​Claves de la seguridad

Es ridículo que la AFI se denuncie por hacer su trabajo

 


Hace unos 2400 años el General chino Sun Tzu, en El Arte de la Guerra enseñó que "cada asunto requiere un conocimiento previo" y esa es la la base fundacional de la actividad de Inteligencia. Inteligencia es, muy simplemente, el proceso racional que antecede la toma de decisiones, consistente en reunir y analizar información para esa finalidad y previendo escenarios futuros.

En el ordenamiento jurídico argentino la Ley 25.520, con las modificaciones de la Ley 27.126, define como "Inteligencia Nacional a la actividad consistente en la obtención, reunión, sistematización y análisis de la información específica referida a los hechos, riesgos y conflictos que afecten la Defensa Nacional y la seguridad interior de la Nación''.

Si el concepto expone la naturaleza racional de la actividad de Inteligencia, de esa misma racionalidad se desprende un lógico y necesario deber de discreción. De allí que la disciplina del secreto sea el pilar ético y funcional de todo servicio de Inteligencia.

Ahora bien, contrariando tanto la lógica universal de la actividad de Inteligencia, como los preceptos específicos del derecho argentino y hasta el más elemental sentido común, la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), puesta por el gobierno kirchnerista bajo la intervención de Cristina Caamaño, hizo el ridículo denunciándose penalmente a sí misma hasta por haber hecho su trabajo bajo un gobierno de otro signo político.

Particularmente ridículo y grave es el circo montado por Caamaño y el ministro de Defensa Agustín Rossi, el pasado 23 de septiembre, para denunciar lo que consideran espionaje ilegal de la AFI durante la Presidencia de Mauricio Macri a familiares de los tripulantes del Submarino ARA San Juan, entre enero y junio del 2018 cuando el destino de la nave todavía era incierto. Ridículo porque no se trata de espionaje ni delito alguno. Grave porque con la denuncia pretende el kirchnerismo usar a los familiares de los marinos del ARA San Juan del modo más miserable.

"A los pocos días de haber perdido a sus hijos y sus hermanos, los familiares fueron objeto de un espionaje hecho con recursos del Estado cuando se reclamaba que se siguiera la búsqueda. Es un hecho inhumano'', apuntó Rossi. ``Hecho inhumano'', califica el mismo Agustín Rossi que unos días después de la Tragedia de Once, dando fe de kirchnerista, cristinista y hasta citando al Che Guevara, sostenía que:

"Por estas horas se han despertado muchas especulaciones que poco tienen que ver con un abordaje serio de la tragedia de Once y entran en el fangoso terreno de la especulación política''.
Los informes anticipaban al Presidente que los familiares le iban a preguntar sobre la búsqueda, pero también sobre las órdenes de partida del submarino y que le reprocharían por sospechar que se les estaba ocultando información.

Y por ello se horroriza Caamaño, quien hace de su intervención en la AFI un constante el show; como si pudiera seguir siendo fiscal chapoteando un festival de denuncias. Ni siquiera al genial Mel Brooks se le pudo ocurrir un capítulo del Superagente 86 en el que una interventora denunciara a Control por informar al Presidente; disparates así solamente en esta Argentina. 

Y entonces cabe recordar que según María Luján Rey, madre de Lucas Menghini Rey, los familiares de la tragedia de Once que se reunieron con Cristina Fernández, quien los fue recibiendo por grupos, ``salían todos enojados, mal. Se les ofrecían planes sociales y se los maltrataba''.

UN ASUNTO DE ESTADO

Con estos antecedentes, caben algunas reflexiones. Antes que cualquier otra cosa, la pérdida del ARA San Juan es un asunto de Estado, por ende todo lo que en su consecuencia exige una decisión presidencial es materia de Inteligencia. Es ridículo que la AFI se dedique a denunciarse por hacer su trabajo.

Siempre que uno hace algo, por el motivo que sea, hay otro que toma nota. Ese otro puede ser la AFI, y no da para sentirse ``espiado'' o mucho menos ``perseguido''. Ej: Si pido ver al Presidente es lógico no me reciba a ciegas. Debe ser informado de quién soy y que pretendo antes de siquiera decidir recibirme. ¿O alguien supone que a los familiares de las víctimas de Once que Cristina Fernández recibió en Olivos y en la Casa Rosada los recibió sin ser informada de quiénes eran y sus planteos concretos más allá del dolor?

Y digo: Sería irrespetuoso, insensible e inepto para el cargo, cualquier presidente argentino que ante una tragedia no exija información, previo a reunirse con víctimas o deudos, para responder de la mejor manera posible a sus expectativas. Que en la reunión responda bien o mal, ya es otro asunto. Inteligencia informa, no decide, pero que la AFI haya adelantado a Mauricio Macri los reclamos que harían los familiares de los marinos, o a Cristina Fernández los de los familiares de Once, es enteramente correcto. Así debe ser. Y no se trata de espionaje sino de recolectar información, algo muy similar en la práctica a lo que rutinariamente hace cualquier periodista.

Esos que quieren hacer creer que los servicios de Inteligencia no deben monitorear nada ni a nadie, son los primeros que los llaman inútiles cuando cualquier situación escala a niveles problemáticos por falta de información. Es Caamaño quien delinque al exponer la labor de la AFI con una denuncia inconsistente. La impunidad con que Cristina Caamaño violenta las leyes en su afán de destruir al Sistema de Inteligencia Nacional es la propia impunidad de un país en decadencia gobernado por políticos que se empeñan en despreciar la racionalidad, donde no funciona la Bicameral de Inteligencia y ninguna voz se alza en defensa de Sistema de Inteligencia Nacional para reclamar que sea eficiente.

Moralmente, lo más repudiable en este lamentable asunto es la falsa sensiblería con que el gobierno kirchnerista pretende manipular, para la más despreciable politiquería, el dolor en las familias de los 44 submarinistas.