La lupa sobre el deporte

El titiritero

Tiene 75 años, dos hijos, tres matrimonios, una fortuna incalculable y la capacidad de cambiar sobre la marcha. Su vida va a la velocidad de los monoplazas que conducen Max Verstappen, su preferido y Oscar Piastri, el actual líder del campeonato de la Fórmula 1. Flavio Briatore, el famoso asesor ejecutivo de Alpine, es un hombre poderoso y maneja los destinos de la escudería de nuestro querido Franco Colapinto, el crédito de Pilar al que apostó el italiano. Apostó por ahora. Briatore, en definitiva, es quien puede bajarle el pulgar cuando quiera y a veces no se sabe qué quiere.

Además de los hijos, las anécdotas, las empresas y un patrimonio imposible de adivinar, Briatore también tiene una vida llena de polémicas. Una historia digna de ser mostrada a través de una plataforma exitosa, pero hasta acá apenas es parte de la serie “Drive to Survive”, una que sí existe, refiere a la F1 y lo suma como protagonista obligado.


UNA VIDA DE PELICULA
Pero su vida merecería una película entera solo para él. Desde muy chico le tomó el gusto al dinero. Como buen empresario, siempre soñó con amasar una fortuna. A la suya, la maceró con esmero. Cuenta la historia que su primer sueldo lo cobró como instructor de esquí pero que lo que le gustaba era la gastronomía. Y las mujeres. Y la buena ropa. Y los autos.
Se hizo amigo de un tal Luciano Benetton y esa amistad los convirtió en socios. Fue Briatore el que hizo explotar la marca de la familia Benetton. Las famosas tiendas se expandieron por el mundo gracias a las franquicias que ideó el exprofe de sky. Llegó a haber más de 800 de la marca pero el emprendedor pareció aburrirse entre tanta tela y se volcó al automovilismo. Convenció a la firma y logró que Benetton comprara el equipo Toleman, que ya competía en la F1.
Fue nombrado, entonces, director de la escudería. Y descubrió, en su primer gran hallazgo, a un joven piloto alemán. Se llamaba Michael Schumacher y había ganado recién una carrera conduciendo para Jordan, la escudería de origen irlandés. Lo contrató. Y el máximo campeón hasta ahora (junto con el inglés Lewis Hamilton) obtuvo con Benetton dos de los siete títulos que iba a lograr para convertirse en leyenda más tarde, manejando para Ferrari. Hasta el día de hoy nadie pudo superar al accidentado Schumi, cuyo estado de salud se mantiene bajo absoluto hermetismo.
Puso el ojo y la bala el bueno de Briatore en su primera experiencia en la Máxima. Y eso que, según el mismo refunfuña, la cátedra no lo quería por su estilo canchero. Andaba siempre bronceado, usaba el pelo largo y estaba rodeado de modelos infartantes. Una especie de Pancho Dotto del automovilismo mundial. Una de sus esposas fue la súper modelo Naomí Campbell. No caía bien, en ese nuevo mundo al que había llegado sin experiencia, que se codeara con el jet set.
Entre otras jugadas que hizo, el audaz empresario quiso que los coches de Benettonl equipo Ligier para que se pudiera hacer esa fusión. Pero desde la Federación Internacional del Automóvil (FIA), que rige los destinos de la F1 a nivel mundial, le prohibieron ser dueño de un equipo y dirigir a otro al mismo tiempo. No era ético. Y tuvo que optar por quedarse solo con Benetton.

EL CRASHGATE
Codicioso, por esas épocas, el jefe de Colapinto fue parte de uno de los grandes escándalos de la Máxima cuando, presuntamente, hubo un arreglo en el GP de Singapur de 2008. Lo acusaron de pedirle a Nelson Piquet Junior que protagonizara, deliberadamente, un oportuno accidente para que saliera obligado el Safety Car (auto de seguridad) a escena y esa acción le diera la victoria a Fernando Alonso, su compañero.
La FIA tomó nota del incidente bautizado como el Crashgate y el 21 de septiembre lo expulsó de por vida de la F1. La sanción lo excluyó de cualquier tipo de actividad en la materia. Ya no representaría pilotos ni trabajaría para ninguna escudería. Quisieron desterrarlo del circuito.
Pero el tiempo pasa y lo que parece definitivo puede no serlo. Menos de dos años después de aquel castigo, a principios de 2010, le llegó el indulto de la Casa Madre del automovilismo.
Mientras tanto, el hombre se dedicó a otro tipo de negocios. Compró desde el equipo de fútbol Queens Park Ranger, hasta varios clubes nocturnos exclusivos como el Il Billionaire, ubicado en Cerdeña. Invirtió en restaurantes de lujo, en hoteles. Inventó otra marca de ropa. Y ganó, como siempre.
El año pasado se anunció su vuelta a la Fórmula 1 ya como asesor ejecutivo de Alpine. Hace poco fue ascendido al cargo de director de equipo tras la renuncia de Oliver Oakes. Desde entonces decide todo en la escudería francesa. Y entre otros temas que maneja, aparece el presente y el futuro de Colapinto.
“Tanto Pierre (Gasly) como Franco (Colapinto) están trabajando arduamente con los ingenieros para impulsar al equipo. Cuentan con todo mi apoyo”, dijo en la semana el italiano nacido en Verzuolo, un pueblo de la región de Piamonte que cuanta con apenas algo más de seis mil habitantes.
Ahora también se hizo cargo de la actualidad de los (mediocres) autos de sus pilotos. “Es nuestra responsabilidad como equipo brindarles un mejor coche y las herramientas necesarias para luchar”. Así les mostró su apoyo a los dos, pero sobre todo a Colapinto, quien no había sido destinatario, en los últimos tiempos, de elogios de su jefe, Menos aún, tras la cerrera de España, en la que el chico de los rulos hizo lo que pudo con la máquina que le tocó en suerte.

¿HASTA DONDE BANCARA EL PILARENSE?
Eso ya pasó y Briatore y su equipo se preparan pensando en este fin de semana, cuando la carpa se traslade a Canadá. El hombre quiere hacer borrón y cuenta nueva. Eso parece. Todo, mientras no se canse como ya le pasó con Jack Doohan, el antecesor de Colapinto, el día que decidió cambiarlo para el GP de Emilia-Romaña por el argentino. La pregunta ahora es ¿hasta dónde bancará al pilarense? Nadie lo sabe.