El toro por las astas

Señor director:

El espantoso caso que conocemos del homicidio alevoso de Umma Aguilera (una niña de nueve años) actualiza el horror de similares episodios. Delitos con niños como víctimas, niños que ven truncada su vida en el altar de las ideologías.

Episodios como el reseñado son una muestra de los frutos podridos del progresismo en una de sus versiones más purulentas: el garantismo.

Por lo que trascendió, alguno de los asesinos de Umma perpetró el crimen cuando debía estar purgando una condena de prisión pero recuperó su libertad antes de tiempo.

Con este cuadro de situación habrá que dejarse de estupideces y volver a actuar en orden a lo real y no a construcciones ideológicas. Terminar con el garantismo (o abolicionismo, a esta altura debiesen tomarse como sinónimos) y pasar a tener una severa legislación penal aplicada por magistrados igualmente severos, por los que los delincuentes no anden por la calle sino que paguen el daño que hacen a sus víctimas y las familias que destrozan.

En ese orden: legislar el cumplimiento efectivo de la totalidad de las penas para los delitos más graves, sin libertades condicionales o beneficios de ninguna índole; establecer reclusiones perpetuas para reincidentes, agresores sexuales o delincuentes cuyas víctimas sean niños; evaluar la peligrosidad de los delincuentes que estén por recuperar su libertad, etc.

Se trata de sujetos que no respetan los más elementales deberes sociales, no es lógico que vivan entre sociedad constituyendo un peligro público para quien tenga la desgracia de cruzarse en su camino.

Sabemos que esto no impedirá la existencia de crímenes o delitos, éstos son una triste consecuencia de la condición humana. Pero seguramente conllevará su reducción a términos mínimos o marginales, y satisfará el legítimo reclamo de justicia de los agraviados por los criminales. La impunidad nunca es positiva.

Alejo Andrés Liendo - DNI 20.536.730.

wallech@hotmail.com