Entre la memoria y el olvido

El Museo de la Rendición…

Por Dubravka Ugrešić

Impedimenta. 362 páginas

 

Una obra hecha de fragmentos, mezcla de novela, ensayo y memorias, un libro álbum que gira en torno del recuerdo y las posibilidades de apresar y revivir momentos de una vida como cualquiera, pero atravesada y trastornada por la guerra, la angustia y el exilio.

Hasta donde puedan ensayarse definiciones eso es El Museo de la Rendición Incondicional, la obra que en 1996 proyectó internacionalmente a la escritora croata Dubravka Ugrešić (1949-2023) en los primeros años de su tránsito como expatriada tras la guerra de los Balcanes (1991-1995).

El tema autobiográfico del libro es evidente en su oscilación entre los recuerdos inconexos de la narradora, una intelectual croata exiliada en Alemania, y los episodios ficcionales referidos a esa etapa pero también a los últimos años de la antigua Yugoslavia antes de la explosión que desembocó en un conflicto sanguinario.

Ugrešić honra en la novela al mote de “posmoderna” que recibe su narradora de parte de una viaje amiga convertida en funcionaria de la Croacia independiente y nacionalista. Las siete partes del libro fragmentan la narración, combinan estilos y géneros, juegan con las líneas temporales, entreveran relatos, escenas, apostillas y citas literarias (las hay de Nabokov, Babel, Brodsky, Shklovski y hasta Borges).

El elemento en común es el exilio, o, mejor dicho, los exilios. En primer plano aparece la vida como emigrante de la narradora en una ciudad de Berlín reconciliada con su tradición hospitalaria para los desterrados por guerras o persecuciones.

Junto al de ella se despliega el destino de su madre, una búlgara expulsada de su patria luego de la Segunda Guerra Mundial, que en 1946 rearmó su vida y formó un hogar en la Yugoslavia del mariscal Tito.

Los objetos y algunas personas añoradas facilitan esa y otras evocaciones a lo largo de la obra. Una bola de cristal, una máquina de coser Singer, álbumes de fotos (que tienen un papel central), un cuaderno utilizado como diario personal, el cine del pueblo, una modista aficionada que arregla medias corridas, oficio salvador en tiempos de escasez.

El relato avanza y retrocede. De la Yugoslavia socialista al Berlín posterior a la caída del Muro. De una aventura amorosa en Lisboa durante el exilio (un cuento dentro de la novela) a la experiencia compartida de la edad madura con amigas en los años previos al estallido de la guerra de los Balcanes.

“Vivíamos en una ciudad donde el odio se cultivaba como una planta doméstica, como un feo y correoso ficus —escribe la narradora acerca de esa etapa—-. Vivíamos en una ciudad de oscuros rincones, donde las vidas se gastaban deprisa, porque eran baratas, donde los odios eran vehementes y los amores, tibios. Vivíamos en una ciudad donde las vidas eran apenas biografías breves y los cambios de la vida, apenas un retoque insignificante en ellas”.

Candidata al Nobel y finalista del Man Booker Internacional, Ugrešić escribió este libro imitando la definición de “memoria” de Joseph Brodsky que cita en sus páginas. Una memoria como sustituto de la “cola que perdimos para siempre en el afortunado proceso de la evolución”, y que, al igual que ella, “lo que hace con mayor frecuencia es enrollarse, retroceder, desviarse en todas las direcciones…, como debe hacer nuestra narración, aun a riesgo de parecer incoherente y aburrida”.