Eutanasia: ¿Existe un derecho a morir o es muerte medicalizada?

Comienzo con la historia que me tocó vivir como médico personal, de un paciente de edad y amigo, psiquiatra brillante, que en múltiples conversaciones me refirió su interés, que, como médico de cabecera, si le tocara una enfermedad terminal, no lo hiciera sufrir, reclamando la muerte a través de una inyección letal, es decir suicidio asistido.
Le expresé, que no era yo el que tuviera que cargar en mi conciencia la muerte de un ser humano y amigo, y que como médico adhería a los principios del juramento hipocrático, que hice hace 40 años, “No daré a nadie, aunque me lo pida, ningún fármaco mortal, ni haré semejante sugerencia. Igualmente, no proporcionaré a mujer alguna un pesario abortivo. En pureza y santidad mantendré mi vida y mi arte” (siglo V a.C.), principio que ninguna moda o legislación vigente, me ha hecho cambiar. El intercambio se dio una y otra vez hasta que enfermó de neumonía grave, lo que motivó su internación.
Lo seguí diariamente, empeoró su condición, lo que planteó la intubación, siendo plenamente consciente de su realidad y, en pleno uso de sus facultades, aceptó la misma.
Siempre estuvo acompañado de su mujer e hijos, con afecto y cuidado.
Murió en paz, pero me dejo como enseñanza, que una persona puede cambiar de opinión hasta último momento, pero: ¿qué hubiera pasado si se hubiera mantenido inconsciente? ¿Se debería haber consumado su decisión? ¿Hubiera sido la correcta?
SINGULAR ACTUALIDAD
Dentro de los debates éticos en la profesión médica, la eutanasia goza de una singular actualidad. Después de años, una gran literatura médica ha sido publicada a favor y en contra. La discusión gira alrededor de la tensión entre los imperativos éticos para aliviar el sufrimiento, particularmente en pacientes terminales quienes toman una decisión consciente de finalizar sus vidas, y la proscripción contra la participación del médico y otros profesionales de la salud en el control de una vida.
El término eutanasia deriva de los vocablos griegos eu cuyo significado es bueno y de thanatos que significa muerte, por consiguiente, su significado etimológico es buena muerte.
Éticamente, es la terminación deliberada de la vida de un paciente en orden a prevenir posteriores sufrimientos. Es decir, se entiende como acción u omisión que por su naturaleza o en la intención, causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor.

TERCER REICH
El tema no es nuevo. A finales de 1939 se encontraba en la Clínica Pediátrica Universitaria de Leipzig, dirigida entonces por el profesor doctor Catel, un niño ciego y subnormal con sólo dos extremidades. Su abuela dirigió una solicitud a Hitler para garantizarle la llamada muerte por compasión.
Hitler envió a su médico particular, el doctor Brandt, quien, tras una consulta con el doctor Catel, autorizó la aplicación en ese caso de la eutanasia.
El 18 de agosto de 1939 se dispuso la obligación de declarar los recién nacidos con defectos físicos. Tres peritos de la máxima solvencia, entre ellos el doctor Catel, decidían la muerte o la vida del niño y extendían una autorización, fundándose en el formulario de las declaraciones. Los médicos de los 21 departamentos pediátricos de Alemania habían sido instruidos verbalmente de que este escrito otorgaba la autorización para matar al niño. Se calcula en unos 5.000 el número de niños exterminados, mediante la administración de morfina o luminal.
Poco después, Hitler dictaba las normas legales que legitimaban en el ordenamiento jurídico de la Alemania Nacional Socialista la eutanasia.
Por primera vez en la historia, la autoridad política emanada de unas elecciones rigurosamente democráticas aprobaba la supresión de "vidas humanas sin valor", que permitió la puesta marcha de la llamada Acción T-4, programa nazi de implantación de la eutanasia.

HUMOR POPULAR
Las encuestas acerca de la eutanasia, muestran un alto grado de aceptación, planteados en términos de muerte digna. Ahora, ¿quién de nosotros no querría tener una muerte digna?
Las preguntas son las siguientes: ¿cómo se plantea el tema en las encuestas?; ¿se explica el verdadero significado?; ¿se incluye la inyección de una sustancia letal como método?; ¿cuál sería el protocolo de acción? Por otro lado, es evidente que para comprender lo que una persona considera morir bien, se deben tomar en cuenta sus valores culturales y religiosos.
Las encuestas a favor de la eutanasia que esgrimen sus partidarios, buscan como objetivo crear la falsa imagen de una "amplia demanda social", sin explicar su verdadero significado, instalar una demanda a partir de un concepto equivoco y no univoco.
Por ejemplo, las pruebas de campo realizadas antes de la aprobación de la Ley de Muerte con Dignidad de Oregón demostraron que, cuando la intervención se describía como "suicidio" o "eutanasia", el apoyo popular disminuía, mientras que la frase "muerte con dignidad", al evitar las connotaciones negativas, se percibió como menos alarmante.
Ya está instalada en nuestro país, la campaña de marketing, tendiente a crear una opinión publica favorable, para luego legislarla.
Tal vez mi amigo, hubiera sido uno más dentro de las encuestas, apoyando su legalización, pero como se ve, no es algo lineal y útil para legislar.

