Mirador político

El pragmatismo avanza

En su rigor crítico hacia Javier Milei, medios y políticos han comenzado a echarle en cara que no cumple el rol que le habían asignado, el de un talibán del libre mercado, algo en lo que tienen razón, porque Milei comenzó a adaptarse rápidamente a la lógica del poder. Prueba acabada de ese giro fue el éxito en la aprobación de sus dos proyectos de cabecera en la Cámara de Diputados.
Lo que falta ahora es que para evitar más sorpresas y amarguras la oposición se adapte al nuevo escenario y abandone una porfía ideológica inconducente.
Hay varios ejemplos del giro pragmático. Uno es el de las tarifas de la medicina prepaga. Al liberarlas el Presidente actuó de acuerdo con su ideología, pero al pisarlas lo hizo de acuerdo con sus necesidades políticas. Sus votantes, la clase media, estaba siendo estrangulada.
Quien quedó descolocado por este giro fue el presidente de la cámara empresaria respectiva que creyó que la libertad para fijar precios autorizaba la rapiña. Resultado: fue arrojado a la vindicta pública y las empresas fueron emplazadas a aumentar las cuotas de acuerdo con la evolución de la inflación.
El error del empresario consistió menos en un excesivo afán de lucro que en una mala lectura de las nuevas circunstancias. El y sus colegas adaptaron siempre su estrategia a una economía con altísima inflación en la que es prácticamente obligatorio obtener la mayor ganancia en el menor plazo para sobrevivir, porque nadie sabe cuándo volverá a quedar pulverizada la moneda. Sin embargo, la interpretación que debía haberse hecho de la nueva situación es que el gobierno ha jugado todas sus fichas a la baja de la inflación y al que se le cruza en el camino no lo salva ni von Hayek.
Algo comparable ocurrió con las paritarias de sindicatos poderosos como los bancarios y camioneros. Fueron presionados a la baja mediante la no homologación de los aumentos salariales superiores a la inflación. No importan las amenazas de paros, las medidas para bajar la inflación son las únicas “banderas” que el dúo Milei-Caputo no arrían. Las concesiones hechas en la Cámara de Diputados a los sectores “dialoguistas” también reflejan ese principio.
En este contexto deben ser interpretadas también políticas como la del “atraso” cambiario. Las críticas de los economistas provocaron las burlas y ataques del Presidente. Es que el uso del dólar como ancla, así como el mantenimiento del cepo cambiario son un freno efectivo en el corto plazo al alza de precios.
¿Que Axel Kicillof y Cristina Kirchner los usaron y no deberían formar parte del arsenal de un gobierno “liberal”? Cierto. Pero Milei puede hacerlo porque no corre ningún riesgo de ser confundido con el kirchnerismo. Su identidad política está fuera de toda duda. El representa el antikirchnerismo bajo cualquier circunstancia así como es el anti “casta” por antonomasia. A eso hay que agregarle que sabe cuáles son sus prioridades y cómo alcanzarlas. En la práctica no lo ata ningún credo, por lo que plantearle una oposición ideológica lo fortalece en lugar de debilitarlo.