ENTREVISTA A LOS TRES ESCRITORES DETRAS DEL EXITOSO SEUDONIMO LITERARIO DE CARMEN MOLA

“Eramos francotiradores de historias”

Todo es cinematográfico en ellos. Y fieles a su esencia, ellos mismos podrían ser los protagonistas de una serie de investigación, thriller, comedia y épica.

La historia cuenta que Carmen Mola, la exitosa profesora universitaria que vive en Madrid con su marido y sus no se sabe cuántos hijos, nunca existió y que detrás de ese potente seudónimo literario, están tres guionistas de televisión: Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero, este último, hijo del homónimo y reconocido director y autor de la famosa tira española de los 80, Verano Azul.

Lo relatado parece una novela en sí misma, pero la realidad es que todo surgió de aquellas jornadas de trabajo, donde los tres se juntaban a escribir los guiones de terceros. Típico trabajo que requiere cualquier serie exitosa televisiva, donde bajo la coordinación de un autor excelso, varios “writers” se juntan a darle forma a los diálogos de cada capítulo.

Así, los tres extrapolaron la actividad y en 2018 le dieron forma a La novia gitana, bajo la firma de Carmen Mola. Como otrora hiciera Stephen King cuando recién empezaba y su pulsión por escribir le hacía producir más de un libro por año y los publicaba con el nombre de Richard Bachman.

Pero la parte épica de esta historia, es que Carmen Mola con su cuarto libro, La bestia, ganó el Premio Planeta y los autores no tuvieron más opción que salir a escena y protagonizar en primer plano la gloria. Actualmente presentan su nueva y segunda novela histórica, El infierno, que los trajo al país en plan de promoción. En un encuentro distendido, charlaron con La Prensa.

EL ORIGEN COMUN

—No puedo evitar preguntarles lo obvio, ¿cómo surgió Carmen Mola?

—Agustín Martínez: Los tres venimos de la televisión, tenemos mucho recorrido en el rubro, cada uno también editó novelas de manera particular, pero la idea en sí surgió mientras hacíamos la adaptación de mi novela Monteperdido. Típico grupo donde guionistas se juntan en esas salas llamadas “Writers Room” para delinear los guiones de tal o cual serie. Ese trabajo resultó muy productivo y al salir nos fuimos a tomar una cerveza y Jorge fue el que propuso ese mismo sistema de trabajo pero en vísperas de un libro nuestro. Lo normal es que esas ideas no lleguen a ningún puerto y que ni siquiera exista la primera reunión. Pero la tuvimos, la pasamos muy bien y surgió la primera idea que fue La novia gitana. Nuestro primer objetivo era terminar el libro sin matarnos en el camino, sobre todo cuando llegara el tema de las definiciones como nombre, contratos, etcétera. Pero con Carmen Mola todo fue orgánico.

—¿Cómo surgió el nombre?

—Agustín Martínez: Cuando llegó el momento de entregar el manuscrito a la editorial, nos juntamos a tomar una caña y tardamos 5 minutos en encontrarlo. Pensamos nombres norteamericanos al estilo Jonathan o Brian, pero uno dijo “Carmen”, el otro dijo “Sí, Carmen, mola!” y el otro dijo, “¡Carmen Mola!”. Carmen también es muy español, así que cuadraba perfecto.

—¿Por qué profesora universitaria y no algo más místico?

—Jorge Díaz: La editorial nos pidió que le demos identidad a la autora. Entonces pusimos que era profesora y que vivía en Madrid con su marido e hijos. Que después nos trajo problemas porque dábamos entrevistas por mail y las contestaba el que estaba libre. Y en unas entrevistas aparece que tenía dos hijos y en otras que tenía tres, porque no lo habíamos pautado desde el principio. Como tampoco lo de universitaria. Eso lo agregaron luego, vaya uno a saber quién. Y era catedrática de álgebra, algo que nosotros no sabemos ni qué significa. La biografía de Carmen Mola se fue alimentando de la gente, como Wikipedia. Fueron muy divertidos los primeros años.

—El Premio Planeta en el 2021 los obligó a salir de las sombras.

—Antonio Mercero: Si no hubiese sido por el Premio Planeta creo que hubiésemos seguido una o dos novelas más en el anonimato. Pero tarde o temprano queríamos dar la cara porque nos apenaba no poder disfrutar del éxito de Carmen Mola, porque sabemos muy bien por separado lo difícil que es vender tantos libros y tener reconocimiento por ello.

