Estabilidad, divino tesoro

Si lo logra, si realmente lo logra, habrá alcanzado el objetivo que otros persiguieron sin éxito y con mucho menos afán. Talar la inflación hasta un dígito le permitirá a Javier Milei estabilizar la economía y continuar adelante con su agenda de reformas libertarias.

Sabe el Gobierno que ese dígito podrá ser exhibido como un auténtico triunfo alcanzado en tiempo récord. Desde el dato del 30% mensual del mes de enero al 8% que se plasmará esta semana, y que muestra la evolución de los precios en abril, ha habido mucho de motosierra y licuadora. Más de lo segundo que de lo primero. La noticia, de alto impacto, será capitalizada en el plano político.

Es cierto que al método para bajar la inflación le caben varios adjetivos, entre los cuales cruel y salvaje no están afuera de la lista, pero el resultado final le traerá al gobierno un rédito superior al clamor de los perjudicados. Ya lo vimos en los ‘90, la estabilidad enamora.

Que la caída vertiginosa de la inflación se concrete como consecuencia de una recesión que pegó por debajo de la línea de flotación del sector productivo, que se haya despeñado el consumo y las perspectivas laborales sean sombrías, no quita que buena parte de la sociedad termine convalidando la conquista. Tampoco durante la Convertibilidad importaron tanto los daños colaterales. Les hacían sombra el 1-1, los viajes al exterior, las compras de productos importados.

Bajar la inflación, el flagelo que azota a ricos y pobres pero que, como siempre, daña más a los que menos tienen, es el objetivo principal de la gestión Milei. Lo está logrando y eso, lo saben, puede traducirse en un singular respaldo en las elecciones legislativas del 2025. 
Los libertarios cuentan los porotos para aprobar la Ley Bases y tienen claro que una mejora en el plano económico los dejará bien parados de cara a la próxima contienda electoral. Puede que llegue octubre del año próximo con baja inflación y recuperación económica. Sería, para ellos, un escenario ideal. Que en la vereda de enfrente la confusión y el desconcierto sean totales también los ayuda.

EL DIA D

El día está marcado en rojo en el calendario de La Libertad Avanza: el martes 14 el Indec publicará el dato de la inflación de abril. Todos los estudios privados coinciden en que el número no será superior al 8% mensual. El Gobierno se golpeará el pecho, convencido de que lo ha hecho.

Es cierto que, como lo advierten algunos expertos, el equipo económico corre el riesgo de enamorarse del dígito. Alcanzar la meta a toda costa es la razón por la cual el Gobierno decidió postergar aumentos en servicios que impactarían de manera directa en el proceso inflacionario. Acá lo importante no sólo es llegar sino, y sobre todo, mantenerse.

“Se desploman”, dicen en la Fundación Libertad y Progreso. Los números le dan un 8,4% de inflación para el mes de abril. No sólo eso, las estimaciones de lo que va de mayo proyectan que el guarismo se reduciría al 4,5%. Los economistas están midiendo 1,6% de inflación semanal.

Por lo pronto, el dato en la Ciudad de Buenos Aires marcó un descenso al 9,8%. María Eugenia Lago, titular de la Dirección General de Estadísticas y Censos porteña, expresó que se observa “un constante descenso de la tasa de inflación en la Ciudad desde el 21,1% observado en diciembre de 2023. Abril es el cuarto mes consecutivo de baja del índice que se ubica en un dígito por primera vez desde julio del año pasado”.

La estabilidad abre interrogantes de cara al futuro, sobre todo en lo que hace a salarios y jubilaciones, dos segmentos que fueron severamente afectados por la política de licuación que estableció el Gobierno para recortar la capacidad de consumo y autoinfligirse una recesión, pieza clave en la estrategia antiinflacionaria.

El último informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal, liderado por Nadin Argañaraz, echa luz sobre los ingresos de la Tercera edad. “Si la inflación de mayo es menor o igual a 7,8%, el poder adquisitivo de las jubilaciones habría registrado un piso en febrero de 2024. Si la inflación sigue descendiendo, se consolidará el cambio de tendencia, aunque es clave lo que se haga con el bono de $70.000 a partir de junio. En los primeros cuatro meses, los jubilados con la mínima soportaron una pérdida de un 24% y el resto una del 37%”, recalca el documento.

