“Este verano la aceleración de precios estará a la orden del día”

El próximo gobierno deberá salir del cepo e implementar un programa de normalización. Será inevitable el fogonazo inflacionario. “Se va a estabilizar una economía con 45% de pobres y un mercado laboral absolutamente fragmentado y partido en dos”, advierte Ricardo Delgado.

Los precios arden en un proceso inflacionario que ganó aceleración tras la devaluación del 22% ejecutada al día siguiente de realizarse las PASO. Nadie puede descartar que no haya un movimiento similar tras las presidenciales de octubre. Eso entra hoy en el terreno de las especulaciones. Sin embargo, en este escenario brumoso existe una certeza: luego del 10 de diciembre el nuevo Gobierno deberá unificar el mercado cambiario y el latigazo de la remarcación será inevitable.

Técnicamente ajustar los precios de las tarifas y normalizar la cotización del dólar, que también es otro precio de la economía, son condición necesaria para establecer un plan económico de estabilización. El problema que tendrá la próxima gestión, señala el economista Ricardo Delgado, presidente de la consultora Analytica, es que el plan deberá montarse sobre una sociedad que sufre 45% de pobreza y donde la mitad de la población económicamente trabaja en el segmento informal.

La aclaración vale porque a las puertas de las elecciones presidenciales de octubre, dos de los tres candidatos -Javier Milei y Patricia Bullrich- aseguran que implementarán desde el inicio un plan de regularización que contempla la salida casi inmediata del cepo y una serie de políticas destinadas a normalizar la economía, que traerá inevitables consecuencias inflacionarias en los primeros meses del 2024.

Diferente es la situación de Sergio Massa, el ministro-candidato, que por su doble rol no brinda detalles de su hoja de ruta en caso de que ocurra la milagrosa circunstancia de que sea electo presidente de la Nación. Es de preverse, aunque la idea habita el campo de las especulaciones, que tiene un programa en carpeta, una planificación, algo que contrasta con el escenario actual de total orfandad.

ESTACIONES

-¿Qué es lo que más le preocupa de la economía de acá al 10 de diciembre?

-Creo que tenemos que tomar este proceso y entenderlo como un camino con varias estaciones. En el proceso de transición electoral detectaba tres estaciones ferroviarias: la primera era las PASO, que ya ocurrieron; la segunda es octubre, y eventualmente el 19 de noviembre la segunda vuelta. En esas tres etapas el objetivo central que tiene el gobierno es evitar un estallido cambiario que lo saque definitivamente de la competencia electoral por una fuerte aceleración inflacionaria y caída de los ingresos. Es decir, todo lo que implica una muy fuerte devaluación de los dólares financieros y del blue, que es básicamente lo que hace que cambien los equipos de gestión económica. Eso lo logró hasta las PASO, independientemente del resultado. El cisne negro de Milei y la devaluación pusieron en una nueva nominalidad a la economía de cara a esta segunda estación que tendremos en octubre. A mí lo que me preocupa en términos más generales y conceptuales es justamente cómo va a hacer el Gobierno para administrar una economía que no tiene todos los dólares que necesita para producir y cómo va a lidiar con esa dificultad que obviamente le impone una muy fuerte condicionalidad al nivel de actividad económica y a la tasa de inflación.

-Viene ahora algún dinerillo del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, Qatar, el swap con China. ¿Se llega a octubre con algo más de aire?

-La verdad es que no lo sé. El escenario pre PASO era de supuestas fuertes turbulencias pero en un escenario donde el resultado electoral era más o menos previsible. Con una oposición tradicional como Juntos por el Cambio, ganando por 5 o 6 puntos, y con un Milei que estaba claramente por detrás. Ahora el escenario cambió. A las turbulencias que ya se anticipaban en el mercado se le agrega el efecto Milei y la devaluación, que no estaba contemplada. Eso le pone un nuevo ingrediente a un mercado que ya se presumía que sería turbulento. De acá al 22 de octubre uno no puede cambiar nuevas turbulencias cambiarias.

-Ni post octubre.

-Ni post octubre. El hecho estructural de la escasez de dólares hace que las turbulencias cambiarias siempre estén con un nivel de probabilidades medio alto. Ese es el panorama, el piso de la situación, las condiciones básicas. Hay escasez de divisas y obviamente cuando escasea los pesos sobran y eso genera todo este tipo de sacudones y posiciones defensivas contra el peso.

