El vínculo entre abortos recurrentes y plaguicidas

Un nuevo estudio comprobó que los componentes de ciertos químicos utilizados para proteger los cultivos contra insectos, hongos y otras plagas, pueden generar estrés oxidativo y muerte celular en la placenta de la embarazada. Algunos de las sustancias más tóxicas que se han prohibido hace años aún perduran en el ambiente y en los seres humanos.

La exposición a pesticidas guarda un vínculo con la pérdida recurrente del embarazo a través del estrés oxidativo y la apoptosis (muerte celular) en la placenta, según los hallazgos de un reciente estudio publicado en Scientific Reports.
Los autores de la investigación sugieren que “deberían tomarse medidas específicas para disminuir la exposición materna a las fuentes de estos contaminantes, especialmente en los países subdesarrollados y en vías de desarrollo”.
Se denomina “pérdida recurrente del embarazo” al aborto espontáneo de tres o más embarazos sucesivos antes de las 24 semanas de gestación (embarazo) y significa un problema subyacente de salud reproductiva. El estudio subraya que las propiedades de disrupción endocrina de los pesticidas pueden tener diversos efectos adversos en procesos biológicos como la inmunología, el metabolismo y la reproducción.
En el caso de la pérdida recurrente del embarazo, la investigación analizó la presencia de componentes de los pesticidas en el plasma sanguíneo. En concreto, se comprobó si estaban presentes en sangre bifenilos policlorados (PCB), la dieldrina (organoclorado), el diclorodifenildicloroetileno (DDE, organoclorado), el etión (organofosforado), el malatión (organofosforado) y el clorpirifos (organofosforado).
El estudio analizó el plasma para determinar las asociaciones entre exposición química, biomarcadores de estrés oxidativo e índices apoptóticos/antiapoptóticos en la placenta. Los marcadores de estrés oxidativo incluyen la presencia de óxido nítrico, sustancias reactivas al ácido tiobarbitúrico, glutatión reducido y superóxido dismutasa.
Mediante la técnica de cromatografía de gases-espectrometría de masas los autores del estudio midieron los niveles de pesticidas en plasma. De esta manera hallaron que los niveles de PCB, DDE, dieldrina y etión son más elevados en el plasma de mujeres que sufrieron pérdidas recurrentes del embarazo.
La concentración de estas sustancias químicas también refleja una asociación significativa entre el estrés oxidativo y la apoptosis en la placenta y una disminución de los niveles de gonadotropina coriónica humana (HCG), que son biomarcadores del riesgo de pérdida recurrente del embarazo.
CONTAMINANTES AMBIENTALES
Las embarazadas están expuestas con frecuencia a contaminantes ambientales que plantean graves riesgos para la salud tanto de la madre como del recién nacido. Muchos contaminantes conocidos (por ejemplo, metales pesados, bifenilos policlorados y pesticidas) son sustancias químicas con propiedades de disrupción endocrina que pueden pasar de la madre al feto en desarrollo a tasas de exposición más elevadas. Además, las embarazadas están expuestas a un número cada vez mayor de sustancias químicas industriales peligrosas.
“Con toda una serie de datos científicos que destacan la exposición a sustancias químicas durante el embarazo como una ventana crítica de vulnerabilidad, la necesidad de concientizar sobre estas amenazas es cada vez mayor”, destacan desde la organización estadounidense Beyond Pesticides,  
Ocurre que los contaminantes ambientales, como los pesticidas, están omnipresentes en el medio ambiente.
Numerosos estudios indican que la exposición a sustancias químicas procede principalmente de la dieta, como los alimentos y el agua potable, y los investigadores advierten de que hay entre cientos y miles de sustancias químicas que se pueden encontrar en el ser humano. Aunque muchos países, como la Argentina, prohíben la mayoría de los compuestos organoclorados, estas sustancias químicas permanecen en los suelos, el agua (sólida y líquida) y el aire circundante.
Estos compuestos tienen una distribución mundial, y la evaporación y las precipitaciones facilitan el transporte atmosférico a larga distancia, la deposición y la bioacumulación de sustancias químicas peligrosas en el medio ambiente.
Sin advertirlo, la exposición a estos tóxicos puede causar diversos efectos adversos para la salud ambiental y biológica. La literatura científica demuestra el largo historial de graves efectos adversos de los plaguicidas sobre la salud humana (es decir, alteraciones endocrinas, cáncer, problemas reproductivos/de nacimiento, neurotoxicidad), sobre la fauna y la flora silvestres y la biodiversidad.
Con la creciente ubicuidad de los plaguicidas, las medidas actuales de protección contra su uso y exposición deben detectar y evaluar adecuadamente la totalidad de los contaminantes químicos ambientales.
ETAPAS VULNERABLES
La presencia de plaguicidas en el organismo tiene implicaciones para la salud humana, especialmente durante etapas vulnerables de la vida como la infancia, la pubertad, el embarazo y la vejez. La exposición a plaguicidas durante el embarazo es especialmente preocupante, ya que los efectos posteriores sobre la salud en todas las etapas de la vida pueden ser duraderos. Al igual que los nutrientes son transferibles entre la madre y el feto, también lo son los contaminantes químicos. Los estudios revelan que los compuestos de plaguicidas presentes en la sangre de la madre pueden transmitirse al feto a través del cordón umbilical.
