El tiro del final: los debates donde se juega la presidencia

El próximo domingo, los contrincantes en la pelea por la presidencia se verán las caras y rendirán examen ante el público en el primero de los debates obligatorios que establece la normativa electoral. Cuando resta menos de un mes para la primera vuelta del comicio, este debate en Santiago del Estero y el que una semana más tarde se dirimirá en la Facultad de Derecho de la UBA, son oportunidades y desafíos para los candidatos: en ellos se pueden sumar votos vacilantes pero también se puede perderlos, dependiendo de una réplica desafortunada, de una actitud demasiado fría o demasiado exaltada. La audiencia forma su impresión no sólo (ni principalmente) por las palabras y los discursos, sino por detalles de comportamiento o por actitudes.
El primer debate de candidatos de esta temporada tuvo lugar a mediados de la última semana, hospedado por un programa de cable con experiencia en la materia. Los que se enfrentaron fueron los cinco postulantes a la vicepresidencia habilitados para competir. Aunque podía considerárselo un match de semifondo, el encuentro concitó interés: los espectadores agradecen que los políticos no se limiten a monologar ante cordiales interrogatorios periodísticos, sino que se enfrenten cara a cara con sus competidores.

Enemigos íntimos
En el show de ese miércoles hubo un poco de eso. Victoria Villarruel -la filosa libertaria que acompaña a Javier Milei- y Agustín Rossi, el copiloto de Sergio Massa, se eligieron mutuamente como adversarios preferenciales
.
Rossi empezó ásperamente señalando a Villarruel como alguien de quien “nadie sabe de qué vive” y le imputó enseguida ser “negacionista” de los crímenes ocurridos durante el gobierno militar; la libertaria respondió imputándole a Rossi (y, en general, al kirchnerismo) indiferencia o complicidad ante los que cometieron los terroristas. Rossi la acusó de vivir del Estado que ella dice combatir (“ha vivido de su familia y su padre es un militar retirado que siempre ha sido sostenido por el presupuesto nacional”) y ella retrucó recordando que la hija de Rossi era, como él, funcionaria pública (parte de lo que los libertarios estigmatizan como “casta”). Villarruel, aunque ideológicamente lejana del feminismo, destacó que era la única mujer entre los candidatos y que la estaban tratando con rudeza. Rossi acusó el golpe.
En rigor, ese enfrentamiento producía una víctima seguramente buscada por ambos: la fórmula de Juntos por el Cambio. Luis Petri, el acompañante de Patricia Bullrich, quedó postergado, como si tanto desde el lado libertario como desde la fórmula que encabeza Sergio Massa se quisiera subrayar que Juntos por el Cambio no estará presente en la pelea de fondo, el balotaje de noviembre. “Están terceros cómodos”, sentenciaría Milei el viernes 22, en el acto que los gastronómicos de Luis Barrionuevo le prepararon en Parque Norte.
Como se ha señalado en esta página, que Massa y Milei converjan en minimizar a la fórmula de Juntos por el Cambio no es el producto de algún pacto inconfesable, sino una coincidencia objetiva: cada uno de ellos está convencido de que el otro es el rival más conveniente en la segunda vuelta.
Milei cree que enfrentar mano a mano a Massa le permitirá capitalizar el voto liberal de Juntos por el Cambio y canalizar las pulsiones antikirchneristas del electorado.
Massa, de su lado, viene desplegando una estrategia (y un tono discursivo) de moderación, centrado en la idea de los acuerdos y la unión nacional
. El último fin de semana, en la reunión con los gobernadores del Norte Grande -un colectivo que ese día incluía dos mandatarios radicales: su amigo, el jujeño Gerardo Morales y el correntino Gustavo Valdés- anunció que de llegar a la presidencia convocaría a su gabinete a hombres del radicalismo y también del PRO. Así como Milei juega a seducir en la segunda vuelta a quienes aspiran a “erradicar” al kirchnerismo, Massa espera atraer a todos los que desconfían de los modos, las ideas y las ocurrencias del libertario de la motosierra o de quienes temen las consecuencias de un salto al vacío, hacia la dimensión desconocida.