ESCRIBIR DE A TRES

—¿Cómo se trabaja una idea entre tres autores?

—Antonio Mercero: No hay ideas cerradas de antemano. Todo se debate, se analiza, se transforma. Una idea final es el producto del manoseo de una intuición que alguno de nosotros tres puso sobre la mesa al principio de la reunión. También está la inteligencia y sabiduría de cada uno de nosotros para reconocer una buena idea.

—Agustín Martínez: Plantamos la trama, la construcción de los personajes, la atmósfera y el esquema general, porque la idea es que los tres tengamos la misma novela en la cabeza. Después dividimos qué escribe cada uno y lo que escribe uno se lo pasa otro para que vaya tomando el tono de Carmen Mola y pierda el de cada uno. Entre los tres depuramos el estilo.

—El éxito les llegó con su primera novela ‘La novia gitana’.

—Jorge Díaz: Ninguno de los 3 lo imaginó. Nuestro éxito era solo publicar un libro sin pelearnos. Pero desde las primeras reuniones de La novia gitana entendimos que estábamos creando algo que sobrepasaba el nivel que cada uno tenía en su propia carrera. Nuestro productor literario compró enseguida la novela. En una semana ya teníamos firmado el contrato, algo inusual en el rubro cuando es tu primer libro.

—Sus primeros tres libros son el derrotero de la inspectora Elena Blanco. Pero el Premio Planeta lo logran con ‘La bestia’, una novela sobre la España del Siglo XIX.

—Jorge Díaz: Para La bestia fue el mismo proceso de escritura pero con la pandemia encima. La empezamos a pensar en pleno confinamiento. Todo era muy incierto. Entonces no nos atrevimos a escribir una novela que pudiera quedar vieja cuando eso terminara, por lo que todo lo actual debía esperar. Y nos dijimos: “vayamos al pasado”. En el pasado no existían los barbijos, el pasado no puede cambiarse, además nos motivaba probarnos fuera del policial negro. Y cuando la terminamos volvimos a sentir que teníamos un buen producto para presentarlo en los Premios Planeta. Y si ganábamos, entonces sí, salíamos al mundo a decir que éramos nosotros los Carmen Mola.

—Agustín Martínez: El premio tiene dos caras. Por un lado nos alegró el nivel de repercusión, que el New York Times hable de ti, es fuerte. Por otro lado, teníamos que sentarnos a escribir ya sin nuestra mayor virtud que era el anonimato. Escribir sin red es diferente. Éramos francotiradores de historias sin dar explicaciones y eso era vital. Ahora el esfuerzo es mantener el nivel y superarnos si se puede, pero con nuestros nombres y rostros. Es un desafío enorme.

—¿Alguna clave para mantener la armonía?

—Antonio Mercero: En las reuniones no se habla de fútbol ni de política. Son pautas no escritas pero que se respetan. Se habla de todo pero si la cuestión está caldeada la evitamos. No tiene sentido entrar en terrenos que no podemos cambiarlos.

—Su nueva novela ‘El infierno’ vuelve a ser histórica.

—Antonio Mercero: La experiencia de La bestia fue muy satisfactoria. Y quería volver a surcar ese camino. Volvimos al siglo XIX español, que es súper jugoso. Una crisis que duró un siglo. Pasar de un Imperio a un país de segunda. Y hay muchos elementos para contar. La historia pasa por Cuba y la esclavitud, pero el germen fue una esquina de la calle Magdalena en Madrid, donde estuvo el teatro Variedades, sede de los bufos madrileños. Nos intrigaba tanto que empezamos a investigar y es ese teatro dio inicio de la novela.

—Siendo guionistas de televisión y cine, le deben facilitar todo a las plataformas cuando adquieren los derechos de sus novelas.

—Antonio Mercero: Sí, pero sin embargo no escapamos a lo que suele suceder cuando una novela pasa a la televisión. En mi caso, en la serie La novia gitana no se respetó la edad de nuestra inspectora que tenía 50 años y en la serie terminó teniendo casi 35, por lo que es ostensiblemente mucho más joven. En lo personal no me convenció. Si bien la actriz (Nerea Barros) está muy bien en su trabajo, no es fiel a nuestra historia. No es lo mismo que una mujer de 50 tenga un amorío con un chaval de 35, que tengan los dos la misma edad. Pero son decisiones que nos exceden y no le damos mucha importancia. Desde siempre escribimos libros sin pensar en un guion y no vamos a cambiarlo ahora.