Explican por qué cada minuto cuenta ante un ACV
Es una de las principales causas de muerte y discapacidad, pero tratarlo a tiempo puede cambiar el pronóstico de la persona afectada. Impulsan desde la Sociedad Neurológica Argentina redes integradas y capacitación profesional para mejorar la respuesta del sistema.
Por cada minuto de demora en la atención del accidente cerebrovascular (ACV), se pierden dos millones de neuronas; en tanto que cada 15 minutos ganados, se reduce un 4% el riesgo de mortalidad. Así lo destacaron el jueves último desde la Sociedad Neurológica Argentina en una reunión de prensa en la que describieron la situación en nuestro país y las medidas que permiten mejorar su abordaje y salvar vidas.
El ACV representa hoy una de las mayores cargas sanitarias a nivel mundial. Su impacto no solo se mantiene alto sino que continúa en aumento en prácticamente todas las regiones del mundo. Desde 1990, su incidencia aumentó un 70%, la tasa de mortalidad por esta causa un 44% y la de discapacidad, un 32%.
Debido al envejecimiento de la población mundial, se espera que la incidencia mundial de ACV se duplique para 2050.
“Este fenómeno se observa incluso en países que han logrado avances en la prevención de enfermedades cardiovasculares, lo que demuestra que el ACV requiere estrategias específicas, sostenidas y adaptadas a las realidades locales”, enfatizaron desde la Sociedad Neurológica Argentina.
En la Argentina, la prevalencia estimada en personas mayores de 40 años es del 2%, lo que equivale a unas 365.000 personas que han sobrevivido a un ACV. Cada año se registran cerca de 55.000 primeros episodios, con una incidencia de 109 casos por cada 100.000 habitantes -una cifra superior al promedio mundial, que ronda los 87 casos-.
El ACV constituye la cuarta causa de muerte en el país y una de las principales fuentes de discapacidad adquirida en adultos.
Tal como explicó el doctor Gabriel Persi, médico neurólogo, vicepresidente de la Sociedad Neurológica Argentina, “la mayoría de los episodios (alrededor del 85%) corresponden a ACV isquémicos, es decir, aquellos causados por la obstrucción de una arteria cerebral que interrumpe el flujo sanguíneo hacia una zona del cerebro. En el 15% restante, se trata de ACV hemorrágicos, en los cuales se produce la ruptura de un vaso y la consecuente hemorragia intracraneal. En todos los casos, la atención rápida y coordinada resulta determinante para reducir la mortalidad y las secuelas neurológicas”.
CADA MINUTO CUENTA
Uno de los principios más difundidos entre los especialistas resume esta urgencia con una frase contundente: “tiempo es cerebro”. Por cada minuto que pasa durante un ACV, se pierden dos millones de neuronas.
El tratamiento farmacológico del ACV, mediante la administración de trombolíticos, ha demostrado ser altamente eficaz, pero su éxito depende directamente de la rapidez con la que se inicie (existe una ventana terapéutica de 4,5 horas desde el inicio de los síntomas). Asimsimo, cada 15 minutos ganados en el inicio del tratamiento se traducen en un 4% menos de mortalidad y un 4% más de probabilidades de sobrevivir sin secuelas significativas.
“Estos datos reafirman la necesidad de actuar de inmediato ante los primeros síntomas -debilidad o parálisis súbita de algún brazo, dificultad para hablar o entender, pérdida de visión, vértigo o dolor de cabeza intenso- y llamar sin demora al servicio de emergencia”, explicó el doctor Pablo Ioli, médico neurólogo, quien preside la Sociedad Neurológica Argentina.
Por todo esto, el abordaje del ACV es una de las llamadas ‘urgencias tiempo-dependientes’: situaciones en las que la organización del sistema de salud, la coordinación entre los distintos niveles de atención y la capacitación del personal tienen un impacto directo en los resultados clínicos.
ATENCION CENTRADA EN EL PACIENTE
Optimizar la atención centrada en el paciente desde la etapa prehospitalaria mejora tanto la efectividad como la eficiencia de los tratamientos. En este sentido, la prenotificación del equipo médico antes de la llegada del paciente y la existencia de protocolos definidos son pasos claves para reducir los tiempos puerta-aguja (desde el ingreso al hospital hasta que recibe tratamiento).
