin interés. Era volver atrás”.
El lunes, tras la victoria oficial, cayó el dólar y se desplomó el riesgo país. Al otro día volvieron a subir. Todo esto, es dable decirlo, está prendido con alfileres. Bastará un estornudo del Viejo Donald allá en el Norte para que retornen las zozobras. Son las reglas del juego aquí en la Argentina. Hay que saber jugar con ellas.
