Entre la traducción, la complicidad y la poesía

Conversaciones sagradas

Por María Lanese y Antonio Pinto

Ediciones Diotima. 134 páginas

María Lanesse y Antonio Pinto se conocen y trabajan en conjunto desde hace diez años. Lanesse, escritora y psicoanalista, nació en Italia, igual que Pinto, pero vive en nuestro país desde pequeña. Autora de más de media docena de títulos, encargó al traductor y periodista la versión en italiano de algunas ediciones bilingües de sus obras. Fruto de esa colaboración, y de las frecuentes conversaciones que ambos disfrutaban, según cuentan, fue el impulso de escribir juntos este poemario bilingüe, que para Pinto es su primer libro.

“Conversaciones sagradas” lo titularon, inspirados en cierta pintura religiosa de ese nombre, propia del Renacimiento italiano, donde las figuras dialogan en forma relajada. Reflejar esto último, no lo que tiene de sacro esa pintura, estuvo en el origen de la idea.

Lo dicho sirve para entender la complicidad a la que dio lugar ese trato entre ambos y el juego que se establece en sus poemas.

Ambos se alternan en la escritura. Pinto elije el tema y lo lanza como desafío. Lanese le responde, adoptando otra perspectiva. Y luego el contrapunto se renueva con otro asunto como excusa.

En el poema “El buzo y la sirena”, cada uno se identifica con uno de los personajes para contar una misma historia de amor. En “La estrella en el ocaso”, ambos refieren la historia de una mujer que hechiza con su música a los marinos desde dos puntos de vista. En “Onda de choque” y en “Pigmentos inocentes”, es un momento de pasión el que se describe, bajo los ojos de un hombre y de una mujer. Los ejemplos abundan.

Dos miradas, dos puntos de vista, a veces inspirados en el arte, como ocurre con “El aquelarre”, de Francisco de Goya, para hablar del destino, del amor o de un beso no consumado, de la ternura, los recuerdos o alguna epifanía. O simplemente para divertirse, para ejercitar el retruécano, para ofrecer una imagen especular de lo que dijo el otro, para experimentar las posibilidades del lenguaje.

Es posible pensar en un lúdico intercambio epistolar, con un poema que viaja con ingenio hacia un lado del océano y otro que le responde con picardía, con una sensualidad cuyo destino es equívoco, desdibujando lo que es realidad y lo que es travesura. En cualquier caso, como dice Gigliola Zecchin en la contracubierta del libro, se trata de una “intimidad develada”.