Las elecciones que se llevaron a cabo compartieron una característica: la baja asistencia. Salvo puntuales excepciones, la concurrencia a las urnas ha disminuido de manera notoria en relación a hace dos años y, si se las compara con las últimas legislativas también. ¿Por qué en la provincia de Buenos Aires sería distinto? No hay uno sólo elemento que lleve a pensar que surgirá euforia para ir de manera masiva el domingo 7 de septiembre a poner el voto en una contienda que, mayormente, no se termina de entender qué se elige. O, sobre todo, qué impacto tendrá en la vida de los bonaerenses lo que se escoja ese día. En ese contexto, existe un elemento que podría desnivelar y es la capacidad de tracción de los intendentes a la hora de movilizar sus estructuras. Por eso, se torna trascendental la manera en que se repartirán las candidaturas en los frentes en construcción que se terminaron de presentar este miércoles.
A grandes rasgos, la oferta electoral estará planteada en tres opciones visibles. Por un lado, el Frente La Libertad Avanza que terminaron de sellar desde la Casa Rosada con el Pro bonaerense, representado por Cristian Ritondo. El dato distinto lo hicieron saber bien entrada la jornada del miércoles para despejar la incógnita sobre si todos los intendentes amarillos iban a formar parte de la misma estructura. Y así fue. Lo que no quiere decir que esté saldada la cuenta de la manera en que se repartirán las candidaturas seccionales, pero sobre todo, locales. A los intendentes les interesa la conformación de sus concejos deliberantes que, con el correr de los años han ido perdiendo densidad en función de listas que se armaron desde la presunta certeza que ubicaron en las bancas a meros levantadores de mano. La dirigencia de fuste se fue perdiendo, quedando sólo reducida a excepciones que confirman la regla. Nada muy distinto a lo que sucede en otros ámbitos de la vida política.
La libertad Avanza ha ido conformando su estructura en el conurbano bonaerense con los rezagos de los despliegues territoriales que llevan años y son el objetivo a vencer. Desde que el mismo Sebastián Pareja, armador principal a las órdenes de Karina Milei, nunca pudo en su militancia anterior, perforar las primeras líneas de los barones del conurbano a los cuales quiso servir. Con ese ejemplo se grafica el resto de la oferta electoral en ciernes. Es por eso que los intendentes dicen: “La lista local la armo yo”. Nada irrita más a un jefe comunal que tener que abrirle espacio a alguien que llega impuesto por una estructura nacional o provincial cuando jamás hubiera sido tenido en cuenta por el alcalde. Pero así son las cosas.
El humor que surge de los cierres es el que impactará a la hora de moverse para que la gente vaya a votar. Ya se avizoran trabajos a reglamento. Lo justo y necesario para garantizar a su propia tropa. Pero hay un problema adicional que se está viviendo en cada municipio en mayor o menor medida. Si al ciudadano alejado de la política le cuesta entusiasmarse con la oferta electoral, al los empleados municipales les pasa algo similar con su situación personal y laboral. Los sueldos suelen ser muy bajos y los privilegios para unos pocos en las estructuras locales. La advertencia de poder perder el puesto si la elección va mal es el único catalizador que frena la estampida. Mucho más en tiempos donde la preocupación por el desempleo empezó a ser más importante que el aumento de los precios.
En el peronismo, el triángulo de hierro se reunió de manera sistemática en las horas recientes. El gobernador Axel Kicillof, Sergio Massa y Máximo Kirchner pulieron los aspectos medulares de un Frente electoral que luego tendrá las batallas locales para definir los nombres y mujeres que encabezan las listas. Crece la idea que no serán intendentes quienes se pongan al frente de la nómina de legisladores seccionales por una razón elemental: si pierden les recaerá sobre ellos el peso de la caída. Y les será complejo pensar en una avanzada para el 2027 que los posicione en la provincia. Si bien el peronismo tiene chances de ganar, nadie se anima a dar por descontada esa lógica. Pues mejor, dejar a otro.
Con la reelección indefinida de los legisladores en vía muerta en diputados, la alteración del orden para conformar el listado se pondrá muy interesante. En definitiva, el argumento básico para impulsar el proyecto era el “orden político” que eso le traía a los oficialismos locales. Ahora se ha puesto en revisión. ¿Cómo se entiende? Al no poder ser un diputado o senador reelecto, abre ese espacio para que lo ocupe otro dirigente de su mismo distrito lo que puede generar, en muchos casos, una interna local que desactive a uno de los grupos que ahora mira la lista desde afuera. Es verdad que habrá que observar caso por caso, pero tiene la lógica de quien queda afuera nunca empuja el carro con la misma convicción. Detalles que hacen a un todo para pensar en cómo se gambetea a la apatía generalizada.
