El columnista invitado

El problema de una formación única: la máxima económica

Por Jorge Reinaldo Vanossi *

Se asiste a una exclaustración que abandone algo así como la clausura, después de haber permitido u ordenado el tema fundamental del Estado, habido en el quehacer de la institución.

En ciertas situaciones donde aparecen fenómenos de erróneas ideas, que se producen dificultosos casos políticos y hasta de orígenes jurídicos que los gobernantes no pueden alcanzar con una adecuada solución en los tiempos actuales.

El país de hoy tiene un Presidente de una sola formación: nada más que la máxima económica; y así nomás sin complementarse con los otros elementos: el derecho, la política, la cultura, las naciones bien conocidas, etc, etc.

Por lo tanto, es más difícil y complicado para afrontar su Régimen Institucional. ¿Y qué sabemos de su familia, y de sus ideas conocidas y las experimentadas? Nada.

A veces se percibe algo llamativo, pues nos preguntamos si acaso tenemos un Presidente descartable, y nos preguntamos también para cuándo estará en lo más necesario y vigente…

Cabe observar que hasta hoy no hay una sola ley del Congreso Nacional que sea y se encuentre aprobada ¡y esté en plena vigencia!
Pero tiene que haber las diferencias, pues, entre lo uno y lo otro; como por ejemplo si se trata de estar ante un golpe de Estado, que son los que provienen de afuera, y otros que son desde el Estado, y a veces aparecen, pero son provenientes desde adentro mismo del país o Nación.

Asimismo, es dable tener presente que los legisladores comparecientes en sus pronunciamientos en los recintos deben recordar que sus nominaciones corresponden a la denominación partidaria, habida cuenta del nombre del partido político, pero sin alusiones referenciales con ocurrencias superficiales, toda vez que la disquisición sea un examen riguroso que se hace, y considerando cada una de las partes, sin divagar.

Ahora bien, y siempre cuidando el éxito de la democracia, con el acierto y la voluntad del pueblo y de la sociedad, con la defensa de los principios que sean convergentes con el Estado de Derecho constitucional, con la paz y sin odios, con la verdad y la justicia.

En los tiempos que pasan son evidentes y los inesperados sucesos en los que la sociedad se afecta o se conmueve: y aparecen insólitos casos, a veces aceptando el bien del sosiego y en otros momentos afrontando los riesgos del desasosiego, que suelen ser múltiples, cuando llega el momento de la desazón, con malestares, disgustos y pesadumbres por doquier: por cualquier momento o por todas partes.

Y va de suyo que en la actitud y la actuación de la Argentina en el despliegue de situaciones internacionales pueden llegar a ser en detrimento del derecho; pero es de esperar que el Estado se posicione con la paz y la justicia; siempre y cuando valga recordar que en antaño los romanos se cansaron de aguantar, diciendo o exclamando: ¡Hasta cuándo Catilina abusará de nuestra paciencia…! ¿Y qué podemos decir hoy y aquí cuando estamos al borde de la desinteligencia, si se nos confunde a diario, con angustia y pesar?

Es de esperar que se aguarde la llegada de un nuevo cielo de esclarecimiento.

* Abogado y político argentino. Fue cuatro veces diputado nacional, y ministro de Justicia de la Nación en 2002 durante la presidencia de Eduardo Duhalde.