En la Gala Lírica encabezada por Vittorio Grigolo

Esta vez la orquesta fue protagonista


Gala lírica. Con: Vittorio Grigolo (tenor) y Evelino Pidó (director). Obras de Verdi, Rossini, Donizetti, Puccini, Mascagni, Gounod y otros. Con la Orquesta de la Asociación de Profesores de la Estable. El 29 de mayo en el teatro Colón.


Una sesión de características singulares ofreció el Colón en el comienzo de su ciclo ‘Grandes intérpretes’ del corriente año. Fue la presentación del tenor italiano, de Arezzo, donde nació hace cuarenta y seis años, Vittorio Grigolo, de renombre en el mundo lírico del presente, que en sus años juveniles recibiera en su patria el apodo cariñoso de Il Pavarottino, porque había debutado como el Pastor de una ‘Tosca’ con el afamado Luciano Pavarotti.

Por otro lado, en el podio de la Asociación de Profesores de la Orquesta Estable se convocó al gran director turinés Evelino Pidó (69), que el año pasado deslumbrara con su versión de ‘Lélisir d’amore’, de Donizetti. y cuya presencia dio especial relevancia al evento.

Yendo entonces a este primer contacto de Grigolo con nuestro público cabe acotar que se advierte su siempre recurrente movimiento escénico para propiciar una vocalidad flexible en su tesitura de tenor lírico, tendiente con frecuencia a las filature y contrastes apianados, que de alguna manera tienden a efectos contrastantes de emisión y actuación, porque lo suyo es siempre agilidad de movimientos, también en casos como recitales de este tipo.

REPERTORIO

Naturalmente, apareció más cauteloso en el repertorio francés, donde su ‘Romeo y Julieta’ de Gounod, que hemos apreciado en el Met de Nueva York hace algunos años, a través de ‘Ah! Leve toi soleil’, constituyó uno de sus logrados momentos del concierto.

Es evidente que esa modalidad y estilo de interpretación lo lleva a cosechar aplausos, como ocurrió en este recital, aun cuando entrelaza ciertas aportaciones de cosecha propia, como en el belcantismo italiano (‘Una furtiva lacrima’, de ‘L’elisir d’amore’) o también en ‘Che gélida manina’, de ‘La Boheme’.

Por eso decíamos que el repertorio francés pareció más propicio a sus recursos vocales y escénicos, como el agregado de ‘Le réve’ de ‘Manon’, de Massenet, que inició los pedidos de encores, que siguieron y tuvieron también el brindis de ‘La traviata’ verdiana -junto a nuestra compatriota Laura Pisani-, y el ‘Vesti la giubba’ de ‘I Pagliacci’, de Leoncavallo, que le sirvió de despedida.

Ahora bien, lo más relevante del programa estuvo en la notable dirección orquestal de Evelino Pidó y una orquesta que respondió magníficamente a sus entradas, a sus detalles gestuales. En un momento emocionante de la velada, uno de los músicos le acercó la batuta que se conserva del gran Arturo Toscanini y que Pidó, con emoción, expresó al público cuando le acercaron un micrófono que era un privilegio para él poder utilizarla, como lo demostró en el intermezzo de ‘Cavalleria rusticana’, de Mascagni.

Pero cabe decir que no solo esa sino todas las obras dirigidas por el maestro de Torino, en esta su tercera visita a nuestro medio, tuvieron un alto nivel de calidad, como las oberturas de ‘I vespri siciliani’, de Verdi, o la rossiniana de ‘Il barbiere di Siviglia’, de la belliniana ‘Norma’, o los conocidos intermezzi de ‘Manon Lescaut’ o de ‘Carmen’.

En suma, habrá que merituar esta función de apertura del ciclo ‘Grandes intérpretes’ en razón de su variopinto cariz , con el reencuentro de un gran maestro de la batuta como el turinés, cuya convocatoria volvió a ser un lujo, y con una figura singular del medio operístico como el tenor de Arezzo.

Calificación: Muy bueno

FOTO: GENTILEZA ARNALDO COLOMBAROLI.