El terrorista Battisti regresa por fin a su calabozo

Estuvo nada menos que más de tres décadas en libertad, aunque escapando de la justicia constantemente. Con la ayuda política de la izquierda de distintas naciones, incluyendo sustancialmente las de Francia y Brasil.

El desvergonzado rey de la fuga, el arrogante terrorista italiano Cesare Battisti, ha sido nuevamente apresado y, a los 64 años, escoltado que fuera por una docena de funcionarios policiales de sus propio país, acaba de ser devuelto al ámbito del que nunca debió salir: el del calabozo.

Allí volverá a cumplir, despues de seis meses de castigo en confinamiento solitario por su larga fuga, la condena que Battisti eludiera por demasiado tiempo. Aquella que le fuera impuesta por la justicia italiana por el asesinato cobarde de un desprevenido joyero italiano, cuando el mencionado Cesare Battisti militaba activamente en un minúsculo pero muy violento movimiento terrorista de su país: el de los “Proletarios Armados para el Comunismo”, (PAC). 

Su crímen, como corresponde, fue opotunamente juzgado por la justicia italiana, que lo condenó a doce años de prisión. Encarcelado que fuera en su momento, escapó de su cárcel en 1981. 

Desde entonces estuvo nada menos que más de tres décadas en libertad, aunque escapando de la justicia constantemente. Con la ayuda política de las fuerzas de izquierda de distintas naciones, incluyendo sustancialmente las de Francia y Brasil.

Battisti estaba residiendo en Brasil, donde el ex presidente Lula de Silva le había increíblemente concedido la residencia permanente. Esto sucedió nada menos que el último día de su mandato presidencial, cuando el mismo fenecía. Por simpatía. O por coincidencias ideológicas. O simplemente, por puro capricho o abuso de poder. Pero, en todo caso, equivocadamente.

Fue así. El ahora también ex presidente, Michel Temer le revocó rápidamente esa residencia, anticipando así que Brasil había decidido dejar de ser de algún modo cómplice de la enorme injusticia que la libertad de Cesare Battisti en su territorio conformara, muy particularmente respecto de las víctimas inocentes de sus atentados, que quedaron abandonadas a su suerte por años.

VERGONZOSO

Hoy Lula está curiosamente, también él, en prisión por corrupción, cumpliendo una pena idéntica a la que en su momento se le impusiera en Italia a Battisti, de doce años de cárcel, entonces. Para él es tiempo de reflexionar sobre sus muchos errores, incluyendo el muy aberrante y hasta desafiante cometido respecto de Cesare Battisti, a quien “Lula” protegió equivocadamente. O, más bien, vergonzosamente, ignorando a sus víctimas.

El ministro del interior italiano, que lo esperara en el aeropuerto, comentó al ver descender a Battisti del avión que lo transportara: “Lo tenemos y ahora se pudrirá en prisión”. Debiera ser efectivamente así. 

Italia había solicitado la extradición de Battisti que fue apresado finalmente en Santa Cruiz de la Sierra, en territorio de Bolivia, donde había ingresado ilegalmente. Lo hizo una comisión compuesta por un grupo dispar compuesto por funcionarios policiales brasileños, bolivianos y de Interpol. Caminaba -distraído y bastante disfrazado- por la calle, con anteojos negros bastante alcohol en la sangre. No presento resistencia alguna, como si tuviera plena conciencia de que el momento demasiado postergado de tener que asumir sus tristes responsabilidades había finalmente llegado para él.

El nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, había anticipado, más allá de toda duda, que iba extraditar a Battisti, poniendo así fin a un sórdido episodio del que Brasil seguramente no estará nunca orgulloso.

Battisti en Brasil había devenido novelista y tuvo allí, irresponsablemente, un hijo que hoy tiene apenas cinco años, sobre el que previsiblemente caerá un drama vital que parece inevitable. Otro inocente, que en este caso lleva su propia sangre, pagará en más por las acciones criminales del desvergonzado Battisti.

El hijo del recientemente electo presidente de Brasil, Eduardo Bolsonaro, comentó, con razón, “Brasil ya no es una tierra de bandidos”. Y es efectivamente así.

Los impresionantes ojos de Battisti, que trasmiten a la vez el frío del odio y la sensación de una pavura evidente, saldrán del ámbito público. Su mundo se reducirá –en adelante- a las cuatro paredes de su celda. 

Ya no vivirá en un bonito balneario oceánico brasilero. El terrorista de los años de plomo de Italia (los 70 y los 80) ya no tendrá el santuario del que gozó. Se ha hecho justicia y el largo brazo de la ley finalmente atrapó a Battisti, que ha vuelto a prisión. 
Italia, que retirara –en protesta- en su momento su embajador ante Brasil volverá a tener una relación normal con el país sudamericano.

PRIVILEGIADO

 Battisti ató su suerte primero a la de Francois Mitterand. Y después a la de Lula da Silva. Por un rato fue un “privilegiado”. Cuando ambos entraron sucesivamente en declinación, la suerte de patológica protección que ambos confirieran equivocadamente a Cesare Battisti se evaporó muy rápidamente. Y Battisti se encontró cercado y sin alternativas. Por esto había sido arrestado en el 2007, lo que derivara en la inmediata insistencia italiana en lograr la extradición de Battisti. Desde el 2011 Battisti deambuló sin restricciones de ninguna naturaleza por Brasil, pero el fuerte cambio de los vientos políticos brasileños fue su desgracia final. 

El ex militante marxista ha regresado a la cárcel de la que escapara. Por edad, sus circunstancias son ahora distintas. El mundo ha corregido una arbitrariedad que jamás debió ser cometida y Battisti previsiblemente cmplirá su pena. 

Se hará entonces cargo de sus repudiables acciones violentas. Sus víctimas seguramente se sienten hoy algo mejor, aunque lo cierto sea que la prisión de Battisiti no les devolverá a sus seres queridos, aquellos cuyas vias el entonces intemperante Battisti tronchara sin mayores titubeos.

El episodio de Battisti no puede repetirse. Pero contiene lecciones para el mundo entero. Jamás hay razones para matar a civiles inocentes. Nunca. Por nigún motivo. Esa es la moraleja que deriva de la larga fuga de Battisti y las razones que, desgraciadamente, la hicieron posible. La justicia finalmente ha triunfado.