PELIGROSA PALABRA
Dentro de los planteos éticos, que sustentan el principio eutanásico, está el derecho a la autonomía, es decir, el derecho de las personas a tomar decisiones fundamentales sobre su propia vida.
El ejercicio de la autonomía requiere, de ciertas capacidades. ¿Puede ser autónomo un paciente sufriente, que, bajo una enfermedad grave, muchas veces se esconde la depresión, el abandono, la falta de cuidado, el afecto, la falta de sostén, la soledad, el aislamiento?
El llamado derecho a morir (para el paciente), implica el deber de matar (para otra persona, en este caso el médico).
Es fundamental para el debate sobre la eutanasia considerar qué papel -si alguno pueden- deben o no deben desempeñar los médicos. No es un hecho que, si se legalizara la eutanasia, sería inseparable del mandato médico.
O tal vez surja una nueva especialidad: los tanatologos.

PENDIENTE RESBALADIZA
La eutanasia activa está legalizada en siete países: Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá, Colombia, Nueva Zelanda y España.
La experiencia de Canadá y Holanda marcan el comportamiento que sucede posteriormente a la legalización.
En Canadá el programa se llama MAID (Asistencia Médica en Murientes) y fue legalizado en el 2016. En 2021, la cantidad de muertes, fue de 10.064.
Primero fueron los pacientes oncológicos, en el 2023 también pueden acceder pacientes con enfermedades mentales graves, sin dejar de mencionar El Protocolo de Groningen: Eutanasia en recién nacidos gravemente enfermos, (sugiero leer la revista New England Journal Of Medicine 2005; 352:959-962)
Fijense y analicen los cinco criterios de este protocolo que hacen permisible la eutanasia:
1. El diagnóstico y el pronóstico deben ser confirmados
2. Debe existir sufrimiento insoportable y sin remedio
3. Debe haber confirmación mediante segunda opinión de un médico independiente.
4. Ambos padres deben dar su consentimiento informado.
5. El procedimiento debe llevarse a cabo de forma cuidadosa y acorde con los estándares médicos.
No es difícil pensar, como estas autoridades juegan a ser Dios, definen quién vive y quién muere.
Nunca estaré a favor del asesinato de niños, de los débiles, de aquellos que sufren, camuflándolo como misericordia o derecho.
Vemos que fueron enfermos terminales, pero luego fueron partidarios de aplicar la eutanasia a determinados enfermos no terminales; adultos con incapacidades mentales, esclerosis múltiple, paraplejía, anomalías neuromusculares, etcétera. ¿Esto no nos hace recordar alguna época pasada?

LA RESPUESTA
Existe consenso para los médicos y asociaciones el conocer por qué una persona solicita la eutanasia y desarrollar estrategias para paliar esas causas, y no al individuo que sufre. Eliminar el dolor, no la persona que sufre el dolor.
Este desafío llevo a la formación de los servicios de Cuidados Paliativos a fines de la década de los '60, que se concibió como una respuesta positiva frente a la problemática existencial que lleva a algunas personas a pedir la eutanasia, a través de una continuidad de la atención En un artículo reciente, Zylic, médico paliativista holandés, describe lo que él llama el ABC de las solicitudes de eutanasia, es decir, las razones más habituales por las que los enfermos terminales piden que se les ayude a acelerar su muerte. Ellas son:
A. Afraid (miedo).
B. Burn-out (desgaste emocional).
C. Control of Death (deseo de controlar la muerte).
D. Depression (depresión).
E. Excrutiating pain (dolor insoportable).

Los servicios de cuidados paliativos es un modelo sanitario organizado que presta una continuidad asistencial, que permite atender el final de la vida en la enfermedad terminal, mediante una asistencia domiciliaria de calidad.
En ella intervienen en forma interdisciplinaria oncólogos, internistas, neurólogos, psiquiatras, kinesiólogos, especialistas en dolor, nutricionistas, bajo una coordinación institucional.
En nuestro país, falta un reconocimiento oficial de los expertos en cuidados paliativos, su promoción, y su desarrollo en las currículas de pre y posgrado.
Sólo alrededor del 20% de la población de Canadá tiene acceso a cuidados paliativos.
Entonces, debería haber un desarrollo adecuado y promoción mediante incentivos, de los sistemas de cuidados paliativos, previo a poner en marcha una ley de eutanasia. Lo mismo planteo para nuestro país.
Hoy en día es necesario afirmar, que la medicina no se opone al cese del tratamiento cuando sólo sirve para prolongar la muerte, ni al uso de ciertas medidas para aliviar el sufrimiento, aunque tengan como inevitable consecuencia abreviar la vida.

CONCLUSIONES
Los médicos nunca deben provocar la muerte; la medicina no está para eso, aunque alguna ley lo permitiera o sea solicitado por el paciente, su familia o un comité de cuidados hospitalarios.
Una muerte digna encuentra respuesta no en la legalización de la eutanasia, sino en el desarrollo y difusión de cuidados paliativos, tratando de eliminar el sufrimiento y no al ser humano que sufre, compartiendo sus temores e incertidumbres, en la actitud solidaria de sus familias hasta sus últimos momentos.
Nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente, sea feto o embrión, niño o adulto, anciano, enfermo incurable o agonizante. Nadie, además, puede pedir ese gesto homicida para sí mismo o para otros confiados a su responsabilidad, ni puede consentirlo explícitamente o implícitamente. Ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo. Se trata de una ofensa a la dignidad de la persona humana, de un crimen contra la vida.