Según detallaron los profesionales, el recorrido del paciente dentro del sistema de salud puede variar según el tipo de centro al que llegue. Los hospitales se clasifican como centros primarios de atención de ACV (brindan diagnóstico y tratamiento trombolítico) o como centros integrales (además cuentan con capacidad para realizar trombectomía mecánica en casos seleccionados). La adecuada derivación y la comunicación entre ambos niveles resultan esenciales para que el paciente reciba lo antes posible la atención adecuada.
“Afortunadamente, hay varios casos en los que se viene trabajando activamente con distintas intervenciones como en CABA, Córdoba, Mendoza, Neuquén o Salta. Además, en Mar del Plata, por ejemplo, los equipos de salud trabajan para que el traslado de un paciente con sospecha de ACV no supere los 30 minutos”, señaló Ioli.
“Esta coordinación entre servicios de emergencia, hospitales y neurólogos demuestra que, incluso sin grandes inversiones, es posible optimizar los recursos disponibles y mejorar los resultados. No se trata de sacrificar lo bueno por lo mejor, sino de hacer lo mejor posible con lo que tenemos”, prosiguió.
CADENA SOLIDA
La experiencia nacional e internacional coincide en que el éxito del manejo del ACV depende de una cadena de atención sólida, donde cumple un rol crítico cada eslabón -desde el reconocimiento del cuadro en la comunidad hasta la rehabilitación-.
En ese marco, Persi manifestó que la SNA “promueve y apoya la creación de redes de atención integradas y la formación continua de los equipos, ambas herramientas indispensables para reducir la carga de enfermedad”.
El mensaje es claro: el éxito del tratamiento del ACV depende del tiempo y del trabajo coordinado. La concientización social es el primer paso: para conocer los síntomas de ACV, identificarlos lo antes posible si alguien al lado nuestro empieza a manifestarlos, y llamar a la ambulancia sin dejarse estar.
Luego, la capacitación profesional y la planificación sanitaria son los otros pilares para transformar un problema de altísimo impacto en una oportunidad para salvar vidas y preservar la autonomía de miles de personas por año en la Argentina, concluyeron desde la SNA.
Un relevamiento realizado por la encuestadora Voices el año pasado mostró que 7 de cada 10 argentinos no saben qué hacer frente a un ACV. Al consultar si sabrían cómo proceder si alguien a su alrededor estuviese sufriendo un ACV, el 32% indicó tener conocimiento sobre cómo actuar, mientras que un 39% manifestó no saber qué hacer frente a este evento y un 29% indicó no estar seguro.
En la investigación, denominada ‘Los argentinos y los accidentes cerebrovasculares (ACV)’, participaron 814 personas de ambos sexos de entre 16 y 65 años de CABA y GBA, Córdoba, Gran Córdoba, Rosario, Gran Rosario, San Miguel de Tucumán, Gran SM de Tucumán, Mendoza y Gran Mendoza durante agosto y septiembre de 2024.
“Los resultados del relevamiento coinciden con lo que vemos habitualmente en nuestra práctica clínica. La gente no sabe cómo reaccionar. En ocasiones, los pacientes inclusive prefieren esperar a que se les pasen los síntomas y la realidad indica todo lo contrario: cuanto antes el individuo llegue a un centro hospitalario preparado para abordar el ACV, mayores serán las chances de tratar exitosamente el cuadro para evitar que deje secuelas o minimizar esas consecuencias”, afirmó el Dr. Pablo Ioli, médico neurólogo y presidente de la Sociedad Neurológica Argentina.
Es fundamental poder reconocer los síntomas de un ACV y accionar ante ellos para
evitar la muerte o discapacidad. Los más frecuentes son:
* Falta de fuerza o sensibilidad en la mitad del cuerpo
* Pérdida del equilibrio y coordinación de movimientos
* Alteración en el lenguaje
* Pérdida o dificultad para ver en un solo ojo
* Alteración de la capacidad cognitiva y/o cambios emocionales
* Dolor de cabeza muy fuerte y de aparición repentina
Ante la aparición de estos síntomas es importante no subestimarlos ni esperar que
se desaparezcan solos.
Se recomienda NO aplicar remedios caseros o cualquier acción que dilate o retrase la llegada a una guardia equipada para tratar a la persona.