El regreso de la opereta al Avenida

‘El murciélago’, de J. Strauss (h), por Opera Festival Buenos Aires.


‘El murciélago’ (‘Die Fledermaus’). Opereta en tres actos, con música de Johann Strauss (hijo) y libreto de Karl Haffner y Richard Genée. Dirección general y artística: Graciela de Gyldenfeldt. Dirección musical: Helge Dorsch. Dirección de escena: Emilio Urdapilleta. Dirección del coro: Silvia Aloy. Vestuario: Mariela Daga. Con: Orquesta y coro del Opera Festival Buenos Aires. El jueves 14 en el Teatro Avenida.


 

La opereta, un término utilizado en la Europa central en el siglo XVII para calificar a las óperas de pequeña extensión, quedó avalado, ya reconocido y aprobado (valga el concepto) en el siglo XIX, como un género específico de honda resonancia popular, sobre todo en Viena, con la portentosa familia de los Strauss.

Precisamente, de Johann Strauss (hijo), descendiente de un progenitor ya prestigioso, proviene la opereta ‘El murciélago’ (‘Die Fledermaus’), presentada en esta ocasión en el tradicional teatro de la Avenida de Mayo por la entidad denominada Opera Festival Buenos Aires (OFBA), cuya dirección general y artística está a cargo de la soprano Graciela de Gyldenfeldt, que esta cumpliendo su décimo aniversario de actividades.

Revivió así la tradicional opereta que tuviera su estreno en el Theater an der Wien, una prestigiosa sala lírica de la ciudad del Danubio, en 1874. Y lo hizo con encomiable esfuerzo de producción, en su idioma original, el alemán, alternado con el parlato de los diálogos en español para hacerlo comprensible al público. Eso sí, debe remarcarse que las proyecciones de textos sobretitulados tenían poca luminosidad, por algún problema técnico posiblemente.

LA ORQUESTA

En general, puede calificarse como muy meritoria y consistente la faena del maestro alemán Helge Dorsch, que a menudo acompaña estas producciones de la OFBA, con un nutrido número de integrantes en las diversas secciones instrumentales y que tiene como concertino a David Bellisomi.

Por otra parte, se advirtió que el citado maestro reflejó cabalmente desde el foso los bellos y conocidos compases de la obertura y todas las escenas bien concertadas con los cantantes protagonistas y los coros intervinientes. O sea que en un marco escenográfico simple, sintetizado pero alusivo, fue teniendo movimiento la escena con sus protagonistas.

Entre ellos se advirtió el trabajo vocal y escénico del tenor venezolano Francisco Morales, como Gabriel von Eisenstein, y de Virginia Díaz Molina (Rosalinde) y Ana Sanpedro (Adele). También de Luchi de Gyldenfedt como el príncipe Orlovsky, en la celebre fiesta de disfraces, y de otros como Luis Gaeta (Dr. Falke) y Juan Karakas (Frank).

Pero como la fiesta de Orlovsky tuvo varios invitados, como ha sido costumbre en muchas representaciones de esta opereta straussiana, allí estuvieron conocidos de nuestro medio como la mezzo Mairin Rodríguez cantando la ‘Habanera’ de ‘Carmen’, de Bizet; la propìa Graciela de Gyndelfelt, que entregó ‘Sola, perduta, abandonata’, de la ópera ‘Manon Lescaut’, de Puccini (siendo en su caso muy aplaudida); lo mismo que el barítono Enrique Gibert Mella en el aria de Germont padre ‘Di Provenza il mar’, de ‘La traviata’ verdiana, entre otros.

En resumidas cuentas, el festejo de la entidad y lo realizado como producción fue producto de una encomiable versión de esa ilustre opereta straussiana, que de esta manera vuelve a demostrar en el Avenida las posibilidades de la actividad de las entidades privadas de nuestro medio.

Calificación: Muy bueno