ES GRAVE QUE EL PRESIDENTE UTILICE LA PALABRA DE DIOS PARA JUSTIFICAR SUS POLÍTICAS ECONOMICAS

El riesgo de manipular la Biblia

POR JUAN CARLOS MONEDERO (H) *

Ha sido noticia cómo el primer mandatario del Poder Ejecutivo de nuestra Argentina, en una reciente conferencia que dio ante miles de personas dentro del templo evangélico más grande de país –en la provincia de Chaco– relanzó su filosofía anarco libertaria, invocó las páginas de la Biblia para defender sus políticas macroeconómicas y llamó a continuar por el camino iniciado desde el 10 de diciembre de 2023, al grito destemplado –una vez más– de “Viva la libertad carajo”.

Sería demasiado tibio de nuestra parte calificar como “desafortunadas” las expresiones del Presidente Javier Milei. Lo cierto es que merecen adjetivos más enérgicos.

El evento, además, tuvo un contexto y unos antecedentes que lo vuelven caricaturesco si no fuera siniestro. Los fundadores de esta “iglesia” son un padre y un hijo cuyo milagro comprobado –uno de los 400 que afirman haber realizado– sería la conversión de cien mil pesos en cien mil dólares con los cuales se construyó dicho templo, denominado Portal del Cielo. Obviemos comentarios sobre la peculiaridad del milagro.

Asimismo, con este acto el Presidente no dejó en claro su religión: bautizado y educado católico, luego pasó a adoptar el judaísmo –no olvidemos que, en su primer viaje internacional, fue a darse chichones frente al Muro de los Lamentos– para convertirse ahora en el principal orador de tamaño templo evangélico, invocando las Escrituras del Nuevo Testamento (¿sabrá que los judíos no las consideran inspiradas?) y diciendo “Nuestro Señor Jesucristo…” (¿sabrá que los judíos no lo llaman Señor ni Cristo?). En fin, como diría la conocida letra del tango Cambalache: “todos revolcaos en un merengue y en el mismo lodo, todos manoseaos”.

La dicción del Presidente no es buena y, por momentos, al oyente le da la impresión de que el discurso no lo redactó él. Como sea que fuese, sus palabras se basaron en las páginas de la Sagrada Biblia y es aquí donde el asunto se vuelve más que preocupante. El Presidente clamó: “¡No nos van a doblegar! ¡Nosotros conocemos las Sagradas Escrituras!”. ¿Será realmente así?

 

ENVIDIA Y CAPITALISMO

 

El sitio web de la Casa Rosada nos permite acceso a una desgrabación del texto que Javier Milei leyó. En él podemos advertir una constante apelación a las Escrituras, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, además de un constante escarnio del concepto de Justicia Social. La “batalla cultural” de Milei tiene como centro volver abominable la Justicia Social, un concepto propio de la doctrina católica.

Otra línea de la argumentación de Milei consiste en asociar envidia con críticas al capitalismo liberal. Son envidiosos los fracasados que quieren que los ricos paguen impuestos dado que esta es la única manera, para ellos, de hacerse del dinero. De esta suerte, Milei puede decir –como Bruto en Shakespeare– “¿Hay alguien tan envidioso que quiera que los ricos paguen impuestos? Si alguno hay aquí, que hable, pues a él he ofendido”. Sabemos que el Presidente ofende con la misma facilidad con que realiza el movimiento de inspiración y espiración.

El tercer recurso, sofístico de máxima y sesgado de mínima, es envolver a todos los críticos dentro de la enorme bolsa de “la izquierda”. Milei necesita reducir a sus críticos y objetores para incluirlos, de grado o por fuerza, dentro de ese conjunto: son la izquierda. No le interesa matizar (que, cuando quiere, bien puede hacerlo, como ha demostrado en sus innumerables entrevistas). Por eso su discurso no reconoce la existencia de críticos desde sectores antimarxistas (católicos, nacionalistas o incluso peronistas) ni tampoco les reconoce entidad a críticos del mismo riñón liberal. No existen. No conviene que existan. La estrategia comunicacional del Presidente –y los trolls, pagos o no, en esto merecen que les reconozcamos eficacia– necesita de una simplificación que, aunque ofenda la realidad, es útil a los fines políticos.

 

PROSPERIDAD

 

El siguiente argumento –estamos tentados a decir, más bien, el siguiente anzuelo– lo constituye la promesa de prosperidad. Son sus propias palabras: “Por eso es que les digo: despertemos a la fe. Despertemos a la fe, porque eso es lo que nos traerá no solo el cielo, sino la prosperidad, aquí también en la Tierra”. Es clarísimo que Milei utiliza la Palabra de Dios para justificar sus políticas económicas. Esto es muy grave y los católicos deberían ser los primeros en reaccionar. Y es indignante que hable de “prosperidad” mientras el poder adquisitivo de la gente no deja de bajar como consecuencia del aumento de la luz, el gas, el transporte público e incontables bienes y servicios.

El centro del argumento del Presidente hoy libertario –en 2015 era sciolista– es el siguiente: el Estado es la “representación del maligno en la tierra”, esto es, de Satanás. ¿Cómo lo sabe? Porque en los Evangelios (Lc 4, 5) leemos que el demonio tienta a Cristo en el desierto y dice, según Milei, lo siguiente:

“Voy a leer la cita: capítulo 4, versículo 5, cuando el Señor Jesucristo está frente a las tres tentaciones que le propone el maligno. En la peor de todas, el maligno le propone que se arrodille frente a él, porque le muestra todos los reinos del mundo —es decir, los Estados, el Estado— y le dice que, si se arrodilla frente a él, le dará el poder sobre todos los Estados del mundo, porque ese poder le fue dado. Es decir, está la confesión propia del maligno: que el Estado es la representación del demonio. Por eso, cada vez que avanza el Estado, hay más pobreza, hay más calamidades, hay miseria”.