Un estudio de 2021 revela que las embarazadas ya tienen más de 100 sustancias químicas en muestras de sangre y cordón umbilical, entre ellas contaminantes orgánicos persistentes prohibidos. Sin embargo, el 89% de estos contaminantes químicos proceden de fuentes no identificadas, carecen de información adecuada o no eran detectables previamente en humanos.
Teniendo en cuenta que las primeras semanas de embarazo son los periodos más vulnerables del desarrollo fetal, la exposición a tóxicos puede tener implicaciones mucho más graves. Un estudio de 2020 revela que la exposición prenatal a pesticidas puede aumentar el riesgo de padecer el raro trastorno fetal holoprosencefalia. Este trastorno impide que el cerebro anterior embrionario se desarrolle en dos hemisferios separados.
Además, las mujeres que viven cerca de zonas agrícolas están más expuestas a los pesticidas, lo que aumenta el riesgo de dar a luz a un bebé con anomalías, como leucemia linfoblástica aguda y trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
Incluso el uso de pesticidas domésticos comunes durante el embarazo puede aumentar el riesgo de nefroblastoma (cáncer de riñón) y tumor cerebral en los niños. Por lo tanto, la exposición prenatal y en los primeros años de vida a tóxicos ambientales, como los pesticidas, aumenta la susceptibilidad a enfermedades tanto para la salud de la madre como para la del niño.
La exposición a los plaguicidas no sólo supone un riesgo para las madres y su posterior descendencia, sino también para las generaciones futuras.
EFECTOS A LARGO PLAZO
Los plaguicidas de uso actual y los metabolitos (o productos de descomposición) de muchos plaguicidas prohibidos desde hace tiempo siguen teniendo efectos adversos en la salud humana. Estos efectos negativos pueden prolongarse durante la infancia y la edad adulta y tener consecuencias multigeneracionales.
Investigadores de la Universidad de Drexel informan que niveles más elevados de algunos compuestos organoclorados, como el DDT, durante el embarazo están asociados con el trastorno del espectro autista (TEA) y la discapacidad intelectual (DI).
El nuevo estudio amplía el creciente cuerpo de investigaciones científicas que evalúan cómo afectan los plaguicidas a las madres y a su descendencia. Al igual que este estudio, investigaciones anteriores destacan que la exposición a pesticidas durante el embarazo afecta negativamente al metabolismo de la madre, favoreciendo la genotoxicidad y el estrés oxidativo entre los fetos.
El consumo de alimentos con altos residuos de pesticidas disminuye la probabilidad de nacidos vivos. Un desequilibrio de las especies reactivas del oxígeno (ROS) o del sistema antioxidante puede provocar estrés oxidativo. Además, muchas sustancias químicas que causan estrés oxidativo son disruptores endocrinos que afectan negativamente al feto durante el embarazo.
Los pesticidas pueden provocar partos prematuros y bajo peso al nacer, y cada vez hay más pruebas de que los pesticidas, como el glifosato en particular, son los principales responsables de este fenómeno. Hay datos abrumadores que relacionan la exposición prenatal a los pesticidas con un mayor riesgo de cáncer. La exposición durante el embarazo puede aumentar la probabilidad de infecciones de oído en la infancia, con el riesgo de pérdida de audición que puede retrasar el desarrollo infantil y cambiar la vida futura del individuo. El TDAH es otro ejemplo: las madres embarazadas que han utilizado insecticidas tienen un 98% más de probabilidades de tener hijos con puntuaciones de TDAH en el percentil 90.
Los niños son especialmente vulnerables a los efectos de la exposición a los plaguicidas, ya que sus organismos en desarrollo no pueden combatir adecuadamente los efectos de la exposición. Además, la exposición de la madre durante el embarazo a los plaguicidas puede tener una mayor relación con los trastornos de salud que la exposición en la infancia, y es posible encontrar en un recién nacido plaguicidas. Es por eso esencial comprender cómo afectan los plaguicidas la salud y el bienestar de las personas durante los periodos críticos de su desarrollo.
“Un fuerte consenso entre los pediatras destaca que las embarazadas y los niños pequeños deben evitar la exposición a plaguicidas durante los periodos críticos de desarrollo. Por lo tanto, las políticas deben hacer cumplir normas más estrictas sobre plaguicidas y aumentar la investigación sobre los impactos a largo plazo de la exposición a plaguicidas”, remarcan desde Beyond Pesticides, quienes realizan un seguimiento de los estudios más recientes relacionados con la exposición a los plaguicidas a través de una Base de Datos de Enfermedades Inducidas por Plaguicidas (PIDD).
“Esta base de datos apoya la clara necesidad de una acción estratégica para alejarse de la dependencia de los plaguicidas”, enfatizan.
Por último, desde la organización apuntan que la contaminación humana y ambiental por plaguicidas puede reducirse comprando, cultivando y apoyando la agricultura ecológica. “Numerosos estudios demuestran que los niveles de metabolitos de plaguicidas en la orina disminuyen al cambiar a una dieta totalmente ecológica. Además, dada la amplia disponibilidad de estrategias alternativas sin pesticidas, las familias y los trabajadores de la agroindustria pueden aplicar estos métodos para promover un entorno seguro y saludable, especialmente entre las personas químicamente vulnerables”, concluyen.