El valor del silencio

­Una vez, un granjero perdió su preciado reloj mientras trabajaba en su granero. Puede haber parecido un reloj ordinario para otros, pero tenía un profundo valor sentimental para él.

  Después de buscar entre el heno durante mucho tiempo, el viejo granjero se cansó. Pidió ayuda a un grupo de niños que jugaban fuera. Prometió una recompensa atractiva.  

Los niños se apresuraron a entrar al granero, recorrieron y rodearon toda la pila de heno, para encontrar el reloj. Después de mucho tiempo, algunos se dieron por vencidos. Sólo quedaron unos pocos niños cansados. El granjero renunció a toda esperanza y canceló la búsqueda.

Justo cuando el granjero estaba cerrando la puerta, un niño pequeño se le acercó y le pidió al granjero que le diera otra oportunidad. Después de un rato, salió con el reloj en la mano. El granjero se sorprendió felizmente y preguntó cómo lo logró.

  El niño respondió: ``Me senté allí y traté de escuchar el tictac del reloj. En silencio, era mucho más fácil escucharlo y dirigir la búsqueda en la dirección del sonido''.

  El granjero recompensó al niño como había prometido.

DEFINICION

  ¿Cómo definimos el silencio? Lo primero que viene en mente es ausencia de ruido, ausencia de palabras, inactividad; por sus sinónimos: tranquilidad, sosiego, calma, quietud, trascendencia.

  Aunque acertadas, son parciales, dado que no es un fenómeno pasivo, inútil, carente de sentido. En el silencio hay vida, riqueza, creatividad, profundidad, es fuente de armonía, porque nos permite estar en contacto con nuestro interior, nos permite escuchar activamente.

  Los griegos atribuían divinidad al silencio, cargado de un fuerte simbolismo, lo que se aprecia en todas las religiones.

  En Heidegger el silencio significa la máxima expresión de la palabra y la posibilidad máxima de acercamiento al ser.

  El lenguaje mismo es palabra y silencio; la música misma es sonido y silencio.

  El silencio es uno de esos misterios intangibles que cuanto más nos fijamos más entendemos que se disipan a través de nuestros dedos, como la arena.

  ``¿Es el silencio una ausencia o una presencia?, ¿Un vacío o una plenitud?, ¿Un espacio negativo o un espacio positivo?, ¿Algo o nada?, ¿Metafísico o sustentable? ¿El preludio o el final?''

Bindeman.

EL RUIDO

  Sabemos mucho sobre el ruido, pero son pocos los que conocen el valor del silencio. Observe a su alrededor.

  Como pocas cosas, hoy día tenemos una concepción clara del ruido que nos rodea y de su carácter perturbador, molesto, y no solo me refiero a ese ruido externo, sino también de ese otro ruido, el mental, esa agitación que nos aturde, que nos impide reflexionar, que no nos permite conectar con nuestro interior, con nuestro espíritu.

  La sociedad nos somete al ruido, bocinas, trafico, música, alarmas, sonidos de todo tipo provenientes de celulares, gritos, la televisión, la radio, las noticias, redes sociales, sirenas de policía, ambulancias, etc.

  Nuestros sentidos no están diseñados para hacer frente a este aluvión de ruido. La medicina no deja de repetir los innumerables problemas para la salud física y psíquica de las personas: agitación, ansiedad, violencia, insomnio, problemas de concentración y rendimiento.

  La sociedad occidental es eminentemente verbal, no así la oriental.

  El silencio en la sociedad occidental es valorado negativamente, es un vacío que hay que llenar de alguna manera, algo que debe evitarse a toda costa, y para muchos tiene una connotación negativa, como sinónimo de soledad, timidez, tristeza, y hasta incómodo para los demás.

  Es un hecho también que la sociedad occidental nos ha enseñado un paradigma mecanicista, donde vivimos obsesionados con llenar cada minuto de nuestro día con actividades, ocupados, produciendo, cargando nuestra agenda diaria, con más y más actividades, la consagrada eficiencia, el consagrado éxito, la imagen.

  Esto que parece evidente, no lo es para mucha gente que vive del ruido en un frenesí vertiginoso, y que cuando está en silencio no lo puede sostener, se ha transformado en un adicto al ruido, lo necesita compulsivamente.

  Así, los jóvenes de hoy día no solo están acostumbrados al ruido, lo desean, lo generan, lo promueven, y cuanto más alto sea el volumen, mejor; no hablan, gritan.

  Paradójicamente hasta en los consultorios médicos, pululan pantallas de televisión, y en las iglesias, casamientos, ya no en silencio, sino con vítores, aplausos; y el que escribe ha acudido a casamientos con música de Queen o U2. (se habrán olvidado de un tal Schubert).

  En la Biblia siempre vemos que Dios habla en el silencio, no en el ruido. Esa voz, en silencio debe ser oída; la naturaleza, su creación, está llena de silencios y cantos majestuosos.

  Ahora, ¿disfrutamos del silencio?. Ciertamente no todos, tal vez ni siquiera la mayoría, pero seguramente muchos de nosotros buscamos, atendemos y apreciamos el silencio, hasta considerarlo un verdadero lujo en pleno siglo XXI.

EL MIEDO

  El miedo al silencio ¿Por qué? Si las personas tienen miedo de estar a solas con sus pensamientos, a menudo llenan el silencio de sus vidas con ruido, para evitar mirar hacia adentro, dice el Dr. Cloninger.

  Muchas veces, la repuesta está en tomar conciencia de nuestra finitud, ponernos en contacto con nuestras emociones, con nuestras propias limitaciones, los problemas no resueltos, camuflados por el ruido y la hiperactividad.

  Hay que llenar ese vacío, acallando cualquier voz interior que surja.

  Los expertos creen que la tecnología es responsable de la necesidad constante de sonidos, celulares, smartphones, música, televisión, internet. Esa necesidad de estar conectados, en modo omnipresente.

  Con la presencia de la tecnología y las comodidades modernas, es más común evitar el aburrimiento redirigiendo su atención al desplazamiento superficial y sin sentido. El problema es que esas actividades en realidad no lo sacan del aburrimiento; al contrario, lo incitan, porque carecen de significado y no generan satisfacción verdadera.

EL PODER

  La neurociencia ha demostrado un vínculo claro entre el silencio y la creatividad.

  El silencio, nunca se manifiesta con tanta superioridad, como cuando se emplea como réplica a la calumnia y a la difamación.

  El silencio en una conversación  implica respeto y atención a lo que se dice, una persona que calla, puede escuchar, y un hombre que escucha está en condiciones de aprender muchas cosas.

  Espiritualmente, el silencio se entiende como el lenguaje del alma.
 

``No todos los hombres están llamados a ser ermitaños, pero todos los hombres necesitan suficiente silencio y soledad en sus vidas, para permitir que la profunda voz interior de su verdadero ser se escuche al menos ocasionalmente. Cuando no se escucha esa voz interior, cuando el hombre no puede alcanzar la paz espiritual que proviene de ser perfectamente uno con su verdadero yo, su vida es siempre miserable y agotadora. Porque no puede continuar feliz por mucho tiempo a menos que esté en contacto con las fuentes de la vida espiritual que están ocultas en las profundidades de su propia alma. Si el hombre está constantemente exiliado de su propia casa, encerrado fuera de su propia soledad espiritual, deja de ser una verdadera persona. Ya no vive como un hombre''

Thomas Merton.