SIETE DIAS SOBRE EL GLOBO

Evo Morales desestabiliza a Perú

Dentro de dos días, Buenos Aires será sede de la VII Cumbre de Jefes y Jefas de Estado de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), un foro creado en 2010 cuya corta existencia ha sido cruzada por numerosos avatares como, por ejemplo, la exclusión del Brasil, en 2020, por decisión de Jair Bolsonaro y su reincorporación, en enero de 2023 por decisión del presidente Lula.

 Este foro resulta absolutamente variopinto en materia política. No estarán ausentes los ecos de la tremenda guerra entre Rusia y Ucrania y, a través de esta nación criminalmente invadida por las huestes de Putin, contra los países atlantistas de la OTAN. Es decir, contra los países organizados democráticamente mediante la existencia de tres poderes independientes de igual jerarquía, elecciones transparentes, economía de mercado y respeto por las libertades y derechos humanos.

 Esta lucha entre el autoritarismo y la democracia se va extendiendo en las distintas regiones de la Tierra a pasos agigantados, tal como lo revelan los importantes sucesos políticos ocurridos en Sudamérica a partir de diciembre de 2022 y que muy posiblemente tengan correlatos visibles a partir del martes 23, en Buenos Aires.

 Precisamente, el 7 de diciembre, Pedro Castillo, hasta ese día presidente constitucional de la República del Perú, perpetró un golpe de Estado (afortunadamente fallido) al hacer un llamamiento, por la Televisión Oficial, luciendo los atributos del mando (banda presidencial incluida) a las Fuerzas Armadas y Policiales Nacionales, para que apresaran a los congresistas, cerraran el Congreso Nacional, intervinieran el Poder Judicial y apresaran a la Fiscal General. También anunció que iba a gobernar mediante Decretos de Necesidad y Urgencia.

 Era un delito tan flagrante que, a las tres horas, fue destituido y preso en la misma cárcel de máxima seguridad donde actualmente cumple su condena Fujimori, otro presidente golpista pero de cuño distinto. 

 Durante ese mismo mes de diciembre, pero cerca del final del año, pasaron otros dos hechos políticos muy importantes: uno en Bolivia y el otro en Perú.

 El día 2 fue secuestrado y encerrado en una prisión de máxima seguridad la principal figura de la oposición política boliviana, José Fernando Camacho, a la sazón gobernador electo del Departamento (provincia) de Santa Cruz de la Sierra, en el Oriente Boliviano, bajo la infantil acusación de haber intervenido en un supuesto golpe de Estado contra Evo Morales, en noviembre de 2019.

 Lo que sí existió, el 20 de octubre de 2019, fue un descalificador fraude electoral mediante el cual Evo Morales quiso eternizarse en el poder contra la opinión y el sentir de la mayoría de los bolivianos. El fraude fue descubierto y probado por observadores independientes pertenecientes a una auditoría internacional de la Organización de Estados Americanos solicitada por el propio Evo.

 De todas maneras, una vez instalado este relato oficial, su ficción sirve para poner en prisión a cuanto opositor político le molesta al gobierno boliviano actual, encabezado por el señor Luis Arce. Entre ellos la ex presidente provisional del Estado Plurinacional de Bolivia, Jeanine Añez, condenada a diez años de prisión por golpista. De esa manera, ya hay cantidad de presos políticos en este país andino.

 También durante la última semana de diciembre comenzó una operación política internacional para construir un relato sobre el golpe de Estado contra Castillo. Según la nueva versión: el ex presidente no sería el victimario (como surge de todas las pruebas conocidas, incluido su llamado por la televisión sino una víctima de la derecha peruana, la que habría tendido una trampa al inefable maestro rural de Cajamarca para que cometiera un suicidio político inimaginable.

LA ESTRATEGIA

 A partir de la última semana de diciembre y la primera semana de enero, los dirigentes más radicalizados del Sur del Perú habrían elaborado una estrategia con algunos puntos de maxima, y otros de mínima. En el de máxima, se desconocía la autoridad de Dina Boluarte como presidente provisional, se exigía su inmediata renuncia y la posterior reasunción de Pedro Castillp. En el de mínima se reconocía la caducidad del mandato de Castillo, pero tampoco se aceptaba el gobierno de Boluarte, se pedían elecciones inmediatas y la adopción de una Asamblea Constituyente para refundar las instituciones políticas peruanas, tal como hizo Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua, y la Constituyente en Chile, pero que fracasó en Ecuador.

 A todo esto, Evo Morales, cuya popularidad está de capa caída en Bolivia y más que enfrentado con Luis Arce, aprovechó estos acontecimientos en Perú para trasladarse al país de los virreyes y arengar a las masas campesinas peruanas de signo afín (especialmente la de origen aymara) desde los departamentos de Puno (limítrofe con Bolivia, con el fabuloso Lago Titicaca de por medio) Arequipa y Cuzco.


 Estaba tan embalado con su prédica en tierras vecinas que, incluso, llegó a proclamar la necesidad de refundar el estado peruano al estilo de Bolivia, con una bandera plurinacional.

 Incitó incluso, a sus oyentes, a marchar sobre Lima, cosa que finalmente hicieron, pero sin que se pueda atribuir exactamente la responsabilidad de esa medida, porque eran todas personas adultas, capaces de tomar sus propias decisiones.

