El territorio porteño permite conocer dónde algunos autores se inspiraron para inscribir sus obras

Entre letras y moradas: un viaje literario

Bares, librerías y plazas, entre otros puntos, son destinos que recorrieron Cortázar, Borges, Sabato, Oliverio Girondo, Norah Lange, Arlt y Saint Exupery.

Tan pronto como un libro cae en las manos de un lector, se revelan sus pensamientos y experiencias. En la Feria del Libro afloran los títulos de destacados autores nacionales e internacionales que invitan a ser devorados por los lectores.

Pero los largos pasillos de la exposición no son los únicos espacios donde se pueden encontrar a los destacados autores de la literatura argentina e internacional.

Más allá de sus palabras, hay rincones de Buenos Aires que forjaron la imaginación de muchos escritores, lugares que podemos descubrir simplemente paseando por los barrios que alimentaron sus primeras fantasías.

Es en estos rincones porteños donde el lector puede sumergirse en el santuario interno de la literatura y dar vida a las palabras con imágenes.
Agronomía, un barrio que ha preservado su carácter histórico, fue testigo del crecimiento de Julio Cortázar desde 1934 hasta 1951, durante sus primeros pasos en el mundo de las letras.

Este vasto oasis verde, con sus calles circulares y arboladas, fue el telón de fondo de la adolescencia y juventud de este fecundo escritor. Desde su hogar, un apartamento en el tercer piso de la calle Artigas 3246, se dirigía a la Escuela Normal Mariano Acosta en Balvanera para completar su formación como Maestro Normal y Profesor en Letras. 

Allí vivió con su madre, su hermana y su abuela materna, dedicándose al estudio de idiomas, devorando cualquier libro a su alcance y deleitándose con la música jazz. En el año 2000, el gobierno de la ciudad instaló una placa en la entrada de su edificio para conmemorar la residencia del renombrado autor.

Las experiencias de Cortázar quedaron inmortalizadas en su relato “Omnibus”, incluido en el libro Bestiario, donde evoca algunos lugares de su barrio. Describe cómo "Por Tinogasta y Zamudio baja Clara taconeando distintamente, saboreando el sol de noviembre roto por islas de sombra que le tiraban a su paso los árboles de Agronomía".

La travesía de la joven protagonista por el barrio también se menciona en el relato cuando "En la esquina de Avenida San Martín y Nogoyá, mientras esperaba el ómnibus 168, oyó una batalla de gorriones sobre su cabeza". 

Es importante señalar que, en la Escuela Normal de Profesores, Cortázar obtuvo su título de profesor, lo que más tarde le permitió enseñar tanto en Buenos Aires como en Mendoza.

GALERÍA GUEMES

Un lugar más en Buenos Aires para sumergirse en las experiencias de Cortázar es la Galería Güemes, ubicada en la calle Florida 165. 
En el cuento "El otro cielo", que está incluido en el libro Todos los fuegos el fuego, Cortázar describe este sitio al mencionar "... sólo sé que de a ratos perdidos me iba a caminar como consuelo por el Pasaje Güemes, mirando vagamente hacia arriba, tomando café y pensando cada vez con menos convicción en las tardes en que me había bastado vagar un rato, sin rumbo fijo para llegar a mi barrio...".

Este emblemático sitio de Buenos Aires también ha sido transitado por otras figuras prominentes de la literatura. En “Al Pie de la letra”, obra del escritor Álvaro Abós, se rememora cómo Roberto Arlt describía este lugar como "la Babel de Yanquilandia transplantada a la tierra criolla... con sus bares automáticos, sus zapatos amarillos, las vitrolas ortofónicas, los letreros de siete colores y las girls dirigiéndose a los teatros con números de variedades que ocupan los sótanos y las alturas". 

Por otra parte, pocos conocen que allí vivió Antoine de Saint-Exupéry mientras se quedó en Buenos Aires. El autor de “El principito" llegó a Buenos Aires el 12 de octubre de 1929, representando a la Aéropostale en la filial argentina como director y encargado de organizar la empresa para toda América Latina. Al principio el autor francés no tuvo una opinión favorable sobre la ciudad, su paso por Buenos Aires dejó una huella imborrable. 

Ubicado en el sexto piso de la Galería Güemes, el departamento cuenta con dos ambientes luminosos y techos altos, sin lujos, pero con una generosa calidad espacial. Allí se quedó el autor francés durante 15 meses, entre 1929 y 1931, y fue por esa época que comenzó a escribir una de sus obras más reconocidas: “Vuelo nocturno”, que también está ambientada en Argentina.

Según una leyenda, en el baño de esta propiedad ocurrió una anécdota curiosa: durante uno de sus viajes al sur, Saint-Exupéry se encariñó con una foca bebé y la trajo consigo. La bañadera, ahora restaurada, se convirtió en el nuevo hogar del animal.

Antoine de Saint Exupery vivió en Argentina entre 1929 y 1931 y escribió su obra “Vuelo nocturno” inspirado en su experiencias.

