Entrevista a Carlos Menem (2009)

En la nota de hoy transcribo una entrevista que le hiciéramos en el año 2009 al presidente Carlos Menem, el ingeniero Alvaro Alsogaray y yo, en su casa de Belgrano.

El presidente actual, Javier Milei, está siguiendo el mismo rumbo pero se encuentra aún en una primera etapa del gran cambio que ha propuesto. Recién ahora empezarán, si es que tiene apoyo, las reformas laboral, previsional, tributaria que se han estado demorando por la oposición que ha tenido en el Congreso.

La gente debería tenerlo en claro para que aumentaran las expectativas sobre las consecuencias positivas que, presumiblemente, tendrán. Decir que ya están hechas confunde a quienes esperan mejores resultados.

El expresidente Menem a los cuatro días de haber sido electo, en una entrevista que le realizó Bernardo Neustadt, sorprendió con las siguientes expresiones que fueron anuncio de una posterior política de liquidación del peronismo histórico:

“El ingeniero Alsogaray sabe del respeto que yo siento por su persona. Un hombre que dedicó toda su vida a ésta difícil profesión que es la profesión de político. Y digo profesión cuando se la asume con responsabilidad- cuando se la asume con una especie de vocación puesta al servicio del país y del pueblo. Para mí el ingeniero Alsogaray es uno de los hombres imprescindibles en el mundo de la política argentina, con trascendencia a nivel internacional. Y no son piropos ni nada que se parezca. Es una realidad. Siempre que se habla de todos los temas que hacen a nuestro país, a Latinoamérica y el mundo, no hay ninguna posibilidad de hacer referencia a los mismos sin pasar por el liberalismo. En la República Argentina tiene un sinónimo que es el ingeniero Álvaro Alsogaray y la gente que lo secunda en esta verdadera ciencia que tiende al bien común que es la política”.

Y agregó: “Este tema (atraer capitales) lo he hablado con el ingeniero Alsogaray. El me decía que una de las medidas fundamentales era darle una especie de confianza, poner en marcha un “shock de confianza” para que haya una suerte de distensión en nuestra comunidad, y no se sigan fugando capitales y podamos a partir de esto empezar a crear riqueza”.

CUESTA ARRIBA

El expresidente Menem asumió con hiperinflación: los precios subían a razón del 200% ciento mensual, con insolvencia en al ámbito internacional, desorden económico interno, restricciones a la importación, colapso de los servicios públicos, pérdidas enormes de las empresas del Estado y perturbaciones sociales.

Hubo un cambio revolucionario en las relaciones exteriores, acercó al país al mundo desarrollado, redujo la corrupción estructural con las privatizaciones, fortificando, de este modo a la sociedad civil, consolidando la propiedad privada.

El cambio formidable que se instrumentó en su gobierno fue por supuesto asincrónico, lo perfecto no existe. Pero es innegable que su política fue en dirección de la inserción en el mercado mundial. El tipo de cambio fijo dio confianza inmediata a la gente, aunque tendría que haber salido de la Convertibilidad a tiempo, consolidar los cambios y corregir los errores, no quedarse en la mitad del camino.

Podría haberlo hecho el presidente Fernando De la Rua sin abandonar el modelo. Lamentablemente La Alianza fue una bolsa de gatos y luego se vino la noche con los Kirchner. El contenido liberal de las medidas que se aplicaron durante su gobierno es indiscutible, aunque cegados por el odio al peronismo muchos liberales no se lo reconocen.

Las reformas estructurales fueron realizadas rápidamente, también la ley de emergencia ecónomica y de emergencia administrativa que le dieron un marco legal para las privatizaciones dentro de un marco democrático. Fue mucho más arduo que en Chile donde Pinochet privatizó 200 compañías, entre l975 y l982, e intentó sanear las finanzas del Estado, pero en un contexto autoritario.

Carlos Menem creía que iba a suceder en nuestro país lo que en Chile con Patricio Aylwin: quien ganara las elecciones aunque fuera un opositor, continuaría con la misma política económica, protegiendo las reformas. No fue así, lamentablemente.

Tampoco hay que olvidar que pacificó al país, indultando al pequeño resto que quedaba, incluidos guerrilleros y miembros de la Junta Militar que habían sido condenados por el gobierno anterior.

MIRADA DE ESTADISTA

Aquí va el reportaje prometido realizado en 2009 -gobernaba Cristina Fernández de Kirchner- donde subraya, una vez más, el firme propósito que tenía desde el principio de su gobierno de llevar al país por un rumbo liberal.

 

-¿Cuál fue el motivo que le hizo cambiar las ideas que reflejaban el pensamiento del peronismo ortodoxo de 1945 caracterizado por un sistema estatista, intervencionista y dirigista?

-Hacía mucho tiempo que venía estudiando hacia donde se dirigía el mundo y me di cuenta de que el peronismo del 46 al 55 ya estaba totalmente superado. No lo podía decir en la campaña porque no hubiera llegado a ser presidente y yo necesitaba alcanzar ese cargo para hacer la transformación que el país necesitaba. El viejo sistema estatista y cerrado ya estaba agotado, no se olviden que Alfonsín me dejó un país con una hiperinflación del 5.000%, totalmente descapitalizado, sin reservas alguna en el Banco Central y con graves problemas sociales. También tuvo mucho que ver la prédica que venía realizando hacía muchos años el ingeniero Alsogaray quién en el país representaba, sin duda, la expresión más conspicua del pensamiento liberal. Yo estaba dispuesto a seguir políticas liberales porque sin capitales no se entiende que pueda pensarse en ningún desarrollo económico y para eso había que recrear el marco de confianza e institucional para que pudieran venir.

-¿Qué resistencias encontró para llevar adelante tal transformación?

-En realidad me sentí acompañado tanto por mi partido, como por los sindicatos y otros grupos de interés. Lógicamente no estaban de acuerdo todos, había grupos de empresarios que habían crecido a la vera del proteccionismo estatal, con prebendas y subsidios. Bajo un régimen de competencia resultaba claro que no podían subsistir. Así ocurrió, esas empresas no preparadas para la competencia, dejaron de funcionar.

-¿Tuvo resistencias sindicales, en lo ideológico o de algún otro tipo cuando anunció el programa de transformación y, entre otras medidas, las privatizaciones?

-No, prácticamente ninguna, porque empecé a dialogar con todos. La política es un arte y una ciencia, no se entiende sin diálogo. Hay que dialogar y dialogar permanentemente, es decir, todo lo contrario de lo que se está haciendo ahora. Sólo tuvimos una inicial resistencia con el gremialista Julio Guillán por la privatización de Entel, la primera de la privatizaciones que encaramos. Se oponía a que la empresa telefónica pasara a manos privadas y organizó varias manifestaciones contra la privatización en sí misma, y hasta agredieron físicamente al periodista Bernardo Neustadt, quien por la radio las sostenía firmemente. Mi idea siempre fue integrar a los sindicalistas al cambio, hablé con todos ellos y me fueron entendiendo. A Lorenzo Miguel y a Saúl Ubaldini, que habían sido repudiados en un acto en Vélez tirándoles de todo, hasta sillas, los invité al poco tiempo a participar conmigo en un acto en River. Ellos no querían venir por lo que les había pasado, pero les dije: No se preocupen, ustedes vienen conmigo. Se animaron, cuando los anunciaron fueron muy aplaudidos.

-¿Qué piensa de la siguiente interpretación? En el país, en el Siglo XX, existieron dos revoluciones: la primera, la de Perón, la cual logró modificar de raíz el sistema imperante hasta entonces, estatizando los grandes sectores de la economía como el transporte, la energía, las comunicaciones; y la segunda, la suya, con un programa de transformación de las estructura económicas opuesto al desarrollado por Perón, es decir privatizando esas mismas empresas estatales, desregulando la economía y sometiendo a la competencia interna y externa las actividades económicas del país.

-Estoy de acuerdo, pero recuerden que Perón también

introdujo la idea de integrarnos al mundo. Fue él quien empezó con el continentalismo que sirvió de base a los acuerdos de la ALAC (Asociacion de Laboratorios de Alta Complejidad) y otros , como el Mercosur (Mercado Común del Sur) al que hoy se está destruyendo.

-¿Cuáles fueron la medidas más importantes que Usted consideró necesarias para llevar adelante su programa de transformación?

-Era necesario recrear la confianza, tanto interna como externa. Para ello pensé en el Pacto de la Moncloa y convoqué a mucha gente aunque no fuera de nuestro partido, empezando por el ingeniero Miguel Angel Roig de Bunge & Born, quien lamentablemente murió a los pocos días de asumir como ministro de Economía. También elaboramos y empezamos a ejecutar un ambicioso programa de privatizaciones de las empresas estatales y dimos a conocer y difundimos ese programa con la lista de la empresas que íbamos a privatizar. Estaban todas, y estaban también otros organismos del Estado como las Juntas Reguladoras de granos, de carnes, que no tenía sentido que siguieran si nuestra acción iba a estar encaminada en sentido de asegurar la libertad de comercio.

Pero el problema fundamental que teníamos era la hiperinflación, y en este sentido quisimos dar confianza a la gente y a todos los agentes económicos a través de la sanción de la Ley de Convertibilidad. Les dijimos: ustedes van a operar, vender y cobrar en pesos, pero si quieren dólares vayan al Banco Central que se los va a cambiar a una paridad fija de uno a uno. Fue una jugada muy riesgosa, pero funcionó muy bien.

- A partir de determinado momento comienza a aparecer el déficit del presupuesto que hasta entonces podía financiarse principalmente con la venta de las empresas estatales. Después, agotado ese recurso, con créditos del exterior que venían al país por la confianza que despertaba el programa en marcha. Pero, como contrapartida, se incrementó sustancialmente la deuda pública externa a valores muy altos. ¿Qué hizo que se produjera tal giro en la economía del país y luego entrara en un período recesivo?

-Recuerden que Argentina tuvo que soportar tres crisis externas de suma importancia: la de México, la de Rusia y la del Brasil. Brasil, país con el cual nos unen fuertes lazos comerciales, produjo una fuerte devaluación del Real. Lo hizo el presidente Cardozo de un día para el otro, sin avisarme, a pesar de que manteníamos permanentes contactos y era mi amigo. Ahora bien, con respecto a la deuda externa, ésta si bien aumentó en términos absolutos, se mantuvo siempre dentro de los estándares internacionales aceptados, y acordados en el tratado de Maastricht. Nunca pasamos del 3% sobre el PBI. Lo que hay que ver es que durante mi gobierno el país tuvo la mayor entrada de capitales que se recuerde. Recibimos en los 10 años unos 200.000 millones de dólares, es decir un promedio de 20.000 millones de dólares por año. Esto no se había visto nunca.

-¿Cómo ve la situación actual y el futuro?

- Mal, muy mal. Creo que este Gobierno está llevando las cosas muy mal y con las medidas que está adoptando para resolver la crisis, no vamos a encontrar en muy poco tiempo en una situación muy complicada porque la reacción social va a ser muy fuerte. Mi opinión personal es que el gobierno de los Kirchner va a durar muy poco y que no va a terminar su mandato. Ahora mismo, en marzo o abril próximos vamos a vivir circunstancias muy difíciles.

-Para revertir esta situación ¿qué cree Usted se debería hacer?

-Todo lo contrario de lo que está haciendo este Gobierno. Hacer nuevamente un giro de 180º a las actuales políticas e instalar un sistema de economía de mercado.

 

* Miembro de Número de la Academia Argentina de la Historia. Miembro del Instituto de Economía de la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Premio a la Libertad 2013 (Fundación Atlas). Autora de “El Crepúsculo Argentino” (Ed. Lumiere, 2006).