El peronismo cuenta, en el gran Buenos Aires, con la ventaja de gobernar la mayoría de los distritos. Y eso se presume ayude a empujar las listas seccionales para poder levantar la voz de la victoria el 7 de septiembre. Para la Libertad Avanza, la pelea más importante es el 26 de octubre cuando se elijan los representantes para el Congreso de la Nación. La provincia de Buenos Aires elige 35 diputados. La misma cantidad del bloque que hoy responde a Milei en la Cámara Baja. A medida que pasan los días, se le hace más necesario al oficialismo agrandar esa tropa porque hay nubarrones muy importantes en el horizonte. Este miércoles, el Presidente, fiel a su estilo, ensanchó las diferencias con los gobernadores. Les dijo que todos quieren romper al gobierno nacional. Tristes remembranzas del 2001. En cualquier momento se activa el Consejo Federal de Inversiones. Pero, a diferencia de aquel tiempo, nunca se sentaron la totalidad de los gobernadores a poner la firma para el reclamo que ahora sí hicieron. El tema debería ser seguido con máxima atención.
Plantear la épica de dar la batalla contra “la casta” puede encontrar límites en la realidad propia del accionar del mismo gobierno. Pero sobre todo también es una crítica a los mismos votantes. Esos gobernadores que hace un año acompañaron en su mayoría el acto del 9 de julio y ahora están en pie de guerra, también fueron elegidos por argentinos. Insultarlos a ellos es, al mismo tiempo, hacerlo con sus propios volantes, muchos de los cuales coincidieron en el sufragio con Milei. Este panorama asoma, además, en un contexto donde las puertas de las gobernaciones y los municipios se golpean cada vez con más frecuencia ante el cierre de empresas o pymes.
En nuestra primera nota del año, allá por enero, la cerramos con el siguiente párrafo: “Las alquimias electorales, inevitables en este tiempo, pueden quedar viejas y archivadas ante una agenda más urgente que no se agota sólo en la economía sino también en la inseguridad. La erosión sobre las capas sociales no es tema de responsabilidad del gobierno libertario pero sí podría profundizar ante una matriz económica que va camino a cambiar bruscamente al ritmo de la baja de la inflación y un dólar más barato. Las importaciones amenazan con dejar un tendal de puestos de trabajo menos. Ya en 2024, por ejemplo, las principales empresas productoras de fiambres han aumentado el reemplazo de productos locales por importados en un 10%. El 2025 asoma como el año de los dos dígitos. En la elección, en la inflación y en la desocupación. Rémoras de la década del 90.
Promediando el 2025, dos de esos elementos se van cumpliendo. La inflación va camino a cerrar en dos dígitos al igual que la desocupación. Pero resta dilucidar la otra variable que soñaba el gobierno nacional a comienzos del año y es ganar la elección en la provincia de Buenos Aires por dos dígitos de diferencia. Ese punto está muy debatido por ahora, con el aporte ineludible que aún le sigue haciendo a esa alquimia la confrontación dialéctica contra el kirchnerismo. Al momento, esa sociedad sigue dando sus frutos.
Para el cumplimiento de un triunfo que no deje margen para las interpretaciones, la construcción de un espacio político que intente pararse en el medio de la grieta podría resultar funcional a ambos lados. Dependerá de la dinámica en que se forme y las características. Un dirigente cercano a ese sector fue muy gráfico: “En el conurbano debemos ir con candidatos que puedan sacarle votos al peronismo que es quien más peso tiene, y en el interior con candidatos que le saquen a la Libertad Avanza o sus aliados”. Ese mismo declarante es otro de los que ve con malos ojos que sólo la oferta electoral se consolide para que vuelvan a presentarse Emilio Monzó, Florencio Randazzo o Margarita Stolbizer. En la elección del 7 de septiembre, las listas seccionales, primera y tercera, podrían ser encabezadas por intendentes ¿Julio Zamora y Fernando Gray? Sin embargo, en las mesas políticas aseguran que hay un fantasma detrás de bambalinas que busca darle identidad a ese espacio. Se refieren a Sergio Massa. El líder del Frente Renovador es como el sol, “aunque no lo veamos, siempre está”.