Por la medalla de plata
Conciente de que en esta primera vuelta su objetivo principal es competir con Massa por el segundo puesto, Patricia Bullrich sobreactúa muchas veces su antikirchnerismo, ansiosa por emular simultáneamente la energía desbordada de Milei. En los festejos posteriores al triunfo del radical Leandro Zdero en Chaco prometió “eliminar para siempre” al kirchnerismo. Una frase inquietante en una república democrática, tanto por el verbo como por el adverbio. Esta semana presentó la maqueta de una cárcel adjudicándole el nombre de Cristina Kirchner, asegurando que si gana “meterá en esa cárcel a los corruptos”. Pero según la Constitución no son los presidentes los que “meten gente en la cárcel”, sino los jueces. Consultar a Kovadloff
.
Mientras pelea con Massa, la candidata de Juntos por el Cambio no deja de hacer esgrima con los libertarios. Les imputa, no sin razón, que hayan diluido puntos centrales de lo que prometían en la primera etapa de su campaña. CIertamente la bandera mileísta de la dolarización quedó relativizada. El ingeniero de ese dispositivo, Emilio Ocampo, ha sido nominado por Milei para conducir el Banco Central (para que lo disuelva, lo que ocurriría en dos años). También empieza a arrugarse con el uso la consigna “anticasta”, otro de los hits comunicativos de Milei. Bullrich le enrostró al libertario sus reuniones con sindicalistas y el acto que le organizaron los gastronómicos en Parque Norte: “Difícil que algo nuevo se construya con los Barrionuevo de la vida”, disparó la candidata macrista.
“Hablamos con todos los sectores”, había respondido anticipadamente Victoria Villarruel, copiloto de Milei, en el debate de los candidatos a vicepresidente.

La paja en ojo ajeno
Bullrich no está, en rigor, exenta de algunos de los pecados que atribuye a Milei. Hace algunas semanas ella había prometido que, de ser presidenta, eliminaría las retenciones agropecuarias de inmediato: “Retenciones cero desde el día cero”, había sintetizado. Como la dolarización de Milei, esta consigna de Bullrich se fue licuando, particularmente desde que ella se comprometió con Carlos Melconian, para quien aquel planteo resultaba incumplible
. Ahora ese impresión parece confirmarse después de las expresiones, en la entidad que nuclea a la cadena de valor del complejo sojero, del principal asesor de la candidata en temas agropecuarios, Guillermo Bernaudo, que fuera secretario de Agricultura con Mauricio Macri. La eliminación de las retenciones “no va a ser inmediata para la soja y los cereales -explicó Bernaudo- , habrá un cronograma cierto que tendrá un plazo acotado de 4 o 5 años… Esperamos que durante la primera gestión de Patricia no existan más retenciones en Argentina”. Diría Tenorio: “¡Cuán largo me lo fiáis!” El debate del domingo le ofrece a la candidata de Juntos por el Cambio una oportunidad para superar el tercer puesto que consiguió en las PASO y que parece confirmarle hasta aquí la mayoría de los estudios de opinión pública.
Mauricio Macri aparece ahora cerca de la candidata. Como para hacerse perdonar de sus todavía recientes coqueteos con los libertarios y de sus pendencieras declaraciones dirigidas a los radicales que dieron quorum el martes, Macri le procuró a Patricia Bullrich proyección externa y la introdujo en el foro del escenario de la Fundación Libertad, donde sesionaron líderes y ex mandatarios de derecha de América Latina y España (desde el mexicano Vicente Fox, al chileno Sebastián Piñera o los españoles José María Aznar y Vicente Rajoy. Los presentes no mezquinaron su solidaridad y la aplaudieron cuando comparó hiperbólicamente su campaña con el desembarco de los ejércitos aliados en Normandía.
Pero el debate del domingo es una oportunidad mejor si lo que ella quiere es capturar voluntades y votos. Es dudoso que de aquellas presentaciones de elite surjan los instrumentos de emergencia que la candidata necesita para obtener su boleto a la segunda vuelta. Si su desembarco en Normandía se frena en la playa, el futuro de Juntos por el Cambio -la coalición que se creía destinada a gobernar desde diciembre- estará probablemente marcado por la ruptura y la bifurcación.