 También produjeron escozor, como en otras oportunidades, sus planes de crear una República Aymara con fragmentos territoriales del Norte de Chile, el Oeste de Bolivia y el Sur del Perú. 

 Los servicios de inteligencia peruanos informaron que habían constatado el ingreso de por lo menos 27 punteros políticos de Evo Morales en el sur del territorio peruano. 

REACCIONES

  Esto produjo reacciones peruanas de distinto tipo e intensidad. Hubo generales retirados peruanos que pusieron el grito en el cielo contra el ex presidente boliviano, indignados por sus ideas de refundar el Estado peruano en lugar de resolver la conflictiva relación de La Paz con el Departamento de Santa Cruz de la Sierra, la provincia más poblada y rica.

 Finalmente, el gobierno peruano le impidió la entrada al Perú a Evo Morales y a sus principales laderos políticos, por incitación a la violencia y por atentar contra la integridad territorial de la República del Perú.

 Hay que reconocer que las opiniones sobre Morales en el Perú están divididas. Algunos creen que es un importante operador de la izquierda internacional manejada por Cuba, mientras que otros consideran que es un dirigente en decadencia, muerto de celos contra Luis Arce y que todos sus aspavientos en el Perú contra Dina Boluarte solamente encubren su pérdida de poder político real en Bolivia.

INCENDIOS EN LIMA
 
 Durante las primeras jornadas de la insurrección masiva contra el gobierno del Perú, con un ataque cerrado y sin diálogo posible contra Dina Boluarte, el peso del orden político recayó en las Fuerzas Armadas peruanas, lo cual se tradujo en casi una cincuentena de muertos. 

 En cambio, la marcha sobre Lima o la toma de Lima, como también se la bautizó, corrió por carriles mucho más policiales que militares. De todas maneras, la violencia desplegada por algunos extremistas hizo recordar mucho los sucesos ocurridos hace un tiempo en Santiago de Chile, con profusión de destrucción y algo de fuego. Fuego arrojado con artefactos ad hoc de relativo poder, como lo ha mostrado la destrucción total, por la acción del fuego, de un grande y viejo edificio cerca de la Plaza San Martín, en Lima (ver foto).

 Actualmente hay desplegados unos 12.000 efectivos policiales, a los cuales acompañan 50 fiscales del Poder Judicial, con la misión de auditar todo tipo de desmanes en estos enfrentamientos callejeros.

 La principal diferencia con Chile reside en que las fuerzas armadas y policiales están mucho más cohesionadas con el poder político porque, en algún punto, muchos de los actuales violentos son tan golpistas como Castillo. No proponen someterse al orden constitucional vigente, sino tirar las instituciones democráticas abajo mediante una futura Asamblea Constituyente de imprevisibles consecuencias políticas.

 No parecen acompañar la profundización de las libertades políticas e institucionales, sino más bien abonan la instauración de autoritarismos políticos mucho más parecidos al modelo cubano o venezolano.

 De todas maneras la naturaleza política se parece muy poco a las dicotomías extremas en blanco y negro, sino más bien a la percepción de los grises.

 Dentro de ese comportamiento a partir de profundas grietas, tanto Andres Manuel López Obrador, en México, como Petro en Colombia y Alberto Fernández en la Argentina, condenaron sin ambages la destitución de Castillo sin parar mientes en su rol de victimario, y lo reconocieron rápidamente como víctima (se supone) de la derecha peruana. Mostraron una enorme ceguera para los grises.

 En cambio, tanto Lula, en Brasil; como Boric, en Chile, condenaron el golpe de Castillo como antidemocrático. Justamente Lula había sufrido, el domingo 8 de enero, un claro principio de golpe por parte de un grupo muy importante de seguidores de Jair Bolsonaro. Ese golpe no lo hicieron las Fuerzas Armadas ni las Fuerzas Policiales de Brasil, excepto algunas excepciones pero a título personal.

EL ROL DE CUBA Y VENEZUELA

 No se sabe que podrán hacer Daniel Díaz Canel, presidente de Cuba; y Nicolás Maduro, de la República Bolivariana de Venezuela, en esta VII Cumbre en Buenos Aires.

 Dicen que el castrismo no pudo transformar a Cuba en un paraíso político, social y económico porque Fidel Castro murió relativamente joven, sin haber podido concretar su sueño marxista leninista. Todavía vive Raúl Castro, su hermano menor, pero también se duda de sus posibilidades futuras. Cuando Dios lo llame al Purgatorio, tal vez su epitafio diga: ``Trató, pero no pudo''.


 Por ahora y desde hace muchísimo tiempo, lo único que exporta Cuba es gente. Y un relato cada vez menos creíble. Solamente apto para nostálgicos de tomo y lomo. 

 Algo parecido pasa con el mejor alumno de Cuba, don Nicolás Maduro Moros, quien cumplió 60 años en noviembre de 2022 y desde hace casi diez años es presidente, con siete millones de emigrados y una situación económica de cuasi insolvencia. De excelentes relaciones con la Federación Rusa e Irán, está en las antípodas de los países integrantes de la OTAN, o del mundo libre, o del mundo occidental. Ambos mandatarios representan gobiernos extremadamente autoritarios y que solamente tienen buenas relaciones con otros gobiernos autoritarios. O con ganas de serlo.