Buena Data en La Prensa

En la espera...ser realistas


Estamos a muy pocos días de que inicie su mandato el nuevo gobierno. Un gobierno que se preanuncia como un verdadero cambio. Eso esperamos. Pero en esta espera, es importante ser realistas para no desesperar. Uno de los grandes males argentinos es el exitismo que conduce a abandonarlo todo cuando las cosas ya no salen como nos habíamos imaginado.

Son muchos los que afirman que uno de los grandes errores de Mauricio Macri fue no decir desde el principio el estado espantoso en que se encontraba el país cuando él asumió. Esperamos que no se cometa el mismo error y todos podamos estar informados sobre el lugar desde dónde tendremos que empezar a caminar.

Sabemos que vendrán tiempos difíciles. Una pequeña historia de la realidad puede ilustrar la maraña en la que nos encontramos, en nuestra situación actual. Oliver Clerc, la cuenta en “La rana que no sabía que estaba hervida... y otras lecciones de vida”. El texto se refiere a un vegetal bastante curioso, que puede servirnos de analogía para entender en dónde ubicarnos.

EL BAMBÚ CHINO

“Dicen que existe en China una especie de bambú dotada de extrañas propiedades. Si se siembra la semilla en terreno propicio, hay que armarse de paciencia... Efectivamente, el primer año no pasa nada: ningún tallo se digna brotar de la tierra, ni el retoño más débil. El segundo año, tampoco. ¿El tercer año? Nada. Entonces, ¿será a los cuatro años...? Que nadie lo crea. Hasta el quinto año no empieza a asomar el brote por entre los terrones. Pero luego, ¡el bambú alcanza una envergadura de doce metros en un solo año! ¡Qué «recuperación» tan espectacular! La explicación es sencilla: durante esos cinco años, mientras no ocurría nada en apariencia, el bambú va desarrollando en secreto unas raíces subterráneas prodigiosas. Y eso es lo que, a su debido tiempo, le permite hacer una entrada triunfal en el mundo de lo visible, a plena luz.”

El derrumbe argentino se viene incubando desde hace tiempo. Cada uno ponga la fecha que quiera ¿el 30?, ¿el 45? ¿el 76? ¿el 83? No entraremos en discusiones. La cuestión es que lleva años gestándose y desarmar todo el entramado de corrupción, nepotismo, negligencia e impunidad que se fueron enquistando en las raíces, no se hará de la noche a la mañana, por más buena voluntad que se ponga.

Incluso la urdimbre de normativas contra el orden natural que se ha armado en los últimos años, requiere “destejer” leyes que se apoyan unas a otras y esto llevará tiempo. (un solo ejemplo: la Ley Nacional N° 26743, de identidad de género, una de las más revolucionarias y menos “publicitadas” modifica a 3 normas, es modificada por 69 e influye en todo el espectro de las políticas públicas actuales).

LA ESPERANZA Y LA ILUSIÓN

Es cierto que, a diferencia de otros momentos históricos, ante la paupérrima situación social, cultural y económica se presenta una luz de esperanza, cosa que hace tiempo, aún estando mejor, no teníamos.

Pero cuidado, y aquí viene otra historia: La de la griega Pandora, la primera mujer según la mitología griega, quién cometió la imprudencia de abrir la caja que le habían regalado (¿o sería una tinaja?) que contenía todos los males del mundo. Pandora, asustada, nos imaginamos que no sabía cómo hacer para cerrarla lo más pronto posible. Lo hizo, la cuestión es que lo único que logró retener fue la esperanza. De ahí que solemos decir, cuando hay una mala racha, que la esperanza es lo último que se pierde (porque siempre queda en el fondo del recipiente.

Pero podríamos preguntarnos ¿por qué en una mágica caja donde solamente hay males, pondrían algo bueno? Otra versión dice que la esperanza lejos de ser algo bueno es también un mal, porque el que espera siempre se siente incompleto, siempre está a la expectativa de algo que no llega.
Preferimos quedarnos con la primera versión y entender a la esperanza como esa virtud cristiana que según el papa Francisco "Es la más humilde de las tres virtudes teologales, porque permanece oculta", que nos habla de una espera trascendente, pero que también nos ayuda a transitar con más alegría la vida en este mundo. De lo que sí debiéramos cuidarnos es de la ilusión, que el diccionario de la Academia Española define como “Engaño, falsa imaginación o aprehensión errada de las cosas”.

La ilusión es propia del enamoramiento, ese momento mágico en el que los errores y defectos del otro quedan ocultos tras el deslumbramiento. Y, lógico, cuando la luz se desvanece, queda a la vista todo aquello que no se podía ver. Y allí… si no logramos subir un escalón y aceptar la verdad con amor, todo se rompe.

Muchas veces la desilusión no proviene de lo poco que se recibe, sino de lo mucho que se espera. Por qué quizás se esperaba más de lo posible, y la ilusión, por su misma definición no estaba basada en un criterio de verdad aceptable.

Las crisis son un corte y un salto. Estamos en un período crítico, los cambios pueden ser duros, pero son los que nos permitirán crecer, madurar y mejorar.

Por todo esto, deseando que una Argentina mejor sea posible, esperamos que tanto el nuevo gobierno y los opositores, como el pueblo argentino en general, estemos a la altura que nuestra patria merece.

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