El gran economista experto en crecimiento económico es ahora gran exégeta experto en San Lucas. Pero, en realidad, el Presidente está haciendo una eiségesis; esto es, forzando la letra de las Sagradas Escrituras para que la Biblia diga lo que a él le conviene que diga. Utiliza las Escrituras para justificar el ajuste, para justificar la intervención del Estado en las paritarias, la suspensión de la obra pública, el ajuste a los jubilados, los sueldos bajos para los médicos del Garrahan. Mostremos en detalle cómo y porqué.

 

EXPLICACIONES

 

Desmontemos el argumento del Presidente con artillería católica, lo cual viene muy bien dado que una cantidad no despreciable de fieles católicos lo han votado y lo siguen apoyando. En primer lugar, hay que reproducir íntegramente la cita bíblica para entenderla mejor:

“Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: «Te daré todo este poder y esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá». Pero Jesús le respondió: «Está escrito: ‘Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo rendirás culto’». (Evangelio según San Lucas 4, 5-8).

Digamos ante todo, que Nuestro Señor ni confirma ni niega la premisa de fondo de Satanás. Debería tener cuidado Milei de tomar por verdadera la palabra demoníaca teniendo en cuenta que él es “el padre de la mentira”, como bien ha dicho Cristo (Juan 8, 44). Mal hace Milei haciéndose eco del Mentiroso.

Segundo: los reinos del mundo no son los Estados del mundo. El Estado es la nación jurídicamente organizada. La identificación entre “los reinos del mundo” y “los estados del mundo” corre por cuenta exclusiva de Milei quien introduce una idea ajena al texto.

Siempre es bueno –para develar el significado de cualquier página bíblica– apoyarse en la Tradición. Por eso, en Catena Aurea, leemos que Orígenes interpreta el reino de Satanás como el dominio que el diablo tiene sobre aquellos que “son gobernados por la fornicación” o “la avaricia” (curiosamente, un pecado capital en el que nunca repara Javier Milei). En definitiva, la realeza de Satanás se extiende sobre aquellos “gobernados por los vicios”. Así lo interpreta el teólogo Orígenes. Como en muchas cosas que el demonio dice, se trata de una mentira con algo de verdad.

San Jerónimo, por su parte, comenta sobre las palabras del diablo: “El arrogante y soberbio habla de jactancia. No podía darle todos los reinos del mundo, porque muchos santos varones fueron hechos reyes por Dios”. Y de aquí podemos extraer otro argumento: si el Estado, o el poder temporal, fuese algo intrínsecamente perverso (Milei lo llama “la representación del maligno”), ¿cómo podría haber santos varones que fuesen reyes? O bien esos varones son santos pero no reyes. O bien son reyes pero no pueden ser santos.

En efecto, la Iglesia Católica reconoce a San Esteban I de Hungría (975-1038), San Olaf de Noruega (995-1030), San Fernando III (1201-1252), San Luis Rey de Francia (1226-1270), Santa Isabel de Portugal (1271-1336) y Santa Eduvigis de Polonia (1374-1399) destacando en ellos el ejercicio del poder público y de funciones de gobierno. Entendemos que los evangélicos puedan ser engañados, vitorear y responder “Amén” al discurso presidencial. Ahora bien, ¿cómo puede un católico aceptar que estos santos sean los representantes del maligno, aplaudiendo como focas amaestradas el discurso libertario de Milei?

 

ENSEÑANZA

 

En definitiva, la verdadera enseñanza en torno a esta Tentación de Cristo es clara: adorar solamente a Dios y no caer en la idolatría de ninguna creatura. Por ejemplo, el poder o el dinero. Quizás debería tener esto en cuenta el Primer Mandatario. ¡Milei: basta de doblegarse ante los que sólo tienen poder o dinero!

También aprendemos aquí que las tentaciones del demonio pueden ser derrotadas invocando las Sagradas Escrituras. Respecto de la psicología de la tentación, podemos observar que el Tentador promete una cierta seguridad y dominio a cambio –nada menos– de la infidelidad del hombre para con su Creador.

Asimismo, lo que descubrimos aquí es que el Demonio –en su pretensión simiesca de querer ser como Dios– procura imitarlo y desea que los seres humanos se postren ante él, que lo adoren como cosa sagrada. Nada menos que el fundamento del satanismo.

Finalmente, las Tentaciones a Cristo tienen lugar en el Desierto. En el Desierto, el pueblo de Israel había pecado gravemente. Esto permite observar con claridad el contraste: Nuestro Señor vence al demonio en el mismo lugar donde el pueblo judío es derrotado por Satanás.

 

CONCLUSIÓN

 

No pueden ser más falsas y engañosas las palabras del Presidente en el templo evangélico más grande del país. Aunque las luces, la fama y el poder tengan la capacidad de encandilar las mentes y sugestionar los espíritus, lo cierto es que nadie puede tomar en vano la Palabra de Dios impunemente.

Para terminar, la única pregunta que queda por hacerse es al mismo tiempo obvia pero imprescindible. Si acaso fuese verdad que el Estado es la representación del maligno en la tierra, entonces se gatilla el siguiente interrogante: Javier Milei –quien ostenta la máxima jefatura dentro del Estado Argentino–, ¿qué es?

 

* Licenciado en Filosofía (Unsta).