EL PULSO DEL LOS MERCADOS

Es justo el fallo de Preska

El humor de Wall Street no ha cambiado. Los inversores y expertos siguen creyendo que la Reserva Federal no subirá la tasa de interés durante la reunión de este mes, pero al mismo tiempo esperan que la ansiada baja del costo del dinero se postergue hasta bien entrado el año próximo. Mientras tanto, circulan encuestas que dan ganador a Donald Trump en las presidenciales de 2024, y son cada vez son más los estadounidenses que consideran que el actual presidente de Estados Unidos no está en condiciones físicas ni cognitivas para presentarse por la reelección. Esto nada tiene que ver con cancelación por edad, sino por la necesidad de elegir a los más aptos para tan importante cargo.

En tanto, sigo afuera de los activos argentinos, decepcionado por el rumbo de la campaña electoral, factor que se suma a mi desazón -ya de bastante tiempo atrás- por la sistemática violación de la seguridad jurídica, de cuyos efectos deletéreos hemos tenido el viernes otra rotunda manifestación con el fallo en Nueva York que nos condena a pagar una indemnización que podría llegar hasta 16 mil millones de dólares por la turbia estatización de YPF la década pasada. Los que operamos en el mercado internacional sabemos que las normas jurídicas están talladas en fuego y sobre granito. El costo de desconocerlas es cuantioso. Los políticos populistas -por desgracia- son ciegos a esta realidad.

A mi juicio -y sin entrar a discutir el monto del resarcimiento- la sentencia de jueza Loretta Preska a favor del fondo Burford Capital me parece justo. Cuando un Estado le arrebata arbitrariamente algo a algún privado, debe éste ser compensado. El número de la compensación merece un análisis profundo que escapa a estas líneas.

Lectores de La Prensa me han pedido una opinión sobre la dolarización que propone un candidato presidencial. Me gustaría recordarles a los que la vivieron -y enseñarles a los que no- que el régimen de Convertibilidad no fracaso por el hecho de fijar un tipo de cambio 1 a 1 entre peso y dólar sino por el exceso de gasto público que obligó a cubrir con deuda en dólares los cuantiosos desequilibrios fiscales. Terminamos con la emisión desaforada de pseudomonedas para poder cubrir ese creciente déficit. Es decir, el quid de la reconstrucción argentina pasa por el nivel del gasto público más que por el régimen cambiario elegido. Dolarizar o no es una cuestión secundaria.

Mientras llegamos a diciembre y a un nuevo inquilino en la Casa Rosada, el Gobierno sigue aumentando los desequilibrios. Hay un inmensa inflación reprimida, teniendo en cuenta el atraso del tipo de cambio, de los combustibles y de las tarifas. Son factores que me hacen pensar en un dólar en torno a los 1.300 pesos cuando el resorte se suelte.