DEVALUACIÓN

-¿Para qué sirvió esta devaluación?

-Me parece que fue una medida mal instrumentada. Una devaluación sin plan es siempre un mal camino. Pero además de eso, con medidas de política económica esa devaluación se compensa de alguna manera. Esas medidas deberían haber estado no este domingo pasado por Instagram sino el mismo día de la devaluación. Hay un grado importante de improvisación en el Gobierno. El Gobierno devaluó y dejó que el mercado juegue 15 días, además con el efecto Milei sobre la cancha. Y entonces pasó lo que pasó. Pasamos de una tasa de inflación que estaba en torno al 7 u 8% a una tasa que ahora está para agosto en torno al 14%.

-¿Cuánto les da la inflación de agosto?

-A nosotros nos da 12,5% la proyección de agosto. Al Banco Central habla del 11%. Septiembre también luce complicado. En ese sentido la devaluación evidentemente fue una concesión al Fondo, fue una imposición. Se supone que un ministro de Economía tiene cierto grado de autonomía para decir que sí o que no. Claramente el Gobierno no tenía mucha espalda porque necesitaba los dólares que le prestaba el Fondo.

-Más allá de esta situación coyuntural, queda claro que las próximas gestiones también van a tener que gobernar codo a codo con el FMI.

-Obviamente cuando se firmó el acuerdo en marzo de 2022, el nuevo préstamo que cancela el crédito anterior, yo planteaba que como mínimo 10 años el Fondo iba a estar en la Argentina. Y es probable que esté más. No va a haber condiciones objetivas para que en una década el FMI deje de ser relevante para la economía argentina.

-No hay muchas certezas pero de los tres candidatos que potencialmente pueden llegar a la Casa Rosada, dos aseguran que en diciembre van a unificar el tipo de cambio. ¿Eso traerá aparejado un fogonazo inflacionario?

-Yo diría que aún haciendo las cosas bien, con un programa de estabilización bien concebido, consistente, con objetivos y compromisos políticos, va a haber un verano donde la aceleración de los precios va a estar a la orden del día. Ordenar precios relativos antes de establecer un programa es lo que hay que hacer y eso producirá costos inflacionarios importantes. El punto es porqué lo estás haciendo y hacia donde te dirigís. Hacerlo sin un programa tiene las consecuencias que tiene la situación actual. No tener programa económico implica esto.

-¿Le parece natural que Massa, en su doble condición de ministro y candidato presidencial, no aborde el tema salida del cepo?

-Me parece que son dos funciones incompatibles entre sí. Hay una incongruencia natural. Casos como los de Fernando Enrique Cardoso o Macron (Emmanuel) en Francia abandonaron sus puestos de ministros cuando fueron candidatos. No se puede ser ministro y candidato en una economía tan frágil como la Argentina y en una realidad tan compleja como la actual. El domingo se cambió el traje, dejó de ser el ministro que acordó con el Fondo la devaluación, e intentó vestir las ropas de candidato, pero con estas medidas que lanzaron empieza a tener algunos problemas. Justamente porque las medidas están por fuera de un programa, de una caja básica de herramientas que sea percibida como tal por quienes tienen que tomar decisiones económicas todos los días.

REFORMAS

-Algunos candidatos vuelven a poner sobre la mesa el tema de las reformas estructurales. ¿Cuán posible es realizarlas?

-Primero lo que hay que hacer es estabilizar. Creo que hay bastante consenso en que hay que eliminar de alguna manera más o menos rápida el cepo, hay que ir a un mercado de cambio que deberá ser único. Va a ser difícil hacerlo el primer día porque no veo condiciones y no hay dólares para eso. La discusión de la dolarización agrega un componente adicional. Que Milei haya ganado las primarias esté en condiciones muy competitivas para la general con su slogan política de dolarización fue muy efectivo. La dolarización en términos económicos es un cambio de régimen muy profundo. Está diciendo: ‘Vos tenés pesos y esos pesos no van a valer’. Obviamente es parte de lo que explica lo que pasó del 14 en adelante, el aumento de la incertidumbre y las turbulencias. También creo que en el caso de Milei debería explicar con más claridad de qué se trata la dolarización.

