Valores y principios

El sentido del dolor

Por María Dolores Ayerza

La muerte es el destino común ineludible de todo hombre. Sobrecoge. Perturba. Conmueve. Inquieta. Mucho de lo que somos está vinculado a la realidad de nuestra propia finitud. El momento final de la propia existencia asusta y, tal vez, uno de los principales causantes del temor sea su vinculación casi inevitable al dolor.
El hombre tiembla ante el dolor y busca cualquier medio para paliarlo, evitarlo, y, si es posible, para eliminarlo. En el afán de hacer más llevadera la agonía el mundo promueve la eutanasia.
Una muerte “digna” dirán sus promotores. Vale la pena indagar sobre este concepto para tratar de empezar a comprender algunos de los enigmas más fundamentales de nuestra existencia: ¿Qué es la dignidad? ¿Qué sentido tiene el dolor?
Paula Dodds, licenciada en enfermería y dedicada a cuidados paliativos, trabaja como voluntaria en un hospice dedicado a cuidados paliativos. El hospice brinda atención médica especializada a personas desamparadas con una enfermedad terminal, en su fase final, brindándoles cuidados paliativos integrales.

CONTACTO CON EL DOLOR
-¿Qué son los cuidados paliativos?
-Los cuidados paliativos son el conjunto de prácticas médicas que se brindan a una persona -y a su familia- que transita una enfermedad avanzada, progresiva e incurable en la última etapa de la misma. Las intervenciones destinadas a mejorar la calidad de vida del paciente cuando ya no hay un tratamiento curativo específico para la enfermedad que padecen, pueden durar meses o días. Lo ideal siempre es un abordaje temprano.
-¿Cuál es la principal enseñanza que rescatás de tu trabajo?
-Muchas veces el contacto estrecho con el dolor y la fragilidad humana permite descubrir el mundo espiritual del paciente y del entorno que lo acompaña. Ese mundo interior que los sostiene. Frente a la realidad de su propia muerte las personas vuelven a acomodar su escala de valores. De cara a las situaciones dolorosas nos conectamos con lo que realmente importa en la vida, ordenando las prioridades y sacándonos de esa anestesia en la que vivimos donde todo parece ser consumismo, placer, utilidad… nos conecta con la parte más genuina de nuestra existencia.
-¿Qué significa morir con dignidad?
La sociedad actual muchas veces confunde la dignidad humana con las condiciones de vida dignas. Muchas personas no tienen condiciones de vida buenas pero siempre tienen dignidad incuestionable, por ser personas humanas. Eso las hace merecedoras de cuidado. En Cuidados paliativos se busca ayudar al paciente a vivir lo mejor y más plenamente posible el tramo final de su vida, dándole soporte y compañía al sufriente y a su familia. El sufrimiento escondido o tapado sólo trae más dolor. Cuando el sufrimiento es trabajado, compartido y enfrentado, en la medida de lo humanamente posible, se transforma en una experiencia rica y resignificada.
En el hospice muchas veces recibimos personas con experiencias de vida muy difíciles. Vidas rotas en las que recibieron muy poco. Muchas veces el final de la vida les ofrece la oportunidad de reconciliarse con su historia y logran entender el porqué de lo que les pasó. En esos últimos momentos de la vida encuentran el consuelo y sanan muchas heridas, alcanzando muchas veces la paz que tanto anhelaban.
-¿Qué tan accesibles son los cuidados paliativos para los enfermos terminales en la Argentina?
-Hoy en día, según el Instituto Nacional del Cáncer, sólo el cinco por ciento de las personas que requieren Cuidados paliativos en nuestro país tienen acceso a ellos. Es muy triste saber que son tantas las personas, familias y cuidadores que se pierden de este alivio. Alivio no solo para el paciente sino para toda la familia.
-¿Qué consecuencias tiene la Eutanasia en la calidad de vida de los pacientes?
-A mi modo de ver, muchísimas. En los países en los que se permite esa práctica hay pacientes que sienten una imperceptible presión de elegir la eutanasia para aliviar el peso a su familia. Se carga al paciente con la imposible situación de decidir sobre su propia vida. Está demostrado que esos países año a año los pedidos de eutanasia van aumentando, llegando a practicarla también en niños. Se da el fenómeno conocido como “pendiente resbaladiza”, donde se acaba practicando la eutanasia a pacientes que no pueden expresar su consentimiento aún cuando eso estaba específicamente aclarado como no permitido en el marco de la ley.
En nuestra civilización occidental y cristiana siempre se le ha dado al dolor un lugar central, salvífico. La documentación al respecto es muy amplia y rica y permite dimensionar lo insondable del misterio tanto del dolor como de la muerte.
AQUELLA OSCURIDAD...
El doctor Jordan Peterson afirma que una de las principales lecciones que nos dejan los cuentos clásicos está en el hecho de que los tesoros más valiosos son siempre protegidos por los dragones más aterradores. "Tal vez eso que tanto estás necesitando se encuentre en aquel lugar donde no te atreves a buscar", diría en español el mediático psicólogo y profesor universitario.
El dolor tal vez sea aquella oscuridad necesaria para que la luz brille con mayor intensidad. La oportunidad de reordenar las prioridades, la ocasión para agradecer, también para experimentar el cariño y la compasión, para mirar al cielo, para conocer el consuelo, la entrega gratuita y la empatía son sólo algunos de los tesoros que se descubren mientras transitamos el calvario del sufrimiento propio o de un ser querido. Se trata de auténticos valores cada vez más escasos en un mundo sumido en lo que algunos autores denominan una “crisis de desesperanza”, con aumentos de las tasas de suicidio y de adicciones a drogas y al alcohol.
Cuando reconocemos que la persona no es un bien de uso y posee dignidad aún enferma, lisiada, o anciana y hacemos honor a esa dignidad asistiendo y respetando los tiempos naturales damos entidad y registramos el valor infinito que cada uno de nosotros tenemos. Cuando comprendemos que el sufrimiento es mucho más que el dolor físico, cuando experimentamos el enorme consuelo de la compasión, cuando escuchamos las necesidades del que sufre y nos tomamos el tiempo para acompañar y abrazar descubrimos que el amor es el camino real para vivir y morir con dignidad.