 

Tras la quiebra de la Compañía Aeropostal y su regreso a Francia, el célebre autor expresó en una misiva a su amigo Rufino Luro Cambaceres: “Verá usted, Luro, finalmente llegué a sentirme como en casa en su Argentina. Me sentía un poco su hermano y pensaba poder vivir mucho tiempo en medio de su juventud tan generosa”.

MUNDO BORGIANO

Frecuentemente elogiado por su vasta imaginación y erudición literaria, Jorge Luis Borges es una figura emblemática de los barrios de Palermo, Recoleta y Monserrat.

La antigua sede de la Biblioteca Nacional, situada en México 564, funcionó hasta 1993. Fue allí donde Borges, en su rol de director y en pleno avance de su ceguera, encontró inspiración. El encanto de las bibliotecas se refleja en sus obras; como lo expresó en “El Hacedor” en que escribió que "En este punto se deshace mi sueño, como en el agua./ La vasta biblioteca que me rodea está en la calle México".

Una placa recuerda el edificio donde vivió Borges.

En tanto en el cuento "El congreso", en el "Libro de la Arena", Borges escribió, casi autobiográficamente, que "El nuevo director de la Biblioteca, me dicen, es un literato que se ha consagrado al estudio de las lenguas antiguas, como si las actuales no fueran suficientemente rudimentarias, y a la exaltación demagógica de un imaginario Buenos Aires de cuchilleros".

Los que busquen el hogar de la infancia de Borges en Palermo se toparán con una desilusión. La casa materna en la calle Serrano 2135 ha sido demolida, y hoy solo una placa conmemorativa recuerda su existencia. La misma suerte corrió la escuela en Thames 2321, donde Borges asistió al tercer y cuarto grado.

Afortunadamente, aún perduran lugares que Borges frecuentó. El departamento del 6 B en el edificio de Maipú 994, donde Borges residió desde 1944, y la casa de Xul Solar, especialmente en su último piso, conservan la atmósfera de sus encuentros para debatir sobre la cultura de la época.

La Librería de la Ciudad, en Maipú 971, era un sitio de encuentro para Borges, donde firmaba libros y dialogaba con sus lectores. También fue el lugar donde retomó su amistad con Ernesto Sabato tras años de silencio.

Por último, la Librería Casares, en Suipacha 521, se destaca como el último espacio literario visitado por Borges en Argentina, escenario de su última aparición pública en Buenos Aires.

ESCENARIO

Para aquellos que se adentran en las páginas de Sabato, la Plaza San Martín es el lienzo donde se pinta la escena inicial de “El túnel”. Esta novela, que vio la luz en 1948, trae a la vida a sus personajes en medio de este parque, sumidos en profundas reflexiones existenciales. La misma plaza cobra protagonismo en “Sobre héroes y tumbas”, otra de sus reconocidas obras. 

"Mientras millares de hombres y mujeres salían corriendo de las bocas de los subterráneos y entraban con la misma desesperación cotidiana en las bocas de los ferrocarriles suburbanos. Contempló el Kavanagh, donde empezaban a iluminarse ventanas. También allí arriba, en el piso treinta o treinta y cinco, acaso en un pequeña piecita de un hombre solitario, también se encendía una luz...¡Cuántos desencuentros como el de ellos, ¡cuántas soledades habría en aquel rascacielos!", describió Sabato.

El barrio de Belgrano, hogar del escritor, es otro escenario clave, especialmente en “Sobre héroes y tumbas”, donde se desarrolla la intrigante conjura de los ciegos. Es en las entrañas de la iglesia de la Inmaculada Concepción donde se extiende una red de túneles, el escenario de la temida “subciudad” de los ciegos.

En cuanto a las moradas emblemáticas, la casa de la calle Suipacha 1444 es un vestigio de la efervescente vida cultural que se extendió desde los años 30 hasta los 60. Esta residencia fue el refugio de Oliverio Girondo, poeta vanguardista argentino que jugaba con lo absurdo y lo jubiloso, y uno de los fundadores de la revista Martín Fierro. 

Junto a su esposa, Norah Lange, transformaron su hogar en un santuario de memorias viajeras y curiosidades, dejando a sus invitados frecuentemente asombrados. No sorprende que las famosas tertulias que se celebraban allí congregaran a los artistas más destacados de la época. 

Entre los visitantes ilustres estuvieron Edgar Bayley, Carlos Latorre, Francisco Madariaga, Enrique Molina, Olga Orozco, Aldo Pellegrini y Alberto Vanasco. A ellos se les unían figuras de la talla de Jorge Luis Borges, Pablo Neruda y diplomáticos latinoamericanos, como el agregado cultural de la embajada de Guatemala, Miguel Ángel Asturias.

Los invitados a las reuniones, que se prolongaban hasta altas horas de la madrugada, eran recibidos por un extraño muñeco de dos metros de altura que se encontraba en lo alto de la empinada escalera que conducía al living. A este singular personaje se le conocía como “El Espantapájaros”. Vestía una levita negra y pantalones a rayas negras y rojas. 