Y agrega: “Si se acumulan los primeros 5 meses del año, el jubilado que cobra la mínima terminaría perdiendo un 21,7% del ingreso real de igual periodo de 2023. Por su parte, el que no cobra la mínima terminaría perdiendo un 33,9% del ingreso real que tuvo en los primeros 5 meses de 2023”.
Por su parte, las empresas también evalúan el ritmo de actualización salarial. “Prevén un incremento anual de 191% en las remuneraciones de sus colaboradores, por lo que mantendrán cierto rezago respecto la inflación anual proyectada, la cual rondaría el 202%”, según los resultados de la última actualización del Resumen Ejecutivo Compensaciones, Beneficios y Talento de la consultora PwC Argentina.

“Se comienza a observar con más frecuencia el incremento de la periodicidad de ajustes con revisiones bimestrales e, incluso, mensuales para contrarrestar eficazmente el ritmo inflacionario. Esto se puede evidenciar en que cerca del 40% de las empresas consultadas realiza ajustes salariales de forma bimestral para paliar la inflación”, culmina el paper.

Pese a la parábola descendente de la inflación, algunos voceros del liberalismo, como el diputado nacional Luciano Laspina, advierten que el Gobierno debe dejar atrás el modelo de transición y quitar el cepo. “Con el actual esquema no habrá recuperación”, sentencian.

EL PARO

Como ocurre siempre, es fácil proyectar el impacto económico de un paro general pero muy difícil discernir la adhesión voluntaria a la medida. Basta con que el gremio del Transporte se sume para que el éxito de la convocatoria sea casi total. Algo así vimos el jueves.

La sociedad no mira con buenos ojos la calidad humana de los líderes sindicales, muchos de los cuales hace años medran desde sus sillones burocráticos. La gente prefiere ir a trabajar. Hay, sin embargo, números que ayudan a comprender el supuesto triunfo gremial. El transporte de colectivos mueve 4 millones de personas en el AMBA y 1,5 millón en el interior; los trenes transportan a 1 millón de pasajeros y 93.000 tenían vuelos reservados.

Claro que hay motivos para reclamar, pero que Javier Milei haya soportado dos paros generales en cinco meses cuando toda la gestión de Alberto Fernández no sufrió ninguno, pues degrada la aventura sindical. 

Otra vez las cifras nos dan una idea cabal de la situación económica. Según datos de la Camara Argentina de Comercio (CAC), “el comercio bilateral entre Argentina y Brasil fue de u$s 2.315 millones en el cuarto mes del año, un 9,5% inferior al valor obtenido en igual período de 2023, cuando había sido de u$s 2.557 millones. Asimismo, el intercambio se mantuvo bastante similar con respecto a marzo pasado (-0,4%), debido a la leve baja de las exportaciones en un 0,2% y de las importaciones en un 0,6%”.

Pese a que todo habla de recesión, las encuestas aún respaldan la gestión Milei. La última edición del Monitor del Humor Social y Político de la consultora D’Alessio IROL refleja que “la evaluación positiva de la situación económica actual ya se consolida como una tendencia, luego de exhibir cinco meses de mejora intermensual consecutivos”.

El documento sostiene que un 31% considera que la economía está mejor que el año pasado; un 44% cree que la economía estará mejor dentro de un año, al tiempo que un 51% evalúa que estará peor; a cinco meses de iniciada su gestión, el gobierno de Javier Milei cosecha una aprobación del 44% y una desaprobación del 56%; la inflación sigue siendo el tema que más preocupa a los argentinos con el 70%, pero muestra una caída dramática en las menciones de los encuestados desde febrero (casi 20 puntos porcentuales). 

En estas condiciones el Gobierno desembarca en la semana esperando que el jueves el Senado pueda darle luz verde a la Ley Bases, considerada la llave maestra para avanzar en una reforma de la economía con matriz libertaria. Crujen el sistema previsional y también las leyes laborales, que sufrirían cambios sustanciales.

El presidente de la Nación, mientras tanto, construye su liderazgo mediante caprichosas incursiones en las redes sociales y gestos políticos que restan más de lo que suman. Fotografiarse junto a las banderas de Israel y Estados Unidos –aliado de la causa-, reconocer el derecho de los británicos sobre las Islas Malvinas y elogiar la figura de Margaret Thatcher son acciones semejantes a pegarse un tiro en el pie. El, sin embargo, parece no registrarlo. O tal vez ni siquiera le importe.