-La dolarización trae como condición una disciplina fiscal que nunca tuvimos, y en los ’90 durante la Convertibilidad las provincias salieron por el lado de las cuasimonedas.

-Hoy la situación es distinta en las provincias, que salvo alguna excepción puntual están en buena condición fiscal. A diferencia del 2001, cuando las provincias estaban en una situación muy complicada. Eso es importante para tener en cuenta. Lo que quería decir, además, es que no creo que la dolarización sea adecuada pero dado que es un cambio de régimen que genera mucha expectativa e incertidumbre habría que explicarla mejor para que la transición a diciembre sea lo más suave posible.

-¿Genera un efecto fascinación en el votante?

-En términos políticos sí. Hablando con candidatos a intendente en la provincia de Buenos Aires, muchos me decían que la gente les preguntaba qué significaba la dolarización, si estaba bueno realizarla. Evidentemente es una herramienta política de campaña muy potente para Milei. A mí lo que me preocupa de la estabilización futura, necesaria e imprescindible y que nadie discute, no solamente es cómo hacerla sino un enfoque que no está muy debatido: es que se va a estabilizar una economía con 45% de pobres. Con un mercado laboral absolutamente fragmentado y partido en dos, donde hay una parte que son supuestamente los más beneficiados por las medidas de Massa mientras que otra parte está por fuera. Eso también puede explicar el fenómeno Milei. Pero más allá de eso, los niveles de pobreza que tenía Alfonsín cuando lanza el Plan Austral en el año ’85 eran 5 puntos. Cuando Menem lanza la Convertibilidad, la pobreza era 15%, después de haber pasado dos episodios hiperinflacionarios.

-Es decir que hay menos margen para soportar un golpazo de carácter económico.

-Exactamente. Un golpazo que implica la estabilización. Con lo cual la necesidad de tener una cintura política, control de negociación, de control y consenso para la nueva gestión de gobierno va a ser muy superior a la que exigían aquellos momentos, que también fueron complejos. Eso hay que tenerlo en cuenta cuando discutimos estabilización.

-El año que viene se habla de una recuperación del campo si llueve, y dólares que no se gastarán en la importación de energía. Desde la macro puede mejorar la situación, ¿servirá para amortiguar el impacto social de la estabilización?

-Creo que hay que construir un puente hacia esa realidad que va a ser el momento cero de la gestión. Claramente en el medio de esta corrección de precios relativos que a mi juicio hay que tomar, durante el verano esos dólares de la cosecha no van a estar disponibles. Entonces tendremos que transitar un verano que va a estar complejo. Habrá que tener mucha decisión política, mucho consenso y acuerdo. Veremos si la clase política, la clase dirigente toda está en condiciones.

-El consenso de los economistas del Fondo es que Argentina debe darse el debate de qué Estado puede pagar. ¿Qué opina?

-Parte de la estabilización es eso: qué Estado queremos y cómo lo queremos pagar. Qué tamaño, con qué funciones y cómo lo pagamos. Obviamente eso implica acuerdos y consensos. En la estabilización, que para mí es central, yo planteo que debe darse como en el viejo juego de la perinola. En una de las caras de la perinola aparecía escrito Todos ponen. Bueno, es así. Me parece que la construcción de acuerdos y consensos básicos en ese Todos ponen va a exigir que se sepa qué pone cada uno, cuánto y de qué manera, y que todos los demás sepan si están cumpliendo. Lo que no puede suceder es lo que sucede hasta ahora, que el Estado es un Estado bobo en el que cada uno de los sectores van y sacan recursos dentro de una lógica de negociación bilateral. Va a haber que discutir muy en serio no sólo el tamaño sino también cómo hacer el recorte, con la restricción social que va a ser muy importante. Obviamente ahí adentro están los planes sociales, la discusión de la Asignación Universal por Hijo. Todas cuestiones que son muy relevantes en esta realidad que tenemos.

-Con volver a crecer no alcanza para evitar el ajuste.

-No, definitivamente no alcanza. El recorte debería ser con un sesgo más ligado a la provisión de bienes públicos a los sectores que tienen menor acceso. Siempre atendiendo las urgencias de esa mitad que está prácticamente afuera del sistema. Eso va a dar cierta credibilidad, podremos crecer y entonces se podría suavizar un poco, pero los costos sin dudas habrá que pagarlos.