Girondo había paseado en 1932 a este peculiar muñeco por la ciudad en una carroza fúnebre, anunciando la publicación de su libro “Espantapájaros”, una obra fundamental en la poesía argentina. Cuentan los relatos de la época que a las autoridades no les había gustado mucho el desfile, pero que en cuestión de publicidad fue todo un éxito, logrando vender más de 5 mil ejemplares de la obra en aquel momento. 

Dentro del living, los recién llegados se encontraban con muebles coloniales, tótems de piedra, faroles de barcos piratas e incluso una vía férrea que atravesaba el piso. Los cuartos de trabajo de ambos escritores albergaban un mundo lleno de objetos sorprendentes. En el espacio donde Norah escribía, se podían observar botellas antiguas, talismanes, fotografías, barcos en botellas y jaulas con colibríes artificiales que emitían sus cantos. Oliverio también contaba con una extensa colección de libros y grabados.

En la actualidad, el petit hotel funciona como sede de las oficinas técnicas y administrativas del Museo de Arte Hispanoamericano, que adquirió parte de la colección de libros personales de Girondo y Lange. El lugar que originalmente ocupaba la recepción y la sala de la casa ahora alberga la Biblioteca Oliverio Girondo, que fue renombrada en 1998. 

Por otro lado, el extraño muñeco que durante años presidió la entrada de su casa puede contemplarse hoy en el Museo de la Ciudad de Buenos Aires situado en la calle Defensa 219.

Para conocer más de los tours disponibles se puede visitar el sitio www.turismo.buenosaires.gob.ar/es del ente de turismo porteño.

 

Ricardo Rojas dejó allí un extenso legado

Una casa neocolonial cuyo interior atesora la Eurindia

El Museo Casa de Ricardo Rojas, ubicado en la Ciudad de Buenos Aires, fue la morada del ilustre educador y literato Ricardo Rojas desde 1929 hasta su fallecimiento en 1957. Fue el pionero en establecer la cátedra de Literatura Argentina en la universidad, y se destacó como poeta, ensayista y pedagogo con una filosofía educativa única.

Encontrada en la calle Charcas 2837, en el corazón de Barrio Norte, la vivienda de Ricardo Rojas y su esposa Julieta Quinteros llama la atención por su distintiva fachada neocolonial, que contrasta con los edificios modernos circundantes. 

A pesar de su notable exterior, muchos desconocen los tesoros que alberga. Diseñada por el arquitecto Ángel Guido entre 1927 y 1929, la casa es un testimonio tangible de las teorías estéticas de Rojas, especialmente de su concepto de Eurindia. Este término, acuñado por Rojas, sugiere la formación de la identidad nacional argentina a partir de la integración del legado europeo e indígena.

La estructura combina una influencia europea con adornos hispanos e indígenas. El jardín principal cuenta con un frontispicio que es una réplica del Convento de los Dominicos en Arequipa, Perú. El patio está decorado con elementos de Cuzco, estilos coloniales y detalles que reflejan la herencia musulmana, romana y mediterránea. En el centro se erige una hermosa fuente de inspiración española, rodeada por una galería que une techos góticos con columnas corintias y símbolos incaicos como el sol, la mazorca y el rostro de un indígena, representando el mestizaje característico de las culturas americanas contemporáneas. Además, la casa posee un jardín de invierno de diseño andaluz y un huerto de naranjos.

En su interior, se conservan pertenencias personales de Ricardo Rojas, muebles de estilos colonial, español y francés, y otros elementos diseñados por Guido. 

La biblioteca personal de Rojas, con 25.000 volúmenes, incluye ediciones raras y libros firmados por sus autores. Destaca también una colección de pintura cuzqueña de los siglos XVII y XVIII.

ACTIVIDADES

Actualmente se desarrolla hasta finales de mayo el taller de "Humor en el Museo" que está enfocado en un concepto que comparten el humorismo, la filosofía y la vida misma: la búsqueda de un punto de vista diferente. Este taller se realizará en el mismo ámbito donde, desde una perspectiva diferente, Ricardo Rojas concibió la idea de reunir la técnica europea con la emoción americana en un proyecto filosófico-artístico llamado "Eurindia" que sirvió de inspiración para el diseño, la construcción y el uso del Museo Casa de Ricardo Rojas, un sitio que propone ideas tales como la de colocar un balcón para mirar hacia el interior de la vivienda... o de uno mismo. 

Durante las cuatro reuniones del taller se contará con el apoyo de textos de Platón, Hipócrates, Heródoto, Ovidio, Cervantes, Shakespeare, Jonathan Swift, Bergson, Freud, Borges, Xul Solar, Ricardo Rojas, los Hermanos Marx y la infaltable mitología griega. 
La dirección es Charcas 2837, y está abierto al público el sábado 18 y Domingo 19 de 11 a 19 horas, con una visita guiada programada para las 16 horas. Más información en http://www.museorojas.cultura.gob.ar/actividad/taller-